Donde lloran los demonios. Pedro Martí

Donde lloran los demonios, Pedro Martí. Por Guillermo Gutiérrez.

Si hay algo que defina a esta novela y a su autor seguramente sea la palabra meticulosidad. Pedro Martí empezaba a apuntar maneras con su primera novela: La pieza invisible; un asesino frío y calculador y un detective con mucha personalidad dispuesto a dejarse arrastrar a los infiernos con tal de pillar al malo. Con la misma paciencia y atención al detalle del terrible Encerrador, Pedro Martí nos presenta de nuevo la historia de un caso que parecía cerrado.

Basta con echar un vistazo entre las páginas para darse cuenta del salto de calidad desde la primera novela. Dokusou ediciones apuesta fuerte con una edición cuidada en la que juegan con el recurso que popularizó Michael Ende, páginas blancas para los personajes del lado de la ley y páginas negras para los oscuros pensamientos del villano. Pero no todos los cambios vienen por fuera, se nota que el autor ha cogido músculo y que esta es realmente la historia que quería contar sobre Cesar Giralt.

Vayamos al principio, llueve en Barcelona y lloran los demonios. Han pasado siete años desde que el inspector Cesar Giralt se enfrentó a uno de los peores asesinos en serie que se hayan conocido, El Encerrador. Llueve en Barcelona y lloran los demonios cuando aparece varado en la playa el cuerpo de una mujer, en idénticas circunstancias que las víctimas del Encerrador.

¿Es posible que se trate de un imitador? ¿El asesino de la hermana de Cesar ha vuelto de entre los muertos? De nuevo el mismo caso, el mismo malo, el mismo detective. Pero esta vez todo ha cambiado. Cesar cena verduras hervidas y paga un precio por su pasado. Llueve en Barcelona, pero las lágrimas van por dentro.

No resulta necesario haber leído la primera novela para disfrutar de esta nueva investigación que tiene que comenzar casi desde el principio. Se nota que Pedro se estaba guardando lo gordo para cuando cogiera más tablas. La conclusión final de la historia de Cesar y El Encerrador es despiadada y demoledora. Si en La pieza invisible el calor sofocante se mezclaba con el agobio y las prisas por pillar al asesino; en Donde lloran los demonios el clima de otoño forma un correlato perfecto con los estados de ánimo de los protagonistas. Las lluvias y el viento agitan por dentro y por fuera mientras que los delirios de la fiebre atormentan la catarsis final.

Donde lloran los demonios es una novela adictiva, el ritmo y el buen hacer de narrador de Pedro consigue que las páginas pasen volando y los personajes, especialmente Cesar Giralt, están muy bien construidos. Las escenas en comisaría resultan de lo más creíble.

Lo que quizás no resulte tan verosímil sea esa estructura cartesiana de la novela de detectives en las que las líneas entre el bien el mal esté tan separadas y al final la lógica y el trabajo del detective nos devuelvan a la normalidad. En eso Pedro lo tiene claro, lo suyo es una novela detectivesca clásica que cita a Raymond Chandler y a Seven. Un terreno en el que es difícil innovar, pero en el que siempre hay sitio para una buena historia y tan bien contada como Donde lloran los demonios.

 

Guillermo Gutiérrez, profesor de género fantástico en Cursos Culturamas

 

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