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El controvertido artista Abel Azcona publica ‘Los pequeños brotes’

REDACCIÓN.

Dos Bigotes publica Los pequeños brotes, la primera obra narrativa del artista Abel Azcona, en la que revisa su biografía y los acontecimientos que le han marcado a lo largo de toda su vida, desde lo más familiar hasta lo sexual y psicológico, a través de textos breves y directos -de «pequeños brotes»-. No es casualidad que esté escrita desde su exilio en Lisboa: Los pequeños brotes recoge parte del proceso judicial de Abel Azcona. En 2015 la Asociación Española de Abogados Cristianos interpuso una querella criminal por un presunto delito de profanación y otro contra los sentimientos religiosos por su obra «Amén», en la que escribió sobre el suelo la palabra «Pederastia» con hostias consagradas. La Audiencia de Navarra archivó la querella, sin embargo, Azcona fue llamado a declarar ante el juzgado de Berga (Barcelona) por la misma obra  -que expuso en 2016 en esta ciudad-. Él ya ha faltado a dos citaciones: una en febrero y otra en mayo, muy recientemente. Ahora, de vuelta en su país, presenta su libro más personal este viernes 15 de junio en la sala teatral El Umbral de Primavera (Calle de la Primavera, 11, Madrid) a las 12.00 horas, junto a la actriz y directora Leticia Dolera. Ese mismo día, a partir de las 18.30 horas, firmará ejemplares en la caseta de la librería Berkana (108) de la Feria del Libro de Madrid.

Este último hito contencioso se suma a las controvertidas obras de Abel Azcona -y, de alguna forma, se convierte en una de ellas-, marcadas por discursos políticos en torno al cuerpo, la prostitución, la libertad de expresión, la sexualidad, la gestación, la disidencia, los derechos humanos, las injusticias sociales, el género, la diversidad, el feminismo, las desigualdades, el terrorismo o la religión, fruto de una vida atravesada por el abandono, el abuso y maltrato infantil, la privación de libertad y, de nuevo, la prostitución. En Los pequeños brotes el artista, cuya obra ha recorrido más de 80 países, se sincera y muestra un compendio de experiencias que ayudarán a los lectores y lectoras a comprender la complejidad de un artista tan genuino y brillante como polémico. Desde su concepción disidente del arte («los artistas debemos utilizar el arte para implosionar el sistema») hasta sus relaciones afectivas y sexuales con hombres y mujeres, pasando por una crónica de sus viajes, inauguraciones y vicisitudes como artista y de algunas de sus numerosas y célebres exposiciones y performances, como «El siguiente», «Las horas» o «Empatía y prostitución». En esta última, por ejemplo, explora la explotación económica del cuerpo: Azcona ofreció el suyo propio para que personas voluntarias lo tocaran, abusaran de él o lo maltrataran por un irrisorio y simbólico precio.

Su discurso contra la prostitución, la marginalidad y el abuso tiene que ver con su propia biografía, que desgrana poco a poco en su primera obra narrativa. Su «herencia» viene dada porsucesivos abandonos: el de su madre biológica -prostituta y drogodependiente-, primero; y el de su familia de crianza, de acogida y adoptiva, después. Este último en concreto le convirtió en un «sintecho» con solo dieciocho años. Sobre esto, escribe: «En los diecinueve meses que habité las calles de Madrid viví en primera persona varias experiencias relacionadas con el abuso sexual y con la prostitución. Durante años, estas relaciones las he incluido como proceso artístico dentro de mi obra, restando importancia al hecho de encontrarme sin hogar en aquel momento o en situación totalmente precaria». De esta forma, «volvía de forma regresiva a ser quien había sido: el niño nacido de una mujer avasallada por la heroína y el abuso del hombre y el mercado».

Su compleja percepción del sexo -en ocasiones traumática- («cuando me veo desnudo ante alguien, siento una regresión a la infancia que me vuelve vulnerable») se suma a la pesada influencia del entorno católico de Pamplona en el que se crió, unos primeros años de vida en los que “abusaron” de su cuerpo y durante los que vivió «faltas de cuidado y humillación». Los pequeños brotes repasa las circunstancias que marcarán toda la obra de Azcona en un intento de empatizar con su madre y buscar su identidad, pero también recorre y profundiza en los abusos y formas de atentar contra los derechos humanos que el artista denuncia continuamente. De ahí su crítica contra la prostitución, su discurso a favor del aborto y la eutanasia y sus polémicas obras contra el clero.

Sobre todo estas últimas le llevan hacia otro campo de reflexión: ser artista hasta las últimas consecuencias. Allí es donde tienen lugar sus episodios de denuncias, detenciones y, finalmente, el exilio en Portugal: «Resulta irónico que, después de múltiples experiencias marcadas por el abandono, sea yo el que deba abandonar. Abandoné mi casa, abandoné a compañeros, abandoné mis libros y abandoné lo que yo era en aquel entorno. La represión a la subversividad es implacable. O asumes su dictamen, o subyaces al ostracismo diseñado y construido para ti». Los pequeños brotes torna así en un libro total: no solo sobre el artista y su obra, sino también sobre lo que ha influido en ella y le ha convertido en creador a él, esto es, las problemáticas políticas y sociales presentes en la vida española por las que finalmente está siendo perseguido en pleno siglo XXI.

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