¿Quién es el señor Schmitt?, una muestra de teatro del absurdo de lo más reflexiva y profunda

Por Ana Riera

 El señor y la señora Carnero se sientan a cenar como otra noche cualquiera en la mesa de su salón. Llevan 25 años casados. Quizás por eso apenas intercambian unas palabras. De repente, suena el teléfono. Hasta aquí una escena de lo más anodina y cotidiana que seguro que se repite cada día en miles de hogares. A no ser por un pequeño detalle. Los señores Carnero no tienen teléfono. Podrían olvidar el asunto sin más, pero el teléfono insiste. Varias veces. Cuando consigue localizar el aparato, el señor Carnero contesta. El interlocutor que está al otro lado de la línea insiste en hablar con un tal señor Schmitt. Pero no acaban aquí los sucesos extraños. El matrimonio Carnero descubre que están encerrados dentro de su vivienda. Aunque en realidad su casa no se parece a la casa de siempre. Cuando se paran a contemplarla con detenimiento se dan cuenta de que no reconocen los libros de la estantería, ni el cuadro que preside el salón, ni la ropa que hay en el armario. El pánico se apodera de ellos. No entienden nada. ¡Es una verdadera pesadilla!

Este es el sugerente punto de partida de la obra ¿Quién es el señor Schmitt?, escrita por el dramaturgo francés Sebastien Thiéry y que en esta ocasión versiona y dirige Sergio Peris-Mencheta, toda una garantía ya que este hombre polifacético parece convertir en oro todo lo que toca. Se trata de una original propuesta que parte de la comedia para llegar a la tragedia pasando por el thriller de suspense y el drama. Un texto que en realidad tiene muchas capas y, por tanto, varias posibles lecturas.

Estamos ante una bella muestra del teatro del absurdo del que Thiéry es sin duda un alumno aventajado y que exige a los actores un ejercicio de verdadero virtuosismo y al director de escena un gran trabajo, ya que resulta fundamental para que el espectador, y los propios actores, puedan discernir quién es quién, y para dar sentido y cohesión al conjunto.

Excelentemente dirigidos por Peris-Mencheta, los actores se dejan la piel en el escenario realizando un trabajo de relojería suiza en el que no puede fallar ninguna ninguna frase, ningún tono, ni siquiera el más mínimo gesto. Javier Gutiérrez está impresionante en su interpretación del señor Carnero. Explota su vis cómica, pero de un modo comedido que resulta altamente efectivo para que el público empatice de inmediato con él y con la situación que le ha tocado vivir.  Cristina Castaño borda a una señora Carnero que empieza siendo una mujer sumisa y que a medida que avanza la función va adquiriendo nuevos matices y aristas. Xabi Murua dibuja un personaje fantástico sin decir ni una sola palabra. Quique Fernández está genial en sus dos creaciones, la de policía y la de psiquiatra. Y Armando Buika clava su papel breve pero esencial.

La escenografía de Curt Allen resulta muy efectiva y consigue sorprender al público con un par de trucos magistrales, como el del cambio de ubicación de la puerta o el del cuadro que se transforma. Una forma maravillosa de sugerir que no todo es lo que parece y que en esta vida es fácil confundir lo real con lo inventado. El vestuario, de Elda Noriega, y la iluminación, de Valentín Álvarez, actúan por su parte a modo de pistas para ayudar a discernir quién es quién en esta singular función.

La obra empieza muy arriba, siendo desternillante y sorprendente desde el primer minuto. Podría desinflarse pasado un rato, pero gracias a la genial dirección de Peris-Mencheta y al fabuloso trabajo actoral, no sólo no decae, si no que acaba con un final inesperado que resulta ser el colofón perfecto. Una propuesta inteligente y divertida que no deben perderse.

TEATRO ESPAÑOL. HASTA EL 10 DE NOVIEMBRE 2019