La Joven Compañía afronta “La vida es sueño” de la mano de Helena Pimenta
Por Horacio Otheguy Riveira
Se trata de un esfuerzo muy grande por parte de los actores de esta 5ª Joven Compañía que ha dado muestras de gran talento la pasada temporada, en general bien fogueados entre la alta comedia y la farsa. Ahora han de asumir personajes de otra consideración, dificultades mayores con el verso entre situaciones de alto voltaje y personajes clave de mayor densidad. Y si ellos han de vérselas con seres y situaciones dramáticas muy complejos, también equipara esfuerzos la responsable máxima, ya que mérito grande el de Helena Pimenta al revisitar su propia visión de La vida es sueño, puesta en escena en el Pavón en 2012. Aquello fue un trabajo encomiable, arriesgado, sin fisuras, con un concepto singular del gran espectáculo de mucha acción integrada en la poética filosofía calderoniana con Blanca Portillo en un Segismundo fantástico en el que se lograba la fusión intersexual del marginado en una especie de superación del ser o no ser que tan bien encarnó en su aventura del Hamlet de Tomasz Pandur. Ahora, pues, la veteranía de la directora guía, enseña y a su vez aprende de una juventud empeñada crecer entre clásicos con los mejores recursos posibles.
En el caso de la directora, en aquel montaje importaba la unidad del ser humano arrojado al abismo por prejuicios de su propio padre, la mayor autoridad en tanto rey, pero con insólita capacidad de reconducir los acontecimientos históricos con un lenguaje escénico notablemente influenciado por el cinematográfico. La técnica y el contenido de la obra de 1635 con las interpretaciones de hoy frente al abuso de poder, la lucha contra los prejuicios de clase y religiosos sigue vigente, mas la perspectiva cambia, los medios escénicos también, y si allá y entonces rodeaban a Blanca Portillo profesionales con sólida trayectoria, esta vez La Joven Compañía —siempre aplaudida en estas páginas— asume un trágico Calderón con el brío que la caracteriza, en busca de una tonalidad coral que aún ha de procesar función a función en una evolución inevitable para dominar ante el público los recovecos, las luces y sombras, los simbolismos, la amargura por la que deambulan sus protagonistas, y la eufórica comedia que por momentos les asiste. Muchas aristas que limar y muchos matices que abordar.
Luce la maestría de la puesta en escena en el campo audiovisual, con un atractivo espacio sonoro de Eduardo Vasco, y muchos detalles de rico poder hipnótico desde el comienzo en que un grupo de fantasmas impersonales tantea el espacio, amaga con hacerse visible, con traspasar las fronteras de lo soñado y lo vivido… hasta que empieza la función propiamente dicha con estupendos guiños para quienes seguimos toda la trayectoria de Pimenta: aquí y allá hay escenas que rememoran las de otros montajes para satisfacción de nuestra memoria (dejo librado a cada lector/espectador el rescate de tal remembranza). Es un placer añadido, ya que todo tiene el calor y color de una despedida muy sensible, pues se trata del último montaje de quien a su vez ha dirigido durante ocho años la Compañía Nacional de Teatro Clásico, si bien hacia finales de año regresará uno de sus últimos grandes éxitos, El castigo sin venganza.
El ímpetu de esta Joven Compañía tiene imaginación y creatividad suficiente para que a lo largo de estas representaciones vayan conteniendo su vigorosa manera de interpretar entre muchas estridencias corporales y vocales como si desde el comienzo dispuestos están para comerse el mundo calderoniano a dentelladas. Es este un espectáculo que necesita encontrar su dinámica, seguramente muy pronto por los elementos tan valiosos con que cuenta. Lo bueno de verles en las primeras funciones es que en los fallos o defectos se percibe, paradójicamente, la riqueza de la ambiciosa propuesta: una construcción fascinante que reclama un gran esfuerzo cotidiano, y cuando no está del todo asentada la historia que se nos quiere contar brota aquí y allá la densidad poética de lo inasible, del misterio que entreteje, precisamente, el enigma de lo vivido y lo soñado, de lo que se ha estudiado y de aquello que es necesario aprehender en cada jornada cuando en el silencio de un patio de butacas vacío se escucha lejano el rumor ansioso de los camerinos y poco a poco ya nadie es el mismo, ni el que llega portando una entrada, dispuesto a dejarse envolver por un mundo ajeno, ni el cómico que respira hondo y se acerca al escenario con pánico a olvidarse el texto. Entre todos fabulamos y construimos, y estos nuevos comediantes se exponen en primera línea, atreviéndose a un más difícil todavía en busca de la voz que clama al cielo con menos gritos y mayor gama de expresiones, de la ira que provoca escalofríos sin alharacas.
Lamentablemente en el programa de mano no se indica la relación intérpretes-personajes, de manera que sólo puedo mencionar positivamente —más allá del esfuerzo coral de toda la compañía— a quienes interpretan a Rosaura y Clotaldo. Por su parte, Segismundo y Clarín han de seguir buscando el tono, en la primera función notablemente sobreactuados, mientras todos los demás tienen bastantes escenas logradas, muy especialmente cuando intervienen musicalmente.
¡Ay mísero de mí! ¡Y ay infelice!
Apurar, cielos, pretendo
ya que me tratáis así,
qué delito cometí contra vosotros naciendo;
aunque si nací, ya entiendo
qué delito he cometido.
Bastante causa ha tenido
vuestra justicia y rigor;
pues el delito mayor
del hombre es haber nacido.Sólo quisiera saber,
para apurar mis desvelos
(dejando a una parte, cielos,
el delito de nacer),
qué más os pude ofender,
para castigarme más.
¿No nacieron los demás?
Pues si los demás nacieron,
¿qué privilegios tuvieron
que yo no gocé jamás?
AUTOR: Calderón de la Barca
VERSIÓN: Juan Mayorga
DIRECCIÓN: Helena Pimenta
REPARTO Íñigo Álvarez de Lara, Mariano Estudillo, Anna Maruny, Alejandro Pau, Aisa Pérez, Pau Quero, Alba Recondo, Víctor Sáinz, Irene Serrano, Fernando Trujillo, Juan de Vera, José Luis Verguizas
ASESOR DE VERSO Vicente Fuentes
ILUMINACIÓN Juan Gómez Cornejo
COREOGRAFÍA Nuria Castejón
ASESOR ARTÍSTICO José Tomé
ESPACIO SONORO Eduardo Vasco
ESPACIO ESCÉNICO, VESTUARIO Y SELECCIÓN DE FONDOS Mónica Teijeiro
AYUDANTE DE VESTUARIO Arancha Rodrigálvarez
AYUDANTE DE ILUMINACIÓN Pilar Valdelvira
ENCUENTRO CON EL PÚBLICO: 3 de octubre al finalizar la función.