José Luis Gómez repone en La Abadía su magistral alianza con Miguel de Unamuno
Por Horacio Otheguy Riveira
Un encuentro mágico al tiempo que rigurosamente histórico, ideológicamente comprometido con una causa clave en las heridas profundas del devenir del país. Unamuno ante el levantamiento contra la República que apoya hasta que comprende que ha colaborado con un despropósito criminal y se introduce en el último capítulo de su vigorosa existencia personal, intelectual, creativa… Estrenado en La Abadía en 2018, vuelve del 25 de abril al 5 de mayo. Un reencuentro imprescindible con un espectáculo en el que confluyen armoniosamente reflexiones y acción teatral para profundizar en una de las personalidades más apasionantes de la historia de España.
En aquel momento crítico era indispensable que me pusiera junto a los militares. Solo ellos podían restablecer el orden. En cuanto a lo que se dijo de mí: no me convertí en un hombre de derechas, no traicioné a la libertad. No fui ni fascista ni bolchevique. Yo estaba solo. (Miguel de Unamuno)
Un acontecimiento teatral con un gran actor, un extraordinario hombre de teatro. Un acontecimiento que se entreteje con Miguel de Unamuno y la efervescencia trágica de aquel julio del 36, para ello el escenario de La Abadía recupera el origen religioso de la sala, donde hubo templo, altar, y rompe las sagradas normas para crear un ritual en el que el concepto del Dios cristiano y sus figuras adyacentes ha desaparecido por completo: la ruindad con que la Iglesia Católica fue cómplice de aquel “¡Viva la Muerte!” no tiene parangón, y tampoco la solapada y de pronto muy evidente destrucción de una personalidad conciliadora como la del profesor, escritor, dramaturgo, filósofo, siempre dispuesto a participar en todos los debates posibles. Pero el veneno ya estaba recorriendo la espina dorsal de los dirigentes golpistas y el foco infeccioso del movimiento de rebeldía contra la República que don Miguel había aceptado en principio, ya era imparable. Cuando se da cuenta, se horroriza, y eleva como una bandera que se convertirá en la peor arma contra sí mismo: Venceréis pero no convenceréis. Tal el título de esta fantástica producción escénica coescrita, codirigida e interpretada por José Luis Gómez, después de habernos fascinado con una Celestina, también coescrita, protagonizada y dirigida por él. Tras aquel esperpento en el que se fusionaba con rara elegancia la tragedia con la farsa y el drama histórico, llega esta otra maravilla que permite regocijarnos con una emoción teatralmente inédita. De un cromatismo singular y una utilización del espacio escénico que asombra, deleita, y nos sumerge en la plenitud de un texto elaborado A partir de textos de Miguel de Unamuno:
(…) 11
Unamuno y Lear
EL OTRO.- (Buscando a UNAMUNO en el espejo). Usted escribió en una ocasión que España era entonces un autentico país de locos.
UNAMUNO.- (Desde el espejo). ¿Escribí eso?
EL OTRO.- Por desgracia sí.
UNAMUNO.- DÍgame, actor, ¿interpretó alguna vez El rey Lear? Está en edad.
EL OTRO.- Siempre soñé con él y siempre se me escapó. Ni siquiera alcancé a interpretar al bufón. Pero evocar la figura de don Miguel de Unamuno es como hacer el Lear.
(Música. EL OTRO propone un juego, se pone la chaqueta en la cabeza simulando un bufón).
EL OTRO.- Abuelo, dame un huevo y yo te daré dos coronas.
UNAMUNO.- ¿Y qué coronas serán?
EL OTRO.- Pues, después de partir el huevo por la mitad y haberlo sorbido, las dos coronas del huevo. Cuando no supiste en qué lugar quedarte, si a la izquierda o a la derecha, llevaste el burro a cuestas por el barro. Poco juicio había en tu calva corona. Abuelo, si fueses mi bufón, te mandaría azotar, por no haberte hecho viejo hasta haber sido sensato.
UNAMUNO.- ¡Cielos clementes, que no me vuelva loco, no! ¡Conservadme la razón, no quiero enloquecer! Siga.
