«Top Girls», los feroces tiempos de la Thatcher marcando el paso de un grupo de mujeres

Por Horacio Otheguy Riveira

El estado de confusión, bien servido con su mosaico de contradicciones, es algo por lo general mal visto, algo que incomoda, que irrita. Más aún en un texto literario o teatral que huye de las formas tradicionales porque lo que se quiere contar no encuentra una única voz.

Top Girls fue escrito por la inglesa Caryl Churchill en 1982, en pleno apogeo de Margaret Thatcher, la primera mujer al frente de un gobierno en Europa. Una política de clase media, alejada de los tradicionales políticos burgueses, madre de familia, líder de un partido conservador que se une alegremente a Ronald Reagan, el primer actor que asume la presidencia en Estados Unidos: ambos estrellas del mal llamado neoconservadurismo  frente a la caída de la URSS. Unieron fuerzas antiguas de esplendor clasista para derrotar el poder de los sindicatos y dar fuelle a un capitalismo de alcance ilimitado porque ya no había terror rojo que asustara a las grandes fortunas. Ambos fueron personajes clasemedieros que rindieron pleitesía al poder omnímodo de la gran burguesía que domina el mundo.

La Thatcher inventó un término: Monetarismo. Su obsesión: que la gente luchara por su bienestar sin dependencia de las ayudas del Estado, y por ejemplo, las muy asequibles viviendas del Estado en Reino Unido pasaban a ser obligadas a comprarse para que la gente se esforzara más hacia el gran objetivo de ser propietarios, dueños de su destino. Y de paso el gobierno avanzar sobre recortes en todos los servicios sociales. Así empezó doblegando la llamada «conciencia social», y venció varias huelgas que parecían triunfantes: la de camioneros y la de mineros (de esto da cuenta el musical Billy Elliot, en estas fechas también en Madrid). En ambos casos venció la señora presidenta desplegando represión policial y hambrunas hasta derrotarlos para siempre. Al mismo tiempo ganaba con saña la guerra de las Malvinas y generaba corrientes de admiración hacia «La dama de hierro», así como de animadversión profunda hacia una mujer que demostraba ser todo un hombre implacable, sin la menor sensibilidad ante las miserias sociales que le rodeaban. Igual que ellos, peor incluso que ellos.

Ante este panorama, Top Girls presenta un grupo de mujeres de muy diversa condición y edades en un planteamiento teatral con tres actos muy distintos, entre el surrealismo del comienzo, comedia de situaciones después, y finalmente un desgarrador entronque realista.

La voz y el espíritu de Thatcher lo recorre en proyecciones y fotos. La palabra final que se escucha es «aterrador». Hoy el alegato sirve un debate ideológico muy vivo, muy interesante, de mujeres por mujeres, y el objetivo de muchos colectivos por la independencia y la justicia dentro de una sociedad machista. Desde aquella época a esta muchas otras mujeres han gobernado, muy pocas con ambiciones progresistas, algunas fueron asesinadas, otras fueron tan o más corruptas que los hombres que las precedieron. Ni feminismo ni antifeminismo: mujeres en conflicto consigo mismas y entre sí, y la pregunta capital: «¿En el poder podremos ser mejores que los hombres?». De hecho, la cultura patriarcal parece haberse encallecido también en ellas cuando repiten modelos de conducta: igual abandonan hogares, ignoran a sus hijos, sólo se atienen a sus propios intereses y son despiadadamente insolidarias.

Una imagen se repite algunas veces. Es una reproducción de un graffiti muy popular en Reino Unido: la cara de Maggie Thatcher a la que le han arrancado los ojos, y la de Reagan convertido en diablo de cómic. Hoy ambos están muertos. Tuvieron un final demoledor tras años de demencia senil. Pero su comportamiento socioeconómico y su voluntad de dictadores amparados en las apariencias democráticas sigue en pie. Se ha globalizado. «Aterrador».

La puesta en escena

En la versión castellana de este texto de dos horas y media, está presente una impecable traducción de Ana Riera, gratamente recordada por su trabajo en dos formidables representaciones en este mismo teatro Valle Inclán: Agosto, de Tracy Letts, y Celebración, de Harold Pinter. En sus manos resulta clave el tono coloquial en que mujeres de la historia (desde una célebre asiática a la Papisa Juana) conversan entre sí en un estado de gran ansiedad, o se reúnen en sus trabajos habituales, e incluso se concentran en una sesión asombrosa de teatro realista intimista. La fluidez del lenguaje resulta clave para que seis actrices den vida a diversos personajes alrededor de Marlene, un prototipo thatcherista en busca de la salvación personal, caiga quien caiga. El único personaje que recorre toda la función explotando variedad de registros, aportando elegancia, sensualidad, gran energía, independencia sentimental y finalmente una derrota abismal. Lo interpreta Manuela Paso (foto) con admirable gama de matices, llevándonos a los ámbitos más variados con una muy lograda capacidad de empatía con las contradicciones que habitan en su personaje.

Tres actos. En el primero, de una hora de duración, Marlene organiza una cena con mujeres de la historia que cuentan su experiencia en tono de farsa, con marcada sobreactuación. Tras un breve descanso, los otros dos se desarrollan sin interrupción a lo largo de una muy ágil hora y media: en una agencia de colocación y en una cocina un año antes.

