Los personajes como caja de Pandora
Por Montserrat Rodríguez
La camisa del marido, Nélida Piñon
México, Alfaguara, 2015, 168 pp.
Nélida Piñon nació el 3 de mayo de 1934 en Río de Janeiro. Estudió periodismo en la Universidad Católica de dicha ciudad y en 1961 debutó en el mundo de la literatura con su primera novela. Su recorrido como escritora demuestra la pasión y tenacidad que hasta la fecha conserva, pues a sus 84 años de edad, permanece vigente en la promoción literaria, al grado de impregnar con su vigor a quien la lee o escucha hablar. Por consecuencia, en su prolífera carrera, ha sido reconocida y galardonada en diversas y merecidas ocasiones: en 2007 fue declarada Doctora Honoris Causa por la Universidad Nacional Autónoma de México; en 2005 ganó el Premio Príncipe de Asturias; el mismo año el Premio Jabuti; en 2003 el Premio Internacional Menéndez Pelayo; en 1995 el Premio Juan Rulfo.
De igual manera, las consecuencias de su talento y compromiso con la literatura, la han posicionado como una de las figuras más grandes de las letras iberoamericanas contemporáneas. Es miembro correspondiente de la Academia Mexicana de la Lengua; miembro de la Real Academia Gallega; y fue la primera presidenta de la Academia Brasileña de Letras en 1997.
Nélida Piñon ha declarado que es aficionada a Homero. En su narrativa puede percibirse el amor que predica por la herencia mitológica, misma que se vislumbra en La camisa del marido. Cada uno de sus personajes cuenta con rasgos arquetípicos que construyen un puente hacia el pasado. Sin embargo, esta conexión es violenta, llena de argumentos duros y circunstancias infelices. Tal como si se tratara de una tragedia griega, la autora hace referencia a la familia que en un momento es capaz de enaltecernos y en otro, destruirnos. En estos relatos el lector se encuentra en el claroscuro de las relaciones familiares y a medida que cada historia se desdobla, se van conociendo los secretos que éstos guardan.
Dentro de los nueve cuentos que constituyen la obra, la autora homenajea a tres bien conocidos personajes. De este modo les brinda un espacio dentro del libro para abogar por que éstos puedan abogar por sus necesidades y entablar con el lector una nueva conversación de lo que históricamente se conoce. En “Dulcinea”, se reivindica la figura de Maritornes, perteneciente a la novela de Miguel de Cervantes Saavedra. En el cuento, las condiciones deplorables de la asturiana encuentran un giro al coincidir con el Quijote y Sancho Panza. Así, Nélida Piñon, la invita a dejar su miserable vida de posadera, para unirse a la aventura:
“aunque la mujer apenas los conocía, se entregó a su suerte. Nada podría ser peor que lo vivido hasta entonces, con el añadido de que el hidalgo la llamaba Dulcinea (…) con una delicadeza desconocida para ella hasta entonces” (p. 71). Por otro lado, en “La sombra de Carlos”, Antônio es seguidor implacable de la vida de Carlos V y utiliza este símbolo para constantemente escapar de su existencia; así, Piñon construye un paralelismo entre ambos personakes: “tejía fantasías que mitigaban mi sentimiento de fracaso. Tomaba notas sobre el rey en un intento de esbozar un tratado que me explicara el significado de tener el mundo entero en tu poder” (p. 97). Finalmente, en “La desdicha de la lira”, la autora retrata para la precariedad en que vivió Luís Vaz de Camões al final de sus días, quien en la actualidad es considerado el más grande poeta portugués: “Estoy viejo, al borde de la muerte. (…) Estoy ronco, los días me enmudecen. (…) Qué lástima, despedirme sin hartura, sin gloria, solamente sin más” (p. 159).
