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‘Los lenguajes de la identidad’, de Julieta Piastro

RICARDO MARTÍNEZ.

La misma palabra subversión lleva en sí una razón ‘etimológica’ de creación. Podría sostenerse, incluso, que no se crea algo a favor de, sino en contra de, en contraste con. Y ello no como desafío, sino como aportación, como un rasgo de valentía (de aventura) de la inteligencia. La obra de Freire respecto de la educación, de Marx en el código de las valoraciones sociales y en relación con el trabajo humano o de Wittgenstein en lo que se refiere a las interioridades del lenguaje (todos ellos autores citados por la profesora Piastro) ¿no constituyen modelos de una forma de pensar distinto, de una forma de comportamiento a la contra sin constituir por ello un ejercicio de destrucción sino de creación?

El disenso, la razón dialéctica consciente y profunda ha llevado a planteamientos muy dispares en todos los campos del pensamiento, y la autora cita, a propósito de una distinta concepción de los hechos, de la realidad fehaciente, un ejemplo muy preciso y duradero: “El hecho de pensar y replantear la cuestión identitaria aparece también como una necesidad de repensar la historia después de la Segunda Guerra Mundial. De ahí se generan dos tendencias aparentemente antagónicas. Por un lado, un esperanzador ideal de unidad que apunta hacia la construcción de una identidad cultural europea. Y por otro, el cuestionamiento de los Estados nacionales formulado por aquellos a los que les incomoda profundamente el hecho de que un Estado tenga el monopolio de la llamada identidad nacional y que de esa manera ejerza también el derecho a trazar los límites entre el nosotros y el ellos”. Cuestión esta, diríase, de perfecta vigencia: solo hay que atender a la realidad política europea actual para advertir la profundidad del disenso.

Aludiendo a esa hipotética cultura europea, tan en exceso esgrimida históricamente como una aparente unidad de significación, de acción, habría que airear la memoria para advertir que el distinto, el discutidor de la norma establecida, después de ser castigado en la mayoría de los casos, ha debido ser reivindicado después con el reconocimiento y los honores merecidos; porque su rebelión fue, sencillamente, la semilla de una nueva forma de percibir la libertad. Y ello en los campos más distintos: Servet en medicina, Copérnico en astronomía, Freud en la valoración del inconsciente…

“Cuando la historia adquiere todo su sentido –leemos más adelante-, la narración se acaba, de la misma manera en que al aparecer una fuga de sentido, la sesión se corta” Más, “quedan tantas cosas por decir…” Es probable, es probable que siempre hayamos de convivir en esa profunda dialéctica constructiva, haciendo necesarios los valores de la consciencia individual, de la voluntad.

“Algo nos duele, ¿la historia?, ¿lo significativo?, ¿el corte?. ¿encontrarnos de nuevo, solos, ante una realidad tan aparentemente real o habernos perdido en la ficción de una transferencia?”

Acaso lo pertinente, lo necesario, lo obvio, es que “hemos traspasado las fronteras, los límites del inconsciente y resulta imposible echar marcha atrás”

El hombre distinto como el hombre creador.

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