Noche de juegos, o el mundo de la pareja según Paula Guida
Por Ana Riera
Dos desconocidos, un hombre y una mujer, se encuentran una noche cualquiera en un bar de copas. Empiezan a hablar de cosas aparentemente intrascendentes, pero al poco rato se establece entre ellos una interesante complicidad que desemboca en una intensa atracción. Tras compartir varias copas y algunos chupitos, empiezan a flirtear de forma bastante explícita. Al final, acaban pasando la noche juntos en la habitación de un hotel.
Hasta ahí, nada del otro mundo. Se trata de una situación que seguro que se repite en algún lugar todas las noches del año. Chico conoce a chica, ligan, se enrollan. Sólo que en este caso, y en eso reside lo interesante de esta historia, casi nada es lo que parece en un principio y a simple vista.
La obra, ideada por Paula Guida y dirigida por Javier Albalá, resulta imaginativa y original. De hecho, la trama empieza de forma muy sugerente. La química que parece surgir entre ambos protagonistas atrapa en seguida e incita al público a querer saber más, a desear colarse en su alcoba mirando por la mirilla para ver si su historia se queda en una mera aventura de una noche o si va a ir más allá, si tiene algo más que ofrecer.
Transcurrida una parte de la función, se descubre el secreto que esconde la pareja y el interés por saber más crece de nuevo. La historia que se desarrolla entre ellos cobra otra dimensión y de repente sus miedos, sus fantasmas y sus deseos adquieren un nuevo sentido que enriquece la trama. La cosa promete.
En el tramo final, sin embargo, la historia se desinfla un poco. Las situaciones, los descubrimientos, dan paso a una confrontación dialéctica que resulta menos interesante que el resto. Es posible que se deba a que han sido muchas las expectativas que se han despertado, demasiado lo que se ha sugerido, para un final excesivamente manido.
A destacar en positivo el trabajo actoral.
Tanto la propia Paula Guida, que además de la autora del texto es una de sus intérpretes, como Esteban Ciudad, su compañero de fatigas sobre las tablas, realizan un muy buen trabajo en este exigente viaje emocional que desarrollan mano a mano ellos dos solos en el escenario. Van de menos a más. Paula Guida utiliza a la perfección su frescura y su naturalidad para adueñarse del papel y hacerlo suyo, como si fuera una segunda piel que se amolda perfectamente a ella. Esteban Ciudad, explotando los silencios y la expresividad corporal como armas complementarias del lenguaje.
Interesante también la sencilla pero acogedora escenografía propuesta por David Pizarro. El juego visual que crea utilizando el recurso de las sombras chinescas funciona de un modo muy efectivo. Con la ayuda de una simple cortina blanca y del juego de luces, nos regala una hermosa escena inicial y una escena de sexo de gran sensualidad. La iluminación de Juanjo Llorens, y la música de Esteban Ciudad acompañan a la perfección.
En definitiva, una obra interesante que nos habla de lo difícil que resulta a menudo comunicarse, de cómo una misma realidad es interpretada de formas muy distintas por cada uno de nosotros, de lo mucho que nos cuesta expresar nuestras emociones y de los numerosos filtros que nos ponemos para protegernos de los demás y de nosotros mismos.
DIRECCIÓN ACTORES: JAVIER ALBALÁ
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