(Se difuminan imagen y sonido. EL OTRO abandona el juego del bufón. A medida que dice el texto, lo hace más suyo, se involucra como intérprete).
EL OTRO.- «¡Conservadme la razón, no quiero enloquecer!» Al repetir lo que se decía el rey Lear siento que aquella discordia civil se hacía a las veces doméstica, que había familias en lucha intestina: Padres contra hijos, hijos contra padres, hermanos contra hermanos. El que entonces no estaba loco en España es que se había convertido en tonto. Locura colectiva. Yo sentía que la locura de mis compatriotas me envolvía… Con un poder de odio, de rencor, de que no me creía capaz. Se me estaba criando mala sangre. Una vez pedí a Dios que nos limpiase los riñones para que filtrasen bien nuestra sangre. Y es que España, aquella mi po-bre España, estaba loca y aterrada de sí misma. (A público). ¿Qué terrible y juguetona divi-nidad shakespeariana se divertía entonces con nosotros, los españoles, lanzándonos a los unos contra los otros? (Se vuelve hacia UNAMUNO, que está de espaldas, y le llama). Don Miguel…(Se acerca al espejo, se sitúa frente a UNAMUNO y le pide su aprobación. UNAMUNO no se la da)…
Siendo canadiense, la Guerra Civil española y la dictadura que le siguió no forman parte de mi código genético cultural, pero observar esta profunda herida que padece el pueblo espa-ñol me duele, como a cualquiera le dolerá ver sufrir a un ser querido. Mis raíces son canadienses, sí, pero una parte mía ahora y para siempre está ligada a España por el hecho de tener dos hijos nacidos en España, de madre madrileña.
El filósofo y erudito que fue Miguel de Unamuno, observando y viviendo esa España, que hoy es Historia, con sus transformaciones profundas durante más de sesenta años, está a su vez siendo observado por el Otro, un actor contemporáneo que quiere o pre-tende guardar vivas las palabras de Unamuno representándole para que nunca sean olvidadas.
Para un artista norteamericano siempre es impresionante acercarse a la riqueza del arte europeo y en particular a la literatura española, a pensadores y poetas de la altura de Unamuno, es algo que impone. Con un texto de José Luis Gómez lleno de sensibilidad, mi objetivo es muy sencillo: tratar de devolver de la manera más humana posible un momento de enorme envergadura en la vida de Miguel de Unamuno y de tantos españoles, con las herramientas de las que hoy en día disponemos en el teatro para representarlo.
El espejo que es el teatro para la vida, permite al Otro reflexionar sobre quién fue Unamuno, viajar en el tiempo para permitirnos ver el reflejo, por lo menos, de lo que Unamuno vivió.
Carl Fillion
Dirección Carl Fillion y José Luis Gómez
Con la contribución textual y dramatúrgica de Pollux Hernúñez
Espacio escénico Carl Fillion
Escenógrafo asociado Eduardo Moreno
Iluminación Felipe Ramos
Videoescena Álvaro Luna
Incluye imágenes cedidas por Carlos Saura
Espacio sonoro Eduardo López
Caracterización Sara Álvarez
Ayudante de dirección Lino Ferreira
Asistente de dirección Juan Paños
Voces y sombras José Luis Alcobendas, Ernesto Arias, Jesús Barranco, Miguel Cubero, Palmira Ferrer, Hugo Fuertes, Carlos Hipólito, Javier Lara e Inma Nieto
Fotografía Sergio Parra
Escenografía Proescen y equipo de La Abadía
Vestuario Ángel Domingo
Utilería Teatro de La Abadía
Este espectáculo no hubiera sido posible sin los estímulos y aportaciones de Colette Rabaté, Jean-Claude Rabaté y Manuel Menchón
Una coproducción del Teatro de la Abadía, Universidad de Salamanca y Fundación Salamanca Ciudad de Cultura y Saberes
TEATRO DE LA ABADÍA. Sala San Juan de la Cruz. Del 25 de abril al 5 de mayo 2019
___________________
También en CULTURAMAS
Estremecedor encuentro Gómez-Unamuno
Extraordinario nuevo montaje de Celestina
XV Premio Corral de Comedias a José Luis Gómez
___________________