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CRÍTICA I ‘Un paseo por las ruinas del celuloide’

PEDRO PUJANTE.

Conocí por ver primera a Alberto Ávila Salazar por la lectura de La mitad de un monstruo, una novela tan extraña como oscura, que recreaba un insólito ambiente futurista, onírico y muy sugerente. Ahora, ha caído en mis manos este libro: Metraje perdido. Un breviario del cine invisible (Archivos Vola, 2019).

Como escritor siempre me había interesado por obras literarias perdidas, por aquellas escrituras que el tiempo borró y jamás nos han llegado. Pero reconozco que nunca había reflexionado acerca de aquellas cintas de celuloide que se han perdido para siempre, relatos también, pero que nos parecen tan modernos, en comparación a las narrativas literarias, aunque ya ha pasado más de un siglo desde su génesis. Alberto Ávila Salazar ha escrito, no obstante, este interesante ensayo en el que realiza un recorrido por los anaqueles del cine invisible y nos habla sobre ciertas películas que la historia ha borrado. Por incendios, censuras, extravíos o simplemente porque en sus inicios, el cine al ser de carácter meramente comercial, no asumía su relación con la posteridad y los rollos de películas eran mal cuidados e incluso tirados a la basura tras haber sido usados. Así, en los albores de la industria cinematográfica se perdieron metrajes de Méliès, una cinta de Hitchcock o de muchos otros grandes pioneros del séptimo arte. Encontrará aquí el lector anécdotas, historias, curiosidades, como la opera prima del irrepetible Rodolfo Valentino o un capítulo dedicado al cine fantástico, con adaptaciones de Wells o un Drácula anterior a Nosferatu que jamás podremos disfrutar. También dedica Ávila Salazar un capítulo a los dibujos animados y otro al cine español, el cual también sufriría daños de este incendio purificador y maldito que son el tiempo y la desidia. Hay casos llamativos, que se remontan a los años 70 y 80 y que, en ocasiones, sí se han podido rescatar de un modo casi milagroso.

Este libro es un paseo delicioso por la cara oculta del cine, esas películas que habremos de imaginar porque jamás podremos enfrentar en una sala de cine. Trastear entre películas perdidas es, como explica el autor de este peculiar e interesante ensayo, como pasear entre ruinas.

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