De igual forma, en el libro de cuentos La camisa del marido, se observan continuas alusiones al significado de la escritura y las letras. Incluso, la autora dedicó el libro al mayor nombre de la literatura brasileña: “A Machado de Assis, maestro de todos”. A su vez, en diversos momentos de la obra, ella crea espacios para plasmar sus cavilaciones y opiniones personales sobre este ámbito:
¿Acaso, cuando el autor escribe, conoce mis sentimientos (…)? ¿Habrá vivido la misma desdicha que yo? ¿O está obligado a asimilar los infortunios del personaje por ser responsable de la suerte de un libro? ¿Tiene la obligación de ser feliz para poder describir una euforia súbita? Pues ¿no es el libro una mera confesión escrita, un intento de alcanzar la verdad de los sentimientos? (p. 79)
Desde mi perspectiva, creo que los cuentos, “La camisa del marido”, “La mujer de mi padre” y “En busca de Eugenia” son los que irrumpen de manera más violenta en la calma del lector. En éstos, la autora desgarra la relación de padres e hijos de una manera impecable; les permite, como a una caja de Pandora, abrirse para mostrar su parte más vil, oscura y ruin. En las tres historias fui testigo del importante rol de la trama. El primero, que lleva el nombre del libro, muestra el recorrido de una familia tras el asesinato del padre. La genialidad del cuento radica en los diversos puntos de vista que se ven expuestos en la historia pues cada personaje utiliza su voz particular para permitirnos conocer más sobre la familia: “Siempre supe que Elisa era feroz, una mujer a la que amo y cuyo amor me beneficia. Pero mi amor es insuficiente. Porque ella quiere más (…). Todo en ella obliga al cuerpo a seguir el camino del crimen pasional” (p. 13). Por otro lado, en “La mujer de mi padre” se denota el daño que la crianza machista hace al hombre. Hay tres personajes que viven en una constante lucha de poder: abuelo, padre e hijo. Es éste último el que sufre al no estar a la altura de los abusos:
La virilidad de mi padre, que se disputaba con el toro Teseu la eficacia a la hora de penetrar a las vacas, se sobreponía a mi fragilidad. Aseguraba que sería capaz de descuartizarme sin contemplaciones, por el placer de poner a prueba mi valentía. Y que yo no sabría defenderme. (p. 74)
Por último, “En busca de Eugenia” es un cuento donde la autora desarrolla el tema del abandono del hogar y el choque generacional entre padres e hijos. En este caso, se cuenta la historia de una mujer que le escribe cartas a su hermana para contarle los pormenores de su vida y a su vez, recibir noticias de ella. A través de éstas, la narradora nos permite ir conociendo a sus hijos, quienes la visitan después de un largo periodo de ausencia, reafirmándole que se han convertido en extraños. El momento más estremecedor es cuando el lector comienza a percatarse que las cartas nunca se envían a Eugenia porque no se sabe dónde está: “Sigo pensando en ti como si siguieras a mi lado. Estoy segura de que vives, de que mis cartas, aun hoy acomodadas al calor del cajón, llegan a tu regazo” (p. 131)
Nélida Piñon es una escritora de gran valor artístico, académico y social. Cabe mencionar que en 1980, Juan Rulfo declaró para la revista Proceso que la mejor literatura correspondía a la brasileña, mencionando, entre otros autores, a Nélida Piñon como una de sus grandes exponentes. Y efectivamente, la lucidez que la autora conserva le ha permitido seguir exponiendo las necesidades literarias no solo individuales, sino de su país. Ella reconoce el muro que divide la literatura brasileña del resto del mundo; visibiliza la brecha del lenguaje dentro de América Latina que mantiene ajenos al portugués del español. Por eso me parece importante que desde el 2012 funja como Embajadora Iberoamericana de la Cultura; porque utiliza su gran talento humanitario para enaltecer y defender la causa de aquellos que no tiene voz en la literatura. Nélida Piñon habla por todos nosotros.
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Montserrat Rodríguez Ruelas (Tijuana, Baja California, 1993). Es licenciada en Educación Primaria y Maestra en Educación. En 2018 recibió la beca Inés Arredondo para el II Encuentro Internacional 13 Habitaciones Propias y en 2019 la residencia La Güera Trigos por parte del programa Under the Volcano. Su trabajo ha aparecido en diversas revistas digitales como Rojo Siena, Vozed, Pikara Magazine, Vertedero Cultural, El Septentrión, Culturamas y Liberoamérica.