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«El fuego amigo»: una mirada incesante en busca de justicia

Por Horacio Otheguy Riveira

Una mujer intenta recordar, asume muchas otras voces que se entremezclan, que pujan por adquirir un protagonismo imposible. Por eso, imagen a imagen, su mundo interno ya no le pertenece, se le escapa difuminado entre otros, la soledad con su dosis de ego triunfante y frustrado se convierte en un desamparo colectivo que lucha por comprender y poco a poco, a veces angustiosamente y otras veces dichosamente iluminada por una especie de juego propio de supervivientes, encuentra respuestas para seguir adelante.

El caos de la memoria resulta esencial y la actriz que lo protagoniza, Marta Alonso, consigue que empaticemos con ella como una compañera de ruta, como un compañero más. Nunca se habla de las mujeres reporteras de guerra, y en esta historia tampoco se ha hecho, con José Couso como protagonista español, caído «por fuego amigo» de una potencia que necesitaba no tener testigos, como cualquier grupo mafioso, como cualquier gánster de pacotilla o gobierno corrupto. Ante este panorama de la realidad cruda que se escapa de las manos tras 16 años de impotencia, con protagonismo eminentemente masculino (por ambos manos) la voz ahora es un susurro femenino que se pone al frente y a su vez a un lado, junto a otra mujer, Beatriz Vaca que se ocupa de la música y la colaboración escénica, muda, mientras Marta Alonso habla sin parar, apostillando con «noes» entre recuerdo y recuerdo: es esto, no, esto otro, no, aquello… una poética singular recorre la escena, acompañada a su vez por una iluminación muy especial: las palabras acorralan al criminal y lo dejan desprovisto de recursos.

El fuego amigo, escrita y dirigida por Juanma Romero Gárriz, consolida una narración escénica sumamente interesante para que cada espectador la acompañe de los abundantes informes periodísticos que puede encontrar con facilidad (al final de esta crónica hay tres de ellos) para abordar este drama. Como muchos otras situaciones similares se sigue bregando por forzar juicios y hacer justicia, en definitiva, desenmascarar a las clases dirigentes cómplices del abuso de poder de dictaduras o falsas democracias. La lucha es ardua, pero se consiguen éxitos que se daban por imposibles como por ejemplo en el caso de Argentina donde, tras más de 20 años, lograron meter en la cárcel a varios militares, de los cuales el primer presidente tras golpe de estado, el general Jorge Refael Videla, murió entre rejas con 87 años.

La emoción de este espectáculo incide admirablemente en un estilo literario de superación del monólogo interior. Dentro de una prolífica obra, el psiquiatra portugués António Lobo Antunes se introduce a menudo en el desprolijo discurso interior de personajes que buscan su propia dinámica en la vida cotidiana. Se produce una lucha que ansía reposo para mantenerse en pie. En su última novela traducida al castellano, se apoya en una frase que René Char utiliza en un breve poema, Entrevista:

Siembro con mis propias manos,
Planto a golpe de lomos:
Muda es la lluvia fina.
En un sendero estrecho
Escribo mi confidencia.
No es medianoche quien quiere.
El eco es mi vecino,
La bruma mi sucesora.

De este poema, Lobo Antunes coge No es medianoche quien quiere y escribe la historia de una mujer que no se encuentra consigo mismo y se abandona a la polofonía de su memoria.

El fuego amigo es un experimento fantástico que, en su indagación y resultados plásticos para la escena, se relaciona muy bien con el René Char (1907-1988) que luchó en la Resistencia contra la ocupación nazi, y con Lobo Antunes que padeció la ocupación portuguesa en Angola, y sobre la que rondan muchas de sus novelas y ensayos. Guerras, injusticias, crímenes de estado, y el poderoso influjo de la literatura y el teatro para transgredir las normas de buen uso, para romper el silencio cómplice y hacernos preguntas como esta: Si hacen lo que hacen con nuestra mirada de reporteros de guerra, ¿qué serán capaces de hacer si nadie les mira, si eliminan todas las miradas verdaderas?

Y al final, una única respuesta: «Nunca la cámara dejará de grabar».

Marta Alonso comienza de este modo la función: una presencia hipnótica que nos llevará por un recorrido de sinuosa inquietud. Una voz y unos movimientos carismáticos.
Una de las ideas más interesantes de la función: la actriz y la responsable de la música y asistencia escénica arman un paisaje bélico con juguetes. Impresionante sencillez para observar a una sociedad como la nuestra que ha sabido hacer muy hermosas y emocionantes películas, así como lúdicos objetos tan preciosos como ese pequeño tanque que se puede ver aislado, a la derecha de la imagen. Todo un símbolo. Tanque a cuerda.

 

Madrid, 26 de abril de 2019

Irak. Hotel Palestina. El proyectil de un tanque norteamericano impacta en el piso 15 del edificio. Un cámara español muere. Una serie de voces reviven el suceso, bajo el fuego amigo…

Ha pasado mucho tiempo, quizá demasiado para recordar una guerra olvidada. Pero hoy todavía en Siria, Yemen, Palestina, Ucrania, Libia… siguen siendo asesinadas personas inocentes. Y sigue habiendo reporteros y reporteras de guerra que se juegan la vida por contar lo que allí pasa, por dar voz a los que no la tienen. Periodistas que son torturados y asesinados por hacer su trabajo. Muertes que suelen ser silenciadas atendiendo a intereses supranacionales y por las que nunca paga nadie. Y la herida sigue sin cerrarse.

 

Dramaturgia y dirección: Juanma Romero Gárriz.
Actriz: Marta Alonso.
Músico: Beatriz Vaca (Narcoléptica).
Escenografía: Laura Ordás y Vanessa Actif.
Iluminación: Enrique Muñoz.
Vestuario: Elda Noriega.
Diseño gráfico: Javi Gárriz.
Ayudante de dirección: Ricardo Galiano.

Una producción de Vuelta de Tuerca

Comunicación Limon Press

ESTRENO ABSOLUTO: 18 de mayo – 20h
Domingos 19 y 26 de mayo a las 18h

Teatro del Barrio
(Calle Zurita, 20)

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Para saber más:

José Couso es una víctima incómoda… (Eldiario.es)

«Seguiremos pidiendo justicia» (Infolibre)

«Nadie pidió responsabilidades a Aznar…» (Álvaro Colomer. El asombrario & Co.)

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