Poética de Federico García Lorca
Por Fernando Chelle
Encuentro con el gran poeta de la generación del 27
Federico García Lorca, el poeta español más conocido y leído de todos los tiempos. Este segundo artículo, previo al estudio de varias de sus poesías más representativas, revisa algunas características de su obra poética.
En el artículo anterior, con el estudio de algunos aspectos fundamentales de la Generación del 27, comencé lo que denominé como “una caminata” hacia la poesía de Federico García Lorca, el poeta español más conocido y leído de todos los tiempos. Y especifico que la caminata fue hacia la poesía, porque tratándose de este autor, podría haber sido hacia la dramaturgia, hacia sus obras mayores (tragedias y dramas), o hacia su teatro breve (farsas y comedias). También podría haber sido una caminata hacia su obra en prosa, ya fuera que me detuviera en su primer libro Impresiones y paisajes (1918) o en alguna de sus conferencias. Pero no, me detendré únicamente en su poesía. Tampoco estudiaré en profundidad todos sus libros de poemas, ni hablaré del contexto histórico y biográfico en que se produjeron. No, con este artículo, lo que pretendo es dar una visión muy general de su poesía y a su vez allanar el camino que me llevará a lo que realmente me interesa, el análisis literario de algunos poemas concretos.
La poesía de Federico García Lorca es muy diversa, difiere considerablemente entre un libro y otro. Y si bien es cierto que hay obras muy cercanas temáticamente, como es el caso de Poema del cante Jondo (1921) y el Romancero Gitano (1927), la verdad es que podemos encontrar diferencias temáticas y estilísticas muy considerables, si comparamos esas obras de impronta netamente andaluza, por ejemplo, con su inicial obra juvenil, modernista y neorromántica Libro de poemas (1920), o con una obra de madurez, claramente influenciada por las vanguardias, como Poeta en Nueva York (1930). Aunque claro, en realidad nunca sabremos cuál hubiera sido la verdadera madurez poética de este autor si su vida no hubiera sido segada tan prematuramente, con apenas 38 años. Pero bueno, no tenemos más alternativa que trabajar y establecer las posibles etapas poéticas de Federico García Lorca con las obras que nos dejó. Hay tres etapas poéticas en la vida del autor. La primera está compuesta por los primeros poemarios (utilizo las fechas de composición), a saber: Libro de poemas (1920), Poema del cante jondo (1921), Primeras canciones (1922) y Canciones (1924). Libro de poemas es una antología de poesía juvenil donde ya podemos encontrar versos muy bien logrados. Son textos, por lo general, marcados por la tristeza, por el amor sin esperanza, donde se puede ver la influencia de autores como el nicaragüense Rubén Darío y los españoles Antonio Machado y Juan Ramón Jiménez. Poema del cante jondo es una obra de inspiración folclórica muy importante, con una clara unidad temática. Con ella García Lorca comienza la línea neopopularista que culminará en el Romancero Gitano. Los libros Primeras canciones y Canciones son obras muy versátiles, allí el autor experimenta con algunas formas populares como el romance, y también con composiciones que tienen origen en los juegos, en la música, en las canciones infantiles y en las danzas andaluzas.
