Divertido show «The Chanclettes», un cabaret gamberro con mucho mensaje
Por Horacio Otheguy Riveira
Tres travestis barbudos valen por todo un festival de ingenioso desafío al llamado buen gusto y no menos socorrido orden establecido. Son chicos que se parodian a sí mismos y a los que se la cogen con papel de fumar, y a las mujeres estereotipadas, sin faltar risas a costa de los colegas hormonados y maquillados para creerse hermosas mujeres. Ellos no, nunca. Ellos avanzan por el escenario sin rimmel, sin hormonar y con toda la barba, pero eso sí, en el máximo de originalidad su desvergüenza tiene una ternura tan notable que desde el primer momento conquista a tout le monde, incluidas las parejas hetero de cualquier edad.
Niños grandes que festejan su poliamor trans, gay, bi e inconfesable a golpe de fonomímica muy elaborada y una sucesión de cuadros en un sube y baje de cabaret respondón, políticamente comprometido y sumamente histriónico, con cambios muy rápidos de vestuario para que todos festejemos el arte enloquecido del vive como quieras y riéte de todo lo demás.
Travesuras de dos actores que cumplen 25 años «Chancletteando», ambos distribuyéndose tareas de dirección, vestuario y producción —Josep Coll y Josep Mª Portavella—, ahora con «la pequeña» Xavier Palomino, también responsable de la coreografía de todo el espectáculo. Gente de teatro salvaje de la que hoy abunda en Compañías que se mantienen a flote con imaginación y mucho esfuerzo en un país con poca y ninguna sostenibilidad para los que van a contracorriente. Y para ser antisistema y pasárselo bomba, en primera línea estos cracks de la irreverencia que, como buenos catalanes, no tienen ningún prejuicio en mofarse de los independentistas, y como españoles de pro, meterse a saco con «el fachito del gobierno de hoy en Madrid» y cantar loas a Carmena. Todo dentro de un show verbenero, en el que también se permiten la seriedad para rendir homenaje a las grandes divas del cine internacional y españolísimo con meras imágenes que desfilan en eficaces vídeos.
Entre los cuadros más logrados, una versión de Heidi de superlativa eficacia, cuyos detalles no deben contarse en beneficio de la capacidad de sorpresa del espectador. Es el número más largo, incluye participación destacada de un espectador pillado al azar, y contiene una de las más brillantes parodias de la cursilería imperante, con un trabajo actoral sorprendente en la comunión del trío actoral.
Por lo demás no falta la sorna hacia la cutrez de la televisión franquista, los señores ridículos de todos los tiempos y las damas de alto copete que no tienen dónde caerse fritas. Todo sucede en un clima de distensión del que es imposible escapar por dos razones: porque la salida está junto al escenario y nos atraparían, y sobre todo porque no hay manera de enfadarse con ellos, ni siquiera considerando que por momentos se pasan dos pueblos, o tres, porque enseguida vuelven a ser los amigos más traviesos llenos de ganas de pasárselo bomba, sin descuidarnos a sus invitados, pidiendo nuestros aplausos, el acompañamiento en las canciones y la complicidad en lo ideológico con la certeza de que festejamos un nuevo Día del Orgullo en que, broma va, broma viene, rendimos homenaje a la libertad y el libertinaje de los demás, así como a nuestra propia capacidad de perder prejuicios y lanzarnos por la pendiente de una juerga cotidiana, como si todos fuéramos en Chanclettes al DPutuCool hoy… y mañana también.
TEATROS LUCHANA. DEL 29 de agosto al 21 de septiembre. Jueves 20,30,
viernes y sábados 22,45 horas.