‘La casa del padre’, novela dedicada a todos los hombres nuevos
REDACCIÓN.
La casa del padre, de Karleme Jaio es una novela profunda y bien tramada que invita a una necesaria reflexión, tanto a hombres como a mujeres. Entre otras cosas, porque habla de la construcción social y cultural de la masculinidad o de los rígidos roles de género que todos y todas heredamos y que limitan nuestra libertad para elegir cómo queremos ser. Y también revela que a menudo la violencia de género no precisa de golpes para imponerse, que puede convivir sutilmente con nosotros, fluyendo silenciosamente como un río subterráneo bajo las baldosas de nuestra cocina o el parqué de nuestro comedor, y condicionando nuestras vidas.
Jaio logra meter el dedo en la llaga con una novela sutil e inteligente, sin maniqueísmos ni simplificaciones, que huye de las generalizaciones y que da qué pensar. Los personajes de la escritora vasca son complejos y contradictorios, y el conflicto de fondo tampoco permite una toma de partido irreflexiva hacia un lado u otro.
A través de ágiles capítulos breves la narradora alterna tres puntos de vista tan opuestos como complementarios. La historia contada a través de los ojos del escritor bloqueado Ismael y de su hermana Libe, feminista militante. Ambos relatos narrados con una sugerente segunda persona que a su vez interpela directamente al lector. Y entre ellos, se impone la voz de Jasone, en primera persona: la propia voz de la escritora postergada o relegada por su condición de esposa, madre e hija, que, sobreponiéndose a las barreras de género, se encuentra finalmente a sí misma.
«–Si te rindes tú, damos un paso atrás todas –me advirtió, seria, como si hablara de repente en nombre de todas las mujeres del mundo. Como si hablara por un megáfono a una plaza llena de mujeres–. Es tu obra, es tu voz. No te la pueden robar.»