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Literatura e instrucción

RICARDO MARTÍNEZ.

“Alguien que deseara seriamente una ilusión la tendría más allá de sus deseos” escribe Vauvenargues en uno de sus aforismos, incluido en esta magnífica edición de  título genérico ‘Moralistas franceses’ y que nos presenta como novedad la editorial Berenice. Es de tener en cuenta que afloran, también, como es previsible, a lo largo del denso texto, pensamientos sublimes correspondientes a otros autores que denotan, y definen, el contenido instructivo y moralista (si bien yo no diría que tal formulación ética es la premisa definitiva de lo que acoge este libro, por cuanto se advierte también alguna forma de pensamiento más próximo a la heterodoxia –aunque ésta sea estética- y hacia un criticismo enciclopédico que alienta, sin duda, una invitación al ejercicio supremo de la libertad en el pensamiento del hombre); reparemos, si no, en lo que escribió el gran Joubert, quien en vida no tuvo la voluntad de dejar constancia escrita, impresa en libro, de sus hondos y alusivos pensamientos, y sin embargo éstos, gracias a ediciones póstumas, han pasado a ser considerados un verdadero patrimonio de pensamiento en la literatura francesa. Por ejemplo: “Hay pensamientos luminosos por sí mismos. Hay otros que sólo brillan donde están. Es difícil ver la manera de desplazarlos sin apagarlos” Quizás aquí resida la razón de su obra inédita. 

“Los textos incluidos en esta selección –se nos aclara en la nota introductoria- aparecieron a lo largo de un período de más de siglo y medio, que se extiende desde la época de apogeo del reinado de Luis XIV a la restauración borbónica del XIX” El título genérico de Moralistas franceses ha de entenderse a sabiendas de que ‘solemos asimilar moralista al tratadista de moral, a la persona que se propone la enseñanza moral, entendiendo por moral un conjunto de normas y principios’. Esto supondría que sus obras  ‘tienen un carácter prescriptivo; se proponen una enseñanza basada en una moral religiosa (en este caso católica) o en una moral laica’ Sin embargo –y tal como hemos señalado más arriba-, ‘los escritos de los principales moralistas franceses responden mal a la definición anterior’

De hecho, Vauvenargues llamaba a La Rochefoucauld ‘filósofo’ y a La Bruyère ‘pintor’ Junto a estos autores ya citados, debemos resaltar también aquí los textos de Pascal Nicolás de Chamfort.  

Me parece oportuno señalar que, en buena medida derivado de la influencia de estos escritores, granó recientemente en nuestro país el cultivo del aforismo –fórmula literaria cultivada con frecuencia por parte de  estos pensadores citados- habiendo obtenido en poco tiempo ejemplos muy considerables de una prosa muy digna, unas veces procedente de voces poéticas y otras más vinculada a la narración o a una intención directamente moralista. Sirva ello de premisa para apostar por la lectura de este libro lleno de enjundia instructiva, de una prosa muy cultivada y rica por exigencia de la definición más precisa, y cuya compañía, por tanto, aportará al lector actual no solo gozo estético y literario-reflexivo, sino un aprendizaje moral (en el sentido más amplio, de invitación a una percepción critica de la realidad, ya sea en el plano religioso o laico) que será bien oportuno en los tiempos de zozobra que nos sustentan.

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