ENTREVISTA/ Socorro Venegas: ‘Los personajes de ‘La memoria donde ardía’ son sobrevivientes’

SONIA RICO TRUJILLO.

Socorro Venegas es una escritora y editora mexicana que ha venido a España de la mano de la editorial Páginas de Espuma. Es una suerte que una editorial dedicada al cuento nos descubra y acerque a autores que, de otro modo, pasarían inadvertidos para el público español. Es indudable el buen criterio de Juan Casamayor para construir su catalogo y en estos cuentos Socorro se nos muestra como una autora con un discurso coherente y a la vez esperanzador. 

A la mexicana le gusta crear ficción a partir de personajes que han pasado por una pérdida, una enfermedad, un desamor e incluso habla de una mujer para la que el embarazo supone una catástrofe en su vida. Los cientos nos hablan de dolor pero ¿quién no ha estado ahí?

Sigue leyendo para saber qué le inspira a la autora a hablarnos de estas situaciones límite.

-Socorro, el título que da nombre al libro es de uno de los cuentos y parece que tiene algo que ver con Quevedo.

Así es. Es un verso de un soneto de Quevedo, y me gusta porque significa un desafío a la muerte pero también a nuestra capacidad para seguir viviendo y amando a pesar de lo mucho que podemos perder en el camino. 

-Los cuentos parecen escritos con cierta distancia en el tiempo. Les has dado aire a los personaje para que puedan mostrarnos su reacción desde otro lugar, ¿por qué decidiste hacerlo así?

Los personajes de mi libro son sobrevivientes, entonces era muy importante contar sus historias desde un lugar donde ya pudieran lamer la herida, sin el dolor de lo inmediato. La distancia a la que te refieres es indispensable para encontrar la voz que va a narrar. No un aullido. 

-En la presentación mencionaste a Horario Quiroga quien en su decálogo para escribir cuentos decía que no debían escribirse desde la emoción si no dejarlo para más tarde.

Quiroga recomendaba dejar pasar la emoción y luego evocarla. Creo que es en esa evocación, en la reconstrucción de la memoria, donde puede estar la literatura. Es decir, no se trata de escribir un testimonio, sino de tomar una experiencia poderosa y llevarla a otro punto, revestida de todo aquello que sea necesario, al servicio de la ficción, sí, pero con alma. 

-En el primer cuento, “Pertenencias”, hay una frase que encierra todo el dolor de la perdida: “Uno puede morir de desesperación si piensa en cómo un sillón sobrevive a un ser amado”. Hay mucha poesía también en ellos.

Soy lectora de poesía y me dejo influir por lo que leo, por la búsqueda de los poetas, que logran imágenes donde se dice lo que tal vez necesita, en una novela, de muchas páginas. Buscar la poesía en la escritura del cuento me parece que es una de mis necesidades más patentes.

-Hablas también del cuadro de Goya, “El   perro semihundido”, y parece una metáfora de lo que les pasa a estos personajes de tus cuentos.

Por supuesto. En ese cuento hay un momento en que uno de los personajes se pregunta “Quién no es o ha sido un perro semihundido”. Es más que una metáfora, es una oportunidad para entender que todos hemos sufrido pérdidas y podemos compartir el dolor de nuestras memorias. No sabemos si el perro en la pintura de Goya terminará por hundirse o saldrá de ese desierto que puede ser su tumba. Esa es la ambigüedad de la vida y la disyuntiva de los sobrevivientes. 

-En el cuento “La gestación” hablas de una mujer que siente rechazo al saber que está embarazada. Siento curiosidad por saber cómo se ha recibido este enfoque sobre la maternidad en México.

Creo que no ha sido leído como un cuento sobre la maternidad, sino como un relato que presenta una situación extraña o absurda. Un juego con el tiempo. También siento curiosidad por la reacción de los lectores a los cuentos de mi libro en los que se presentan maternidades “anormales” o monstruosas.

-Vienes de haber escrito novela, ahora cuentos ¿porqué estas historias las concebiste como cuento y no como novela?

Así nacieron. Estas historias no reclamaban la extensión de una novela. Pero sí pedían la intensidad y el aliento poético que un cuento puede alcanzar. 

-Volviendo al perrito semihundido de Goya, a esa metáfora, decíamos que el lector, como el que observa ese cuadro, decide si el perrito se salva o no. ¿Para ti se salva o se hunde?

Algo que decidí conscientemente al mirar el cuadro fue no sacar conclusiones. Creo que eso es lo que Goya logra: suspender el tiempo, perpetuamente esa criatura seguirá atrapada en mares de dolor e incertidumbre. El espectador se preguntará siempre si logrará salir o no. De la misma forma que en momentos de crisis uno se pregunta lo mismo. Me parece más importante la pregunta. La respuesta, tal vez, nunca nos pertenece.

-Trabajas tus cuentos como una obra de relojería ¿Cuál sería el primero de tus consejos en un decálogo para cuentistas?

Quitar más de lo que ponen. Tratar de llegar al hueso de los personajes, buscar lo esencial y quedarse con eso.

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