El Romancero gitano (1927), es una obra que comprende por sí sola la segunda etapa de la poesía de Federico García Lorca, ya que se trata de su poemario más importante. Lo fecho en 1927, que es el año en que se terminó de componer, porque este es el criterio que he utilizado con todos los trabajos, ya que siempre existe una distancia en las obras de García Lorca, entre las fechas de composición y las de publicación. En esta obra concretamente, si establecemos una comparación con otras, la distancia es menor, ya que fue escrita entre los años 1922 y 1927, y se publicó en la Revista de Occidente en abril de 1928, casi inmediatamente después de haber sido terminada. Se trata de dieciocho poemas, donde se sintetiza la tradición poética popular española con la poesía culta, a través de la utilización del romance tradicional de verso octosílabo. Del viejo Romancero, Federico García Lorca hereda el fuerte componente narrativo, lo dialógico y, si se quiere, hasta lo dramático, mientras que del romance culto del Siglo de Oro hereda un estilo lingüístico depurado, enriquecido estéticamente. Pero quizás lo más singular de García Lorca en la obra es que utiliza el romance para expresar una temática vinculada estrictamente al mundo andaluz, concretamente, la de la cultura gitana. Él se sintió seducido por lo mítico del mundo gitano, una visión mítica sincrética, que mezcla elementos de distintas culturas por el simple hecho de que proviene de un pueblo errante. Se trata de una visión que está muy vinculada con lo poético, porque no es racional y ve al mundo como un verdadero tejido unitario, donde todo es solidario y donde no se establecen distinciones entre lo real y lo imaginario, ni entre lo natural y lo sobrenatural. Pero si bien es cierto que la visión mítica gitana es fruto de una tradición antigua y errante, los gitanos descritos en la obra forman parte de un pueblo sedentario. Viven en las orillas de las ciudades andaluzas, al margen de la sociedad, perseguidos por quienes defienden un orden completamente ajeno al de su cultura. Se trata de un pueblo consciente y orgulloso de su particularidad, que defiende sus tradiciones culturales y artísticas, pero que sufre. Ese dolor antiguo, la “pena gitana” es otro de los elementos de esa cultura que también fascinó a Federico García Lorca. Esa pena, una especie de fatalidad trascendental que nace y muere con el gitano, aparece representada de forma magistral en un personaje como Soledad Montoya, protagonista del “Romance de la pena negra”, uno de los textos que analizaré literariamente en un artículo posterior.
La tercera etapa en la poesía de Federico García Lorca está compuesta por sus últimos trabajos poéticos, a saber: Poeta en Nueva York (1930), Llanto por Ignacio Sánchez Mejías (1934), Seis poemas gallegos (1935), Diván del Tamarit (1936) y Sonetos del amor oscuro (1936). Poeta en Nueva York es una obra vanguardista, fruto del impacto que le produjo al poeta conocer la imponente ciudad estadounidense, una metrópolis moderna completamente alejada de la naturaleza. Hay aquí una toma de conciencia, y a su vez un rechazo a la deshumanización de la gran ciudad capitalista, a la alienación en la que viven los individuos, y también al trato injusto y discriminatorio que se les da a las minorías sociales. Llanto por la muerte de Ignacio Sánchez Mejías es una sentida elegía compuesta de cuatro poemas, escrita como homenaje al torero y escritor sevillano Ignacio Sánchez Mejía, quien murió en agosto de 1934, dos días después de haber recibido una cornada en la plaza de toros de Manzanares. Seis poemas gallegos, como bien lo señala el título, son seis textos escritos en lengua gallega, con los que el poeta andaluz pretende homenajear a una cultura que tanto lo sedujo. Diván del Tamarit es una obra en donde García Lorca estéticamente continúa lo comenzado en Poeta en Nueva York, pero donde de alguna manera regresa a su Andalucía, aunque ya no con lo mítico del mundo gitano, sino más bien mostrando algunos aspectos del mundo arábico. La temática de la obra gira fundamentalmente en torno al tema del amor, de un amor vinculado estrechamente con el dolor, con la frustración y también con la muerte. Los Sonetos del amor oscuro son once poemas de tono amoroso, donde volvemos a encontrarnos, como en la obra anterior, con un amor que, si bien no está exento de deseo y de erotismo tampoco lo está de dolor, de violencia y de frustración.
Para finalizar. Como ya señalé, la poesía de Federico García Lorca es diversa, la experiencia estética es muy distinta entre una obra y otra. Sin embargo, y esto es algo que lo podremos comprobar a partir del próximo artículo en los análisis literarios, hay algunos símbolos recurrentes, como el agua, la sangre, la luna, el caballo, los metales. También suelen repetirse algunos temas, como la vida, la muerte, el amor, la esterilidad, entre otros.
Blog del autor: PALABRA ESCRITA
Excelente caminata por una de las infinitas artistas del Pensamiento poético del mártir, ya universal, García Lorca.
Con otro, suspiro y un escalofrio causado por el fresco de aquella noche de junio. El bazo. Si, el hombre de agua, los vadeo, a el y a su barca, de metal.
No. Ya. Son efectos, mortuorios. Esto, lo comprendió, Gala, y se río. Fin.