«Gazoline»: el drama racial de Europa en una función muy didáctica de LaJoven

Por Horacio Otheguy Riveira

Sobre hechos reales producidos en las calles de algunos barrios de París, cinco amigos, nietos de musulmanes, exponen sus conflictos; bien pueden ser similares a las dificultades de los estudiantes que asisten a las representaciones matutinas de LaJoven, siempre atendiendo las emergencias sociales en sus representaciones, cuidando que la experiencia teatral cumpla -rigurosa y creativamente- con su misión de entretener y trascender poéticamente la realidad. Sin duda, es el principal mérito de este Gazoline que, presentando problemas aparentemente lejanos, advierte sobre un hecho que se da en otras ciudades europeas, y que puede estallar en España ante el auge de la ultraderecha obsesionada con la anti-inmigración, fustigando de ese modo la incertidumbre de la mayoría de la población, engañada al culpar a los extranjeros de los males de una sociedad cuyos políticos en el poder derrochan su dinero para satisfacer los caprichos de una burguesía apátrida, falsamente nacionalista.

 

París. Noviembre de 2005.
Demasiado jóvenes para ser adultos y demasiado mayores para seguir siendo niños.
Cinco colegas de un suburbio de París se reúnen una noche para quemar el coche de alguien muy rico. Desde hace unos días, varios incendios han sido provocados en distintos lugares, destruyendo vehículos.
Los hijos de los hijos de los inmigrantes que llegaron sin nada al país aún se sienten ajenos a él. Europa no les ofrece esos valores que coronan su bandera. Y las calles y los noticieros se llenan de un ambiente que podría ser de revolución o de guerra, de esperanza o de desasosiego. Un ambiente que puede destruir ilusiones y amistades. 

Perdidos y encontrados. O eso creen. Los chavales se buscan entre las tinieblas de una vida al margen de la opulenta sociedad. Están junto a un coche de lujo, al parecer del ministro del interior del gobierno, el jefe máximo de la represión desencadenada para frenar la ira de la población inmigrante, que en realidad son mayoritariamente franceses, pero con otra apariencia, con otra piel, e incluso con otro acento. Nacer en el suburbio «árabe» (que incluye gente de diversas etnias y lenguas originales) implica una marginación profunda. Ciudadanos de tercera como sucedió en la segunda guerra mundial, cuando miles de argelinos se sumaron a La France que les colonizaba, y murieron por lo que consideraban su patria, pero el gobierno democrático ignoró las promesas y volvió a tratar a los supervivientes como criados, los tristemente célebres pie noire.

Este espectáculo de LaJoven con texto de Jordi Casanovas (Idiota, Filoctetes, Jauría) es el más didáctico de los últimos años, en él la estructura escénica es mucho más estática, como si se temiera incomprensión o distracción indeseada. Ante la urgencia de tratar el tema de la adolescencia colérica en las calles, socialmente unida para la destrucción sin un plan de largo alcance, se ven situaciones cotidianas de chicos y chicas con problemas similares a los de millones de seres de clase media deteriorada o muy baja, marcados a fuego por la miseria, con padres, tíos, hermanos mayores en el paro, sueños rotos, amargura por no poder sacar a la familia adelante. Se sumergen en gritos, ansiedades sentimentales, deseos frustrados y una imperiosa necesidad de formar equipo. Entre ellos los hay ateos, y otros, angustiados, se entregan a la Yihad, a pesar de no haber recibido educación religiosa, pues sus padres «lucharon por integrarse en la cultura francesa».

Vemos a los cinco intérpretes muy unidos, dirigidos por José Luis Arellano García con el pleno conocimiento de su necesidad física, de estar en movimiento constante, como si con cada gesto llegaran las palabras que les identifiquen. En cada función matutina hay debate muy gratificante con profesores y estudiantes. El gran éxito de LaJoven está servido, ya con más de 50.000 espectadores en su trayectoria. Es, sin duda, un tema a debatir, ¿racismo o explotación pura y dura?: una pregunta capital como punto de partida para no echar Gazoline sobre todo el mundo y perecer en el intento.


 

 

Mard B. Ase, Naïm
Jean Cruz, André
María Elaidi, Eunice
Prince Ezeanyim, Omar
Delia Seriche, Christine

Texto Jordi Casanovas
Dirección José Luis Arellano García
Iluminación Juan Gómez-Cornejo (AAI)
Escenografía y vestuario Silvia de Marta

Música Víctor Algora
Videoescena Bruno Praena
Coreografía y ayudantía de dirección Andoni Larrabeiti

Dirección artística LaJoven José Luis Arellano García
Dirección de producción Olga Reguilón
Dirección de comunicación José Luis Collado
Dirección técnica David Elcano
Presidente Fundación Teatro Joven David R. Peralto

Artistas invitados talleres Teatro contra el racismo Ernesto Arias, Fernando Becerra, Óscar de la Fuente, Paco Gámez

Un proyecto de Fundación Teatro Joven y Fundación Edmond de Rothschild

Teatro Conde Duque. Del 23 de abril al 10 de mayo 2019

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