‘Herido Leve’, de Eloy Tizón
PEDRO PUJANTE.
No existe más acertada autobiografía intelectual de un escritor que un catálogo de sus lecturas, recorrer su biblioteca (anotada y comentada) y descubrir sus filias literarias, sus devaneos con autores de diversos géneros, estilos y latitudes. Y viceversa: no hay mejor forma de acceder al corazón de la literatura que a través de un lector omnímodo como Eloy Tizón, un autor que es capaz de iluminar con su sabiduría, su intuición y su tremendo bagaje cultural.
Herido leve es una guía amena sobre literatura (sin etiquetas, sin cronología), pero sobre todo es una historia privada del alma lectora de Eloy Tizón. También es mucho más. Porque aquí no solo se encuentran las reflexiones insípidas de las lecturas que han alimentado su tiempo y su felicidad. También atraviesa, entrelíneas, el relato de una vida dedicada a escribir y a leer. Pienso, en este sentido, que la crítica literaria, cuando es coherente y perspicaz, es el mejor ejemplo de simbiosis entre lectura y escritura, entre vida y arte. Sobre todo cuando el que vive la literatura es un gran escritor comprometido con ella, que profesa una lógica y una ética que va más allá de la mera estética, que reflexiona el arte de escribir como si los libros fuesen sagrados (con devoción, con admiración y respeto). Y que traza, con su análisis y su serena y clarividente mirada crítica, una ruta de lectura.
Más de treinta años de lecturas amueblan este libro-casa, un volumen en el que cabe todo y en el que el lector se ve obligado a perderse (deliberadamente y feliz) con la intuición de que cada capítulo nos enseñará una puerta nueva, un autor raro, un libro desconocido o genial. Reveladores retazos en los que descubrimos a autores poco transitados (Christa Wolf, Fritz Zorn, Francis Iles…), pero también páginas conmovedoras sobre algunos de los grandes escritores de todos los tiempos (Cortázar, Sebald, Chéjov…). Memorables a mi parecer los textos dedicados a teorizar sobre la libertad del cuento y también aquellos fragmentos de vida en los que, junto a Carmen Martín Gaite y otros grandes escritores, confeccionaron el fanzine El Interlocutor Exprés, una suerte de experimento colectivo y semiclandestino. Y otros que se acercan al relato, a ese género en el que todo cabe.
En Tizón (los que hemos leído sus cuentos, novelas y artículos en prensa con fruición no estamos sorprendidos) se percibe una querencia por el estilo. Todos sus textos destacan por su calidad literaria, lo que es de agradecer cuando nos sumergimos en los procelosos mares de la crítica literaria. Tizón escribe con gracia, dotando al ensayo literario una densidad que oscila entre la objetividad comedida y la subjetiva mirada del lector, un lector atento y sensible que bosqueja, en cada una de las páginas aquí recogidas, una línea sobre la que caminar feliz.
Entrar en Herido leve es sumergirse en un mundo inmenso de lecturas y libros, pero que todo amante de la literatura abrazará con felicidad. Como él mismo afirma “todo escritor valioso es una anomalía”. Eloy Tizón es uno de esos escritores cuya obra brilla con la intensidad de las gemas extrañas. Un raro.