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Mientras dure la guerra (2019), de Alejandro Amenábar – Crítica II

 

Por Luis Alberto Comino.

Alejandro Amenábar ha regresado a la producción nacional tras su periplo norteamericano (Ágora, Regresión), para contarnos su visión de los primeros meses de la sublevación militar del 18 de Julio y como colofón, de uno de los capítulos mas conocidos y a la vez mas oscuros del inicio de la Guerra Civil: El discurso, descarnado y personal, que Don Miguel de Unamuno hizo en el Paraninfo de la Universidad de Salamanca (su templo, en palabras del propio Don Miguel), el día de la Raza; 12 de Octubre de 1936, con la ya famosa frase de “Venceréis pero no convenceréis”, dirigida a los sublevados allí concentrados.

La película cuenta la historia a través de un personaje controvertido, sumido en las dudas tras el fracaso evidente de una República que él había deseado y apoyado, y que a su vez fue posteriormente tildado de traidor por ambos bandos: Miguel de Unamuno (Bilbao, 29 de septiembre de 1864-Salamanca, 31 de diciembre de 1936). Intelectual español, miembro de la ya de por sí abrumada Generación del 98 y abrumado a su vez por las terribles circunstancias del tiempo que le tocó vivir: La segunda mitad del siglo XIX y el primer tercio del XX. Intransigente y testarudo, aunque abierto pensador, voraz lector y conversador. Sus orígenes cercanos al ideario carlista, sus coqueteos juveniles con el socialismo y el librepensamiento ateo, abandonados por un cristianismo racional, su oposición frontal a la monarquía y a la dictadura de Primo de Rivera, que llegaron a costarle una condena a destierro, su apoyo y posterior desencanto con la Segunda República y su apoyo inicial al levantamiento militar que acabó con aquella, tras asistir aterrorizado a la barbarie y la violencia que provocó, le convierten en uno de los personajes principales de la llamada Tercera España, aquella que, abrumada y dolida por los abusos y desmanes de la República en la que habían confiado como regeneradora de un pais atrasado, creyó en el levantamiento militar como freno al descontrol y promotor del orden, para darse cuenta inmediatamente de que el orden que se proponía era simplemente la aplicación el terror mediante la aniquilación del opositor y del disidente, o simplemente del no afecto.

Mientras dure la guerra (título que hace referencia a la coletilla que el General Kindelán hizo al borrador del acta e la reunión, en la que se acordaba la entrega el poder absoluto a Franco y que, misteriosamente, desapareció del documento final), no es una película menor. Técnicamente es irreprochable, sin embargo peca de algunos defectos para considerarla una obra redonda, considerándola una obra sobre ideología. Seguramente sea el intento por parte del director de una justicia equitativa, lo no nos permite adentrarnos del todo en la trama ni posicionarnos dentro de la misma. Como el propio Alejandro ha comentado: “He escrito en conciencia, sin querer ofender a nadie”, y por ello nos ha querido contar la historia mas controvertida, pasional y desgraciadamente mas actual de España, desde una mesura y equidistancia no beligerantes.

Amenábar intenta mostrarnos el drama interior y exterior de España, sin mas artificio ni abalorio que la propia técnica cinematográfica. Pese a ello no deja de mostrarnos escenas enternecedoras, en las que el clímax de la cinta mejora notablemente, como la escena en la que Unamuno discute con su ex alumno y joven profesor Salvador Vila (que acaba con la detención de este de manera nada furtiva) y en la que ambos, desde posiciones bien distintas, se dan cuenta de que es precisamente la incapacidad para llegar a un acuerdo pacífico y mesurado desde posiciones contrapuestas, la que ha propiciado la sublevación y la llegada de los militares a Salamanca. Sin embargo, y seguramente en ese su intento de ser lo mas equidistante posible, pasa como de puntillas, sin querer ser explícito, por la violencia del momento, solamente perfilada en la presencia de esos militares y falangistas que, al grito legionario de “Viva la muerte”, se enfrentan al viejo y cansado escritor en el aula magna de la Universidad.

De lo mejor de la película es la magnifica interpretación por parte de todos los actores: Karra Elejalde está simplemente soberbio, en las antípodas de sus otros personajes, introducido tanto el cuerpo (magnífica caracterización), como en espíritu en el rol del intelectual bilbaíno. Nos permite ver en él al hombre que tiene nostalgias, dudas, que sufre sus perdidas, y a la vez es un ser integro, que se equivoca, pero sabe rectificar. Es el trabajo de Elejalde el que aúpa la cinta en los momentos mas memorables de la misma. Le acompañan en el elenco un sensacional Eduard Fernández, histriónico y excesivo tal y como era en realidad el mutilado General Millán Astray, papel que encarna a la perfección, y un buen reparto de secundarios: Patricia López Arnaiz (en el papel de María, la hija de Unamuno), Luis Zahera (en el papel del clérigo Protestante y Masón, Alejandro Coco, amigo y contertulio de Unamuno), Tito Valverde (como el General Cabanellas), Carlos Serrano-Clerk (como Salvador Vila), o un metamorfoseado en Nicolás Franco, Luis Bermejo, entre otros. Mención especial para el soberbio trabajo de un actor gallego al que hasta ahora solo había visto en papeles muy secundarios en la la serie Fariña o en El lápiz del Carpintero; Santiago Prego, en el papel del General Franco. Perfectamente comedido y centrado, trata de alejarse de los estereotipos del dictador y nos muestra toda su evolución humana en esos días de zozobra y confusión, para terminar convirtiéndose en Caudillo y por ende, en la persona mas poderosa de la España Nacional.

También son espléndidas la fotografía de Alex Catalán, incluidos los montajes sobre documentos de la época, y la música del propio Amenábar, lo que ya no nos sorprende, ya que ha demostrado ser un magnífico compositor de bandas sonoras.

Mientras dure la guerra, será sin duda una película que no dejará a nadie contento desde el punto de vista ideológico, (la ultraderecha ya ha afirmado que el film es “biológicamente violento” (sic) y que atenta contra los menores, ignoro a que menores se refieren. La izquierda aún no se ha pronunciado, aunque seguramente lo hará en breve), pero si pueden estarlo desde el punto de vista estético y cinematográfico.

No se trata de un film menor, ni mucho menos, pero sí que es cierto que todos esperamos mucho más atrevimiento del Amenábar que nos alucinó con su Tesis o con Abre los ojos, ahora que ha avanzado muchísimo desde el punto de vista narrativo y técnico. Una película que hay que ver, con los ojos bien abiertos, no solo para acercarnos a la historia de España, sino también para acercarnos al personaje de Unamuno, no solo como escritor, sino también como hombre.

Quisiera hacer mención explícita a los larguísimos títulos de crédito finales, en los que el director y la productora, han querido dejar constancia de la complejidad y del enorme equipo humano que ha colaborado para la realización de esta película, haciendo mención a todos y cada uno de los integrantes del equipo, por muy pequeño, pero fundamental, que fuese su papel en el mismo.

 

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