Habladurías de mujeres

Habladurías de mujeres 

LIN BAI
Traducción de Blas Piñero

La novela que consagró a Lin Bai como una autora referente
en el panorama literario chino de la actualidad.

La línea del horizonte

Escrita desde el oído y con un estilo personalísimo, este recuento de habladurías, chismes y conversaciones de mujeres nos lleva al corazón de la China rural, la que ni siquiera es audible para los urbanitas de las grandes ciudades. Con desparpajo y sin pelos en la lengua, su protagonista, Li Muzhen, nos muestra las costumbres de la vida en el campo, sus rituales, creencias y relaciones familiares; pero, sobre todo, nos habla de la vida de sus mujeres. Así nos adentramos en su complejo entorno familiar, la vida como emigrantes en las grandes ciudades, la relación con los hijos, el maltrato, el amor y el sexo, la prostitución, el incesto, la locura, sin olvidar el drama de los asesinatos masivos de niñas para cumplir con la imposición conocida como «la política de hijo único », promovida por sus autoridades en ­1979 y vigente hasta 2015.
Un relato de indudable valor antropológico tejido como un mosaico de historias breves, en las que prevalece la mirada de estas campesinas sobre un mundo silenciado y oculto. Se trata de una obra maestra y de gran éxito, que otorga un nuevo significado a las letras chinas del presente, a la vez que conforma la corriente «Nueva escritura femenina» en China, que la misma Lin Bai y Chen Ran —ver su Vida privada en esta misma editorial— iniciaron en los años noventa del pasado siglo.
« Como escritora lucho contra la abrumadora in­fluencia del discurso dominante masculino para tratar de liberar los tabúes de la experiencia personal de las mujeres suprimidos de la memoria colectiva».
LIN BAI

LA AUTORA

Nacida Lin Baiwei, es una escritora originaria de Beiliu, Guangxi 1958). En la actualidad es una de las grandes narradoras chinas y goza de un merecido reconocimiento por parte de público y crítica. Se formó en la universidad de Wuhan y comenzó trabajando para el cine como editora y guionista; más tarde lo hizo como periodista y bibliotecaria. Se dio a conocer a finales de los ochenta como una escritora inusual que abordaba la introspección íntima junto a una exploración audaz de la experiencia femenina, en la China posterior a Mao. Combinando una intensa energía emocional y un vívido sentido del lugar, sus historias surgen de la memoria personal y exploran la amistad entre mujeres con connotaciones homoeróticas, o trabaja sobre temas polémicos como el adulterio, el aborto o la masturbación femenina. Autora de varias novelas de éxito, como A War of One’s Own (1994), de corte autobiográfico y muy polémica en su día por su tratamiento abierto de la sexualidad femenina, publicó a continuación Watching the Empty Years Pass By (1995), Fatal Flight (1995) y Speaking, My Room (1997). Con Habladurías de Mujeres (The Records of Women’s Gossip) se consagró como una autora de verdadero culto en el panorama literario chino de la actualidad.

FRAGMENTO DEL LIBRO
Regresando a casa para el Año Nuevo

Testimonio: Li Muzhen, mujer, 39 años
Lugar de residencia: callejón número 10 del distrito de Dongsi, Beijing
Fecha: marzo de 2004
Me comentó que fuera del pueblo no le faltaba nunca el dinero, aunque estuviese prohibido explicar lo que hacía para ganarlo. Le había comprado un anillo de oro y un collar a su madre, y le dije que yo no estaba al corriente de lo que hacía.

Tomando el tren 

Tras pasar unos días en el pueblo, tomé el tren para regresar de nuevo a Beijing y celebrar, en el que ya era mi hogar definitivo, las tan esperadas fiestas del Año Nuevo. El tren no tenía agua potable y se paraba a menudo durante mucho tiempo en otras estaciones, ya que ese trayecto no era directo. Todo el mundo llevaba, en cambio, Coca-Cola, y yo no era una excepción: la bebida embotellada, que era más barata que el agua purificada, la habíamos comprado en un puesto miserable junto a la estación de Dishui, en las montañas de la provincia de Hunan, al sur de China, y a mi hermano pequeño, que fue quien me la compró, la botellita le costó, creo recordar ahora, nada más y nada menos que cinco yuanes. Y yo como una desagradecida, y a pesar de que me moría de sed en ese tren, ni siquiera me la bebí entera. En total, en ese departamento del tren había unas siete personas entre carpinteros, pintores de brocha gorda y sastres que se ganaban la vida haciendo remiendos baratos. Viajaba también una mujer de un pueblo llamado Wangzha, en la misma provincia de Hubei, cuyo hijo había abierto un taller de confección en Beijing y se había especializado en hacer prendas rellenas de plumas que pasaban por ser el último grito de moda en China. Esa mujer y su hijo vivían en Macheng que, al igual que el cun (el pueblo) de Wangzha, estaba situado al este de la provincia de Hubei, y habían tomado juntos el tren. Ella llevaba puesto con orgullo uno de esos abrigos acolchados rellenos de plumas, que, seguramente, provenía de la fábrica de su hijo. La chaqueta no era de buena calidad y se encontraba ya en todas partes a un precio muy asequible. Toda hija de vecino, de no muchos recursos, la llevaba puesta y daba la misma apariencia triste y monótona. Las costuras se abrían rápidamente porque estaban cosidas de cualquier manera y por ellas salían las plumas blancas. Acompañaba a la hija de su hermana hasta la fábrica de su hijo para que trabajase ahí y así asegurarse una manera decente de ganarse la vida, aunque desconocía el sueldo que le esperaba.

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