«Desayuna conmigo»: historias cruzadas en muy íntimo teatro circular
Por Horacio Otheguy Riveira
En un teatro circular muy íntimo se desenvuelven los cuatro personajes con los que Iván Morales escribió y dirigió «Desayuna conmigo». Si bien hay escenas en el centro del círculo —como una pista de circenses emociones—, la mayor parte del tiempo se representan entre los espectadores. Por allí van diálogos y monólogos junto a sus permanentes acciones. Todo suma ante la necesidad de intentar romper el círculo de sus necesidades afectivas y sus desencuentros, sus decepciones, sus complejos. Un círculo en el que no temen entrar y marearse y romperse porque siempre se aferran a la esperanza de que fugaces placeres y profundos temores dejen de repetirse obsesivamente. Si lo consiguen completa o parcialmente —o incluso si no lo consiguen— es el interesante misterio que vivimos los espectadores a lo largo de una cercanía muy bien lograda por los intérpretes, de los que podemos llegar a sentirnos cómplices de sus luchas interiores.
Con la sesión de fisioterapia entre dos que hace muchos años que no se ven comienza todo. El título flotará durante toda la representación, aunque se pronuncie pocas veces. Es la clave: Desayuna conmigo. Una llamada de atención para los cuatro, dos hombres y dos mujeres muy distintos en una sucesión de historias cruzadas hacia un encuentro revelador.
Cuando acaba la función se vuelve a la calle con muchos elementos de reflexión interesantes. También con una sobrecarga de palabras que son propias de personajes solitarios que ansían dejar de serlo. Este hablar en demasía, con monólogos que se comparten pero evitan el diálogo profundo, para salir del fatal encierro con uno mismo es parte esencial de sus personalidades. El autor no siempre puede con ello, le sobrepasan, se lía con sus propias voces interiores y la proyección del cuarteto de ficción. Pero le salva el director, ágil y brillante, unido a intérpretes de aúpa.
Lo bueno es que el director es el mismo autor, y en ello se percibe un diálogo fructífero, aunque por momentos cansino. La combinación de lo eficaz y lo repetitivo se resuelve brillantemente por una puesta en escena con ritmo creciente, con apoyo musical muy atractivo, y sobre todo por la buena sintonía de actores y actrices que trabajan eficazmente un género naturalista —el del comienzo y el final— de gran eficacia, pero que a lo largo de la función dominan los diversos tinglados emocionales que pesan sobre su vida pasada y presente. Todos los elementos abundan en los pequeños detalles. Pequeños detalles que se suman y consiguen conmover a los propios personajes una vez que su exceso de palabras y reflexiones y ansiedades dan paso a acciones sin marcha atrás.
Y en esa emoción logran involucrar también a los espectadores.
En definitiva, interesante experiencia teatral que se desarrolla en un teatro circular muy íntimo y gozoso.
Reparto: Anna Alarcón, Aina Clotet, Andrés Herrera, Xavi Sáez
Escenografía e iluminación: Marc Salicrú
Música y espacio sonoro: Clara Aguilar
Movimiento: David Climent
Vestario: Miriam Compte
Ayudante de dirección: Ona Millà
Diseño gráfico: Marc Rios
Jefe técnico: Bernat Jansá
TEATRO DE LA ABADÍA. SALA JOSÉ LUIS ALONSO. Del 9 al 26 de enero 2020