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‘Lotavianos’, de Damián H. Estévez

Por Claudia Guzmán

Lotavianos, Damián H. Estévez.

Ediciones Aguere-Idea, 2019, 312 pp.

El escritor canario Damián H. Estévez ha imaginado una isla, una isla llena de detalles, desde sus accidentes geográficos hasta sus pueblos y ciudades, desde sus monumentos hasta sus tiendas y parques. Y dentro de esa isla ha colocado a innumerables personajes que hacen su vida en ella. Un dato curioso de esta Lotavia es que forma parte del archipiélago canario, viene a ser algo así como la octava isla, la isla inexistente. Quizás esta aparente distanciamiento de la isla imaginada no sea más que una forma de ganar libertad a la hora de construir las historias.

A medida que el lector va pasando página tras página de Lotavianos, lo primero que llama la atención es la capacidad de dar vida a personas tan diferentes y hacer que estos personajes aparezcan aquí y allá. Y es que los personajes convocados en este libro de relatos del que estamos hablando, Lotavianos, provienen de otras historias del autor, que ha ambientado en Lotavia los cuentos de dos libros anteriores (Lo que queda en el aire y En el aire queda) y también una novela (Quién como yo). Creo no equivocarme si veo en esto una especie de juego del autor con el lector, como si nos guiñara el ojo para descubrir las pistas. Aunque bien es cierto que cada trama puede seguirse sin necesidad de conocer las obras anteriores, ya que son autónomas y el autor se afana en proporcionarnos los detalles necesarios para provocar una inmersión completa en sus páginas. Accedemos a datos sobre la historia y la geografía de Lotavia en algunos cuentos, con lo que la lectura tiene también algo de travesía por un mundo nuevo.

Aparte de presentarnos a personajes muy variopintos, también son diversos los escenarios en los que se mueven y los conflictos y problemas que afrontan. Cada cuento de Lotavianos es un mundo en miniatura. La pluma del escritor no tiembla a la hora de retratar sucesos duros, de esos que marcan la vida de una persona para siempre. En Lotavianos nos vamos a encontrar historias de distinto tipo –no parece haber un hilo conductor del conjunto más allá de la isla que los aglutina– , pero por encima de todo lo que deja huella es el trazo de los personajes: personas que han sufrido abusos o injusticias, que acarrean con sus recuerdos traumáticos, que descubren lo doloroso del amor cuando descienden a tierra, que se recrean en la belleza. Hay algo de Chejov en este retrato de la vida cotidiana y también en esta puesta en escena de dramas y personajes profundos captados en instantes esenciales de su existencia. El autor crea impresiones muy vívidas en los relatos.

Lo mejor del libro, con todo, es el mimo y el cuidado que pone el escritor a la hora de construir cada frase, cada párrafo, cada descripción, cada pensamiento de un personaje. Diríase que Damián H. Estévez ejerce su oficio como artesano, con pasión por la palabra, esmerándose en retratar la vida humana en todo lo que de miseria y esplendor contiene.

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