Junto a la gran labor de Manuela Paso (La noche de las tríbadas), en el tramo final destacan ampliamente Rosa Savoini (Navidad en casa de los Cupiello), como arquetipo de sufriente trabajadora y su hija, una adolescente perdida en busca de su auténtica madre, Macarena Sanz (Los desvaríos del veraneo).

Paula Iwasaki (La villana de Getafe), Huichi Chiu (Historias de Usera), Miriam Montilla (Fiesta, fiesta, fiesta) y Camila Viyuela (El viaje a ninguna parte) tienen apariciones muy interesantes, significativos siempre sus fugaces personajes en un contexto de lucha por la vida donde no siempre las mujeres encuentran la solidaridad entre sus iguales.

El complejo mecanismo de puzzle escénico singular se desarrolla con una puesta en escena dirigida con buen ritmo por Juanfra Rodríguez, con una escenografía funcional de Alicia Blas, muy atractiva.

Rosa Savoini, Huichi Chiu y Miriam Montilla, personajes históricos reunidos por una anfitriona muy especial, en el centro, Manuela Paso.
Miriam Montilla en una de las escenas más inquietantes. Una mujer golpeada por su marido va a pedir por él, para que no cumplan con la orden de un despido injusto.
Dos modélicas composiciones actorales: Camila Viyuela (de pie) en la muchacha que miente cuanto puede para conseguir trabajo, y Paula Iwasaki como la ejecutiva que se las sabe todas.
Un instante de alegría en el dramático triángulo de dos hermanas y una hija desesperada. Rosa Savoini, Manuela Paso, y «la niña» en el suelo, Macarena Sanz.
Rosa Savoini, Manuela Paso en una escena de alta tensión escrita y montada al estilo del teatro realista de los años 60-70, cuando se aplaudía el teatro de Simon Gray, John Osborne, Shelagh Delanny, Ann Jellicoe…

Acerca de Caryl Churchill

Caryl Churchill es una dramaturga británica cuya obra se vincula con el teatro surrealista y posmoderno. Nacida en  Londres el 3 de septiembre de 1938, tras la II Guerra Mundial se trasladó con su familia a Montreal, donde fue alumna en la Trafalgar School for Girls. En 1957, Churchill regresó a Inglaterra para estudiar en la Universidad de Oxford, donde obtuvo una licenciatura en literatura inglesa en 1960. Durante su estancia en Oxford, Churchill escribió cuatro obras de teatro –Downstairs, You’ve No Need to be Frightened, Having a Wonderful Time, e Easy Death– y todas ellas fueron representadas por grupos de teatro universitario en Oxford. En 1961, Churchill contrajo matrimonio con David Harrister, con quien tiene tres hijos.
En aquella época, Churchill empezó a colaborar con la BBC con obras para radio y televisión, entre las que destacan The Ants (1962), Lovesick (1967) y Abortive (1971). En 1972, escribió su primera obra para escena, Owners, estrenada en el Royal Court Theater de Londres, donde pasó a ser dramaturga residente en 1974 y 1975. En las décadas de los 70 y 80, Churchill trabajó con compañías como Joint Stock y Monstrous Regiment. Fue galardonada con el premio Obie por sus obras Cloud Nine (1979), Top Girls (1982) y Serious Money (1987), y con dos premios Susan Smith Blackburn por Fen (1984) y Serious Money. En los 90 y los 2000 se introdujo en un teatro más experimental con obras como Hotel (1997), un ballet cantado colaborativo en una habitación de hotel, y Love and Information (2012), un collage experimental para 100 personajes y 50 episodios cortos. La dramaturgia de Churchill se aleja de un enfoque realista en favor de la experimentación surrealista, la exploración posmoderna del lenguaje y el énfasis en la política sexual y el legado del feminismo. Recurre a un punto de vista experimental similar al de Bertolt Brecht y Antonin Artaud al considerar el texto dramático como una forma de arte político con capacidad para transformar la realidad. Churchill está vinculada con el llamado “teatro socialista” y con las respuestas críticas desde la izquierda a las políticas de Margaret Thatcher.
Churchill concibió Top Girls durante el mandato de Thatcher y en ella explora la complicada relación entre capitalismo y feminismo. Churchill ha traducido y publicado una version de Thyestes de Séneca y una adaptación de El sueño de August Strindberg.

TOP GIRLS

Texto Caryl Churchill

Traducción Ana Riera

Dirección Juanfra Rodríguez

Ayudante de dirección Moisés Crespo

REPARTO:

Lady Nijô / Win Huichi Chiu
Paciente Griselda / Nell / Jeanine Paula Iwasaki
Papisa Juana / Louise / Señora Kidd Miriam Montilla
Marlene Manuela Paso
Dull Gret / Angie Macarena Sanz
Isabella Bird / Joyce Rosa Savoini
Camarera / Kit / Shona Camila Viyuela

Escenografía Alicia Blas
Iluminación Valentín Álvarez
Vestuario Guadalupe Valero
Vídeo Emilio Valenzuela
Asesor musical Ángel Ruiz
Ayudante de dirección Moisés Crespo
Diseño de cartel Javier Jaén

Fotografías marcosGpunto

Del 15 de marzo al 21 de abril de 2019. De martes a domingo a las 18:00 horas
Encuentro con el equipo artístico martes 26 de marzo de 2019 al finalizar la función
Teatro Valle-Inclán – Sala Francisco Nieva

 

 

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