La parte que falta
Por Àngels S. Amorós
Shel Silverstein (texto e ilustraciones), Karen Raicher Muscalu (traductora). La parte que falta (The Missing Piece). Madrid: Editorial Kafkian, 2019. pp. A partir de los años de edad.
“Busco la parte que me falta.
Busco la parte que me falta.
¡Yujuuu! Allá voy
buscando la parte que me falta”.
Cuando experimentamos la sensación de no sentirnos completos ni realizados hasta no conseguir lo que creemos imprescindibles para ser felices no estamos tranquilos. Es lo que le ocurre al personaje principal de esta historia que se dispone a cumplir su sueño y por eso emprende un viaje que le permite descubrir el mundo y conocer a otros. Disfrutará del camino porque está abierto a todo, pero cuando cree encontrar la parte que le falta y con la que encaja a la perfección todo cambia… pero no para mejor. Ahora que en verdad está completo “el otro” limita sus movimientos y coarta su libertad para disfrutar de lo que le gusta y la capacidad de decidir qué ritmo seguir en su camino.
En el libro, no hay que hablar de un desenlace positivo o negativo porque lo que en verdad transcede es el viaje, la búsqueda y todos los recursos que ponemos en marcha: desde la tenacidad para iniciar la marcha, la fe en encontrar lo que ansiamos y la fortaleza para soportar los embates de la vida. Lo más importante es el camino y todo lo que encontramos, incluso lo malo, nos ayuda a crecer. En algunas ocasiones sucede que pasa el tiempo sin encontrar lo que deseamos y otras veces descubrimos que lo creíamos que nos haría alcanzar la felicidad en realidad no es así.
Un homenaje a la individualidad, a la libertad en las relaciones de todo tipo y una advertencia a no obsesionarnos con encontrar a toda costa lo que pensamos que nos falta para sentirnos felices y realizados. Lo interesante de esta fábula con la moraleja repartida a cachitos desde el inicio de la historia, lo mismo que las diferentes partes con las que se encuentra el protagonista, para formar un todo al final. Un todo que no se puede tocar ni ver, pero que se siente.
Las imágenes del álbum son muy sencillas y las figuras no prometen toda la emotividad que encontraremos en sus páginas. Otra lección de vida, las apariencias engañan y menos es más. Otro mito que se destierra es que lo que más cuesta no es lo mejor, lo mismo que todo lo que pica no siempre cura. A veces, en lo más sencillo se encuentra la verdadera esencia de la vida y el camino hacia la felicidad.
El estadounidense Sheil Silverstein (1930-1999) se considera un artista polifacético por su trayectoria como poeta, músico, dibujante, cantautor, guionista y escritor de cuentos para los más pequeños. Es conocido por ser el autor de la mítica canción A boy Named Sue, interpretada por Johnny Cash. Esta diversidad artística de buen seguro que le ayudaron a plasmar toda su creatividad en sus obras; llama la atención que en La parte que falta todo se reduzca a la mínima expresión gráfica y textual para dar lugar a una gran multitud de sentidos. Una historia que nos presenta de forma sencilla y concisa, con imágenes más sencillas y concisas todavía, una fábula que permanece en nuestra memoria largo tiempo. Un libro que se publicó en 1976 y después de descatalogarse la editorial Kafkian lo ha recuperado.
La editorial nos da un valioso consejo que podemos entender más que una advertencia de lectura, un importante consejo de navegación:
¡Cuidado! Si tienes despierto a tu niño interior, o si eventualmente le sacas a pasear de su letargo, La parte que falta puede inflamar la fibra sensible y dejar una huella difícil de procesar.
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