‘Una pareja casi perfecta’, de Marian Keyes
IRENE MUÑOZ SERRULLA.
Marian Keyes es considerada una de las iniciadoras del estilo literario chick lit. Posiblemente el título con la que la empezamos a conocerla con mayor fuerza fue Sushi para principiantes, del año 2000; pero ya había cuatro novelas anteriores, la primera de ellas con algunos brochazos de experiencia personal (que dada la tendencia de incluir temas personales que nos llevan a las cloacas del ser humano, es fácil pensar que cada novela tiene un poco de ella misma). Pronto comenzaría la saga de la familia Walsh. Durante varias novelas fuimos conociendo a las hermanas, parejas, amigos, padres… Personalmente fueron las mejores novelas, quiero decir que son las que más me gustaron. La gestión que hace del humor, el sarcasmo, los problemas de la vida diaria… daba como resultado un rato de lectura divertido a la vez que real (casi cómico, pero real). Es difícil olvidar las risas con uno de sus libros en las manos en algún lugar público y las miradas de sorpresa, o susto, de algunas personas.
Entre las novelas, ha habido alguna incursión en la literatura periodística, me refiero a recopilatorios de sus artículos en prensa y pequeños relatos sobre los temas más variados. Sobre estas obras no me pronuncio, no me sedujeron; me atrajeron por el nombre de la escritora, pero no puedo recomendar un libro que no me engancha.
Ahora, Una pareja casi perfecta parece ser una posible oportunidad de recuperar una saga familiar, ya lo veremos los próximos años. Por lo menos, el número de personajes que aparecen en esta historia y los esbozos que nos da de los personajes secundarios, me hacen pensar en posibles nuevos títulos relacionados con Amy y Huge. Ambos son pareja, casi una pareja perfecta. Pero diferentes circunstancias: fallecimientos, estrés laboral, estrés familiar, ganas de alcanzar más experiencias fuera de la vida cotidiana… llevan a que Huge le confiese a Amy que necesita tomarse un tiempo de descanso, seis meses. Con la promesa de volver pasado ese tiempo, Huge desaparece de escena (aunque el personaje sigue presente durante su ausencia) y Amy comienza a afrontar la vida en solitario: sus hijas y sobrina en casa, sus padres (él con Alzheimer y ella agobiada por la enfermedad de su marido), sus hermanos, sus amigos, el trabajo…
La trampa para el lector está servida. ¿Cómo no querer descubrir qué pasará cuando vuelva Huge, si vuelve? ¿Cómo no querer saber si Amy sabrá afrontar su vida en solitario? ¿Tendrá alguno de ellos relaciones fuera del matrimonio? ¿Sabrán llevarlo bien las hijas? Y unas cuantas preguntas más que puedes hacerte nada más empezar la lectura. A mí me enganchó, porque veía el estilo Keyes que me sedujo hace ya más de veinte años. Y al final, ¿ha merecido la pena? Mi respuesta: un sí con peros. Me he descubierto sonriendo en ocasiones mientras leía, pero solo una vez riendo. Me he sumergido en los dramas de la pareja desparejada y en las historias paralelas de otros personajes importantes, pero algunas circunstancias eran demasiado previsibles (a veces porque alguno de los personajes ya anticipaba lo que imaginaba que iba a pasar y solo quedaba esperar a que pasara). Las historias paralelas han sido lo suficientemente destacadas para enlazar nuevas narrativas, pero quizá el final cierra la puerta a alguno de ellos.
Aunque me ha faltado algo más para catalogarlo de «imperdible Keyes», también es cierto que cuando leemos todas las obras de un autor terminamos imaginando cómo debería ser el siguiente y creando unas expectativas cada vez más altas. Pero la esperanza de volver a tener una saga familiar divertida e hiriente a la vez ha despertado en mí.
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