CRÍTICA: ‘Maniquí armado’, de Enrique Tejedo
LAURA MARTÍNEZ GONZÁLEZ.
El joven Américo Lizandra llega a Madrid para cumplir su sueño de ser escritor. Allí, comparte piso con dos chicos bastante peculiares y comienza a trabajar de portero en un edificio. Por supuesto, esto sus padres no lo saben. Ellos piensan que está trabajando en una multinacional, mientras estudia un máster.
En la portería, Américo aprovecha para escribir la novela que le llevará al estrellato. Sin embargo, hay un vecino que le distrae de su propósito. Un hombre misterioso, que lleva sin salir de casa veinte años y del que le han advertido que tiene un carácter peligroso.
Fuera de allí, aprovecha para salir de fiesta con sus compañeros de piso, intentar ligarse a alguna chica y asistir a presentaciones de escritores en la Casa del Libro. En una de esas presentaciones, conoce a Las Moscas. Un grupo que se reúne de forma clandestina y debate sobre literatura.
Estas distracciones, sumadas al vecino misterioso, consiguen que acabe descuidando la escritura hasta que conoce a una chica a la que impresionar. Aunque el resultado no sale como esperaba. Preocupado también con demostrarle a ella que puede llegar a ser el próximo Best seller, Américo decide secuestrar a su escritor favorito y obligarle a escribir una novela para él.
Para ello, le pide ayuda a Nacho, un antiguo amigo del instituto que está obsesionado con ascender en la comisaría donde trabaja. Juntos idean un plan infalible, pero a la vez alocado, que les ayudará a conseguir la valoración y el respeto de quienes les rodean.
Esta novela nos introduce en las calles del Madrid hipster y millenial de una manera divertida y peculiar. El comportamiento del protagonista y del resto de personajes es una crítica a la juventud y a la vida moderna. Personas licenciadas y con una cultura sublime que luego se conforman con vivir en pisos compartidos, por precios desorbitados; están en paro o trabajan en cualquier sitio, para comprarse el teléfono de moda y salir de fiesta todos los días, prácticamente. Un claro ejemplo de la inmadurez que los nuevos tiempos han traído a la sociedad.
Inmadurez que luego nadie reconoce, como les ocurre a los personajes de Maniquí armado. Sobre todo, a Américo, el protagonista. Un chico cuyo ego no le permite aceptar que los demás no le consideren un dios. En ciertos momentos, el autor logra que le odiemos; aunque hay otros, en los que demuestra tener un gran corazón. Por ejemplo, cuando se empeña en ayudar al vecino misterioso del edificio donde trabaja de portero. Federico Javaloyes, que así se llama este personaje, aporta a la historia el punto de vista de alguien que no ha vivido, ni ha sido alcanzado aún, por las nuevas tecnologías. Un hombre aferrado al pasado, con valores casi impensables en la actualidad.
La amistad que acaban teniendo Américo y él nos enseña las cosas buenas y malas de cada época. No obstante, en varias ocasiones el autor logra que valoremos y añoremos más las épocas pasadas.
Otra amistad a tener en cuenta en la novela es la de Américo y Nacho. Desde el principio, este último demuestra que es una persona muy insegura y cobarde. Por esa razón, Américo se aprovecha de él para que le ayude a secuestrar a Lorenzo Trías, el escritor favorito de la chica que le gusta. Las escenas en las que se narra cómo idean el secuestro y cómo lo llevan a cabo resultan divertidas y exageradas. Sin embargo, luego se les presentarán ciertos problemas que tendrán que resolver lo mejor que puedan, aunque sus técnicas no serán siempre las más éticas y morales.
El poder de persuasión de las mujeres sobre los hombres también queda reflejado en la historia. Así como el tipo de relaciones de pareja que existen hoy en día. Relaciones ajenas de todo respeto y valor muy bien criticadas por Enrique Tejedo que, con humor, consigue transmitir el vacío existencial que siente la gente así.
En conclusión, Maniquí armado es el manual perfecto para aprender a moverse y entender el Madrid actual. Un libro ameno en el que vivirás aventuras de todo tipo y con el que quizás identifiques a alguien que conozcas, o puede que a ti mismo.
Me ha encantado la novela. Muy divertida.