‘Contra Amazon’, de Jorge Carrión

Contra Amazon

Jorge Carrión

Galaxia Gutenberg

Barcelona, 2019

172 páginas

 

Por Ricardo Martínez Llorca / @rimllorca

Pensamos que la inteligencia está diseñada para la creatividad, la aritmética, la memoria, las relaciones o la resolución de la lista de la compra, pero su función es, por encima de cualquier otra, la supervivencia. Las tortugas tienen su caparazón y los leones las garras, las ballenas el tamaño y las gacelas la velocidad. Por su parte, el ser humano dispone de un cerebro capaz de abordar problemas de muy diversa gradación, cuyo primer objetivo es la adaptación al medio. El pensamiento sería demasiado darwinista de no ser porque el medio lo está creando, a su vez, una parte de la estirpe de los humanos, con la connivencia de una buena mayoría, y no la deriva natural. Frente al medio artificial, de cemento y cristales, de algoritmos y Netflix, el cerebro humano se enfrenta a la paradoja de apañarse frente a un destino que, por fin, ha elegido él. Y el resultado es Amazon, es Tinder, el Ali Baba, es Facebook, es Google, es WhastApp y todas las aplicaciones del móvil, incluidas las de casas de apuestas; el resultado es la destrucción del entorno natural, al que debería adaptarse el cerebro, al que se ha ido adaptando a lo largo de siglos, gracias a invenciones como el arte, que en lo que nos atañe se refleja en la literatura, y su consecuencia, ese objeto llamado libro.

El sustrato sobre el que Jorge Carrión (Tarragona, 1976) construye las crónicas, entrevistas y ensayos que componen este volumen, Contra Amazon, puede antojarse hasta cierto punto reaccionario: el mundo ha sido mejor en algún momento anterior; la idea, sin embargo, dista de ser políticamente conservadora, como lo es la conservación ecológica o la preservación de culturas indígenas. Se trata de un concepto situado en un bando que Borges no dudaría en catalogar como anarquista: Carrión tiene fe en las personas, pero no en los estados; en cada uno de los textos, sobrevuela un empuje que pide que se impongan los sentimientos a los mercados. Carrión se apunta al pensamiento contraintuitivo atacando algo que, con mucha manga ancha y muy poco cariño, calificaremos como cultura oficial. Lo de oficial no tiene pérdida, pero sobre el concepto de cultura pueden correr ríos de tinta. A cambio, reclama la pervivencia del libro en papel, del librero y el bibliotecario como amigo, del autor en la proximidad y no en los pedestales, del amor al libro como objeto y a la literatura como sujeto. Aunque no todo el panorama sobre el que construye este ideario, que leemos entre líneas, es negativo y es conservador. Carrión se detiene en nuevas experiencias, mayormente asiáticas, que muestran cómo se puede actualizar nuestra relación con los libros y los textos, al tiempo que lamenta la desaparición de los lugares donde nos encontrábamos con ellos en un territorio más próximo.

El problema, seguramente, es que estos cambios, que han creado cerebros humanos con la única intención de ser ellos los que sobrevivan, en un purísimo ejercicio de darwinismo social, surgen con demasiada rapidez. Con poco más de cuarenta años, Carrión ya vive su pasado con una nostalgia que lleva a considerar, cada vez que se refiere a la infancia, a una época medieval. No hemos podido adaptarnos a la lectura digital y ya tenemos encima la siguiente etapa: la no lectura. ¿Leer post en redes sociales es lectura? ¿Es lectura abrir los libros de los youtubers que se venden en Carrefour? Lo que sí sabemos, seguro, es que leer Contra Amazon es literatura. Tal vez la más interesante que haya escrito Jorge Carrión, autor de novelas y libros de viajes, que como pensador va ganando con los años: siempre perceptivo, y ahora con un bagaje de erudición en el que sorprende la capacidad que tiene para asociar ideas. Un detalle de inteligencia, que no sabemos si es adaptativa, pero sí que se engloba en el planeta de la creatividad.

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