Nertobriga Concordia Julia
por Kika Sureda
Las ruinas de esta ciudad, descubiertas en 1893 y cuyos trabajos de excavación fueron proseguidos a partir de 1895, han sido así descritas por Mélida en el Catálogo monumental de España, partiendo para efectuarlo de la ermita de San Frutos, situada al Noroeste.
“Desde la ermita, dice, al núcleo principal de las ruinas se encuentra un estanque de peristilo, depósito o piscina, rectangular, con su boca de desagüe, cuadrada, en un ángulo. Hallase después, a partir del lado meridional de la muralla, perpendicularmente a ella, una línea regular de construcciones que va de Norte a Sur y que parece, en su mayor parte, resto de un vasto edifico que pudo ser unas termas públicas. Hay que señalar aquí una habitación de ingreso y otra en cuyo fondo se dibuja un semicírculo o ábside y cuya traza es la típica de las curias romanas. No parece este trozo de construcción corresponder al contiguo de las termas. Las habitaciones de éstas aparecen principalmente en dos crujías, separadas por un largo pasillo. De la crujía de la derecha, solo puede señalarse una habitación cuadrada, con puerta a otra no descubierta. La crujía de la izquierda, que es la medianera con la curia, ofrece una serie de habitaciones cuadradas. A continuación hay un departamento en el que se reconoce el subterráneo típico (hypocaustum) de toda terma romana. Es un recinto cuadrado, en el que aparecen equidistantes, y en filas de a tres, nueve pilares de ladrillo. En los muros de Norte a Sur, junto a los ángulos, se ven dos conductos, el primero guarnecido de piedra y el segundo de baldosas de barro cocido. Por dichos conductos pasaba el aire caliente, que, por aberturas en dicho pavimento, debía de percibirse en la habitación de encima, o sea la destinada al baño de vapor. Con entrada por el pasillo hay dos cámaras pequeñas, absidiales, y por un pasadizo existente entre ellas se entraba en una sala cuadrada pavimentada de mármol blanco. Tiene puerta esta sala a una galería perpendicular al pasillo, con pavimento de mosaico negro y blanco, en el que se representa una cigüeña, y al opuesto lado de la galería hay otro grupo de habitaciones, de las cuales la mayor, contigua al pasillo, mide 7 metros de longitud y 5 de anchura; está pavimentada de mosaico. A su vez comunica esta habitación con otra idéntica. La primera de las tres tenía salida por la columnata a otra galería paralela a la anterior. Se abre en ella una escalera para subir a un piso superior. Detrás, al Sur, se halla por fin un espacio, acaso de un patio, embaldosado de pizarra y piedra con un pequeño estanque en el centro. A buena distancia, al Oeste, se halla un aljibe que comunica con una torre de registro, de la que subsiste una cámara abovedada.”
Excavaciones posteriores dieron por resultado hallazgos de ruinas y de objetos, entre ellos una sortija de oro. Siguiéndolas de Norte a Sur, desde el muro del castro, se halló un aljibe, una cámara circular, de tres metros de diámetro, con zócalo de mármol y cubierta con bóveda de piedra. En el fondo se hallaron restos cerámicos. Acaso se trata de una tumba, pues allí próximo se halló la lápida sepulcral de la sacerdotisa Flaccida, existente en el Museo Arqueológico Nacional. A 2 metros de esta construcción fueron descubiertas las ruinas de un edifico del que pudo apreciarse una habitación rectangular, con puertas al Este y Sur. Siguiendo dicha línea, entre nuevos restos de construcción fueron hallados los cimientos de una torre, rectangular, y a corta distancia al extremo meridional de aquella salió restos de un zócalo de piedra de sillería y de una columna de lo mismo que debió de corresponder a un edificio importante. Al noroeste fueron descubiertas dos habitaciones con parte de sus bóvedas de hormigón. De entre los restos y objetos hallados en estas ruinas existe un capitel de orden compuesto labrado en mármol, que hace las veces de pila de agua bendita en al iglesia del convento de Santa Claraa de Fregenal de la Sierra; otro corintio de mármol, utilizado con el mismo fin en la parroquia de Santa Catalina, y otro parecido al primero de los citados, que presta igual servicio en la iglesia de Bodonal de la Sierra; trozos de pavimentos de mosaico y un Calathus o cista mystica de bronce repujado y cincelado, inscripciones y otros objetos guardados en colecciones particulares.
Se cree que su ocupación se remonta a la época prerromana. Nertobriga aparece citada en las fuentes clásicas, griegas y latinas, como una población de la Baeturia Céltica, comarca lusitana, limítrofe con el mundo turdetano y posteriormente incorporada por Roma a su provincia Bética. Nertobriga se hallaba enclavada, en la imprecisa comarca de Baeturia. Plinio nos informa de la presencia de celtici, oriundos de los celtiberi. Monsalud y Mélida hablan de una citania en la parte más prominente de la ciudad, en la cima del cerro, aunque no hay nada seguro, sobre todo después de que los sondeos efectuados no aclarasen nada al respecto.
Ptolomeo se limita a proporcionarnos su situación geográfica. De mayor interés son las noticias facilitadas por Polibio, quien menciona la ciudad a propósito de su toma por las tropas romanas al mando del pretor Marcelo, al que se refieren las fuentes no puede ser otro que M. Claudius Marcellus. Plinio nos informa de los cognomina que se le adicionaron (Concordia Iulia) confirmados epigráficamente, y de su inclusión, dentro de la organización administrativa, en los conventos hispalenses.
En la últimas intervenciones arqueológicas se puede destacar por su monumentalidad y trascendencia, los hallazgos relacionados con los restos de un gran edificio dotado de un podio de más de tres metros de altura que sostenía dos templos gemelos de modulación canónica. Ambos templos presidían un área abierta lujosamente pavimentada con grandes losas de mármol en relación con el Foro municipal. Esta gran actividad constructiva y urbanizadora se fecha alrededor de finales del siglo I a.C.