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«Tiza»: padres versus profesores en una punzante comedia dirigida por Blanca Oteyza

Por Horacio Otheguy Riveira

Tiza, de Susana Prieto y Lea Vélez, es una función que está tan bien empapada del actual «duelo» entre padres y profesores que parece elaborada no por avezadas escritoras en diversos campos, sino por docentes, a su vez madres de familia, capaces de entregar al teatro algo tan suyo como es la vibrante discusión entre sectores que no suelen entenderse. Cuatro interesantes personajes provocan sonrisas y carcajadas, a pesar de sí mismos, por sus paradójicas acciones cotidianas, siempre bordeando el ridículo de vivir pendientes del qué dirán. El texto fluye con elegancia en un entorno donde cada escena ha sido ajustada con precisión:

(…) CANDELA:  Escribir  vivir con be, burro con uve, iglesia con hache…

JUAN CARLOS:  ¡No!  Eso son las faltas de ortografía de toda la vida.  La disortografía tiene que ser más grave.

CANDELA:  Pues no sé… pero yo lo que entendí es que tenemos que ayudarle con la lecto-escritura. 

JUAN CARLOS: ¿Y te ha dicho cómo?

CANDELA:  Sí. El psicólogo dice que todos los días cojamos un parrafito de un cuento ¿vale? Veinte o treinta líneas, no más.  El niño lo lee en voz alta mientras lo graba. Luego nosotros le dictamos eso mismo y él lo escribe, así, al dictado de toda la vida. Luego le ponemos lo que él grabó con su propia voz para que lo escuche al mismo tiempo que sigue la lectura en lo que ha escrito. Luego corregimos el dictado y él escribe diez veces correctamente cada palabra que haya escrito mal.

JUAN CARLOS:  ¡Jo-der!

CANDELA:  Hijo… tampoco es tan complicado.

JUAN CARLOS: ¿Y cuándo se supone que tiene que hacer eso?

CANDELA:  Todas las tardes.

JUAN CARLOS:  Insisto… ¿cuándo?  Tiene extraescolares todos los días y hasta las siete no llega a casa.  Luego tiene que hacer deberes… ¡Qué menos de una hora!  Ya son las ocho… Y a las ocho se supone que tiene bañarse para cenar a las ocho y media y acostarse a las nueve.  Se nos acabó la tarde y el pobre no ha podido ni mear. Ya me contarás de dónde sacamos tiempo para que se grabe, se escuche, se escriba, se lea y se corrija.

CANDELA:  Tienes razón… vamos un poco pillados.  Sobre todo porque habrá que sacar un ratito para la terapia.

JUAN CARLOS:  ¿¿Terapia??

CANDELA:   Es que el psicólogo también ha dicho que necesita que le revise la vista un especialista. (…)

El profesor que quiere innovar en un mundo hostil; la veterana profe, muy quemada; los padres muy esnobs que confían en dar el salto a la gran sociedad gracias a un «Robertito que no nos puede fallar».

Un ejercicio de comedia teatral con humor irónico que dirige de manera muy brillante la actriz Blanca Oteyza, al lograr una representación a buen ritmo con notables elaboraciones de sus jóvenes intérpretes, que componen adultos con la medida justa de caracterización en un eficaz ambiente escenográfico, con claroscuros musicales entre cuadro y cuadro que señalan la oscuridad interior de seres frustrados, mientras un personaje ausente se erige como dramático protagonista: un niño que le marca el compás a todos, y se acerca a la adolescencia caprichoso y sin voz propia.

La puesta en escena deja al descubierto una crisis grave revestida de elegante sainete español cuando se trata del esnobismo de la clase media que aspira a mejorar el estatus a lo grande, y el dúo de profesores en un círculo incesante e infructuoso: la profesora con experiencia, cínica y astuta; y el joven bienintencionado a quien se le hace caer con sórdidos bulos.

Clara Galán y Cayetana Oteyza tienen en sus manos los personajes bombón de la pieza, la profe y la mamá, respectivamente, modelos de conducta en una sociedad donde el docente sólo dice lo que los padres quieren oír, y los padres de colegio privado aspiran a lo que sea con tal de que el niño llegue a ministro o presidente del gobierno. Actrices con poca experiencia que se mueven con disciplina admirable, esgrimiendo tonos y movimientos de expertas. A su lado, los chicos dan la talla, el buenazo progre que mejora la enseñanza (Álvaro Sotos), y el remilgado ejecutivo que parece vivir dentro de sus trajes (Marcos Orengo), ambos logran la rara sincronía de ser partenaires y a la vez indispensables.

Tiza es una comedia muy divertida y muy profunda, en la línea de lo mejor del género con ilustres precedentes en los que la educación y la sociedad se estrellan con síntomas claros de padecer la epidemia del desencuentro, precisamente donde más se necesita la armonía en el sólido crecimiento de cualquier comunidad. Se plantea la disyuntiva de crisis social que amarga la vida a unos y otros responsables, pero hiere fatalmente el crecimiento de quienes llegan a la adolescencia atiborrados de sobreprotección familiar y una enfermiza inseguridad a menudo insalvable.

Muy acertada escenografía de Laura Lázaro, también responsable del vestuario: trajes-corsé para los señores que gastan por encima de sus posibilidades, y ropa de andar por casa para los modestos contratados en un colegio muy caro.
Álvaro Sotos, Clara Galán, Blanca Oteyza, Marcos Orengo, Cayetana Oteyza, una «Joven Compañía» en creativa armonía.

DOÑA COVADONGA: Tú eres el sustituto, que para eso acabas de llegar.  Y deja de protestar que tampoco es tan grave.  Mira… hay una lista de setenta y cinco niños. Diez de ellos pasan la prueba de acceso porque ya tienen hermanos estudiando aquí.

DAMIÁN: (Empieza a tomar notas) Diez entran por lazos familiares.

DOÑA COVADONGA: Otros diez, pasan porque son amigos personales del director. Bueno, los niños no, sus padres.

DAMIÁN: Diez enchufados.

DOÑA COVADONGA: Otros treinta o cuarenta, porque sus papás son gente importante que da caché al colegio. banqueros, futbolistas, actores, cantantes, ya me entiendes.

DAMIÁN: Vamos, que compran la plaza.

DOÑA COVADONGA: Lo vas pillando, muy bien.

DAMIÁN: ¿Y el resto?

DOÑA COVADONGA: Al resto se les hace hueco como sea. A nueve mil euros por niño y año… ¿Te crees que vamos a dejar alguno fuera?

DAMIÁN: Entonces… ¿para qué hacemos la dichosa prueba?

DOÑA COVADONGA: Para los padres.

DAMIÁN: ¿Les gusta que examinemos a sus hijos?

DOÑA COVADONGA: No, pero les encanta que examinemos a los de los demás.

DAMIÁN: Qué maquiavélico es todo.

DOÑA COVADONGA: Sí, es genial. Como todos piensan que su hijo es único, quieren asegurarse de que sólo se va a codear con material de primera.

DAMIÁN: ¿Y esto no es un poco… inmoral?

DOÑA COVADONGA: No. Esto es un colegio privado. Si quieren moralidad, que se vayan a la pública.

 

Autoras: Susana Prieto y Lea Vélez

Dirección: Blanca Oteyza

Reparto: Clara Galán, Álvaro Sotos, Cayetana Oteyza, Marcos Orengo

Escenografía y vestuario: Laura Lázaro

Banda sonora: Marcos Orengo

Diseño de luces: Covadonga Mejía

Fotografías y diseño de cartel: Javier Mantrana

Vídeo y teaser: Pablo Gil, Kamándula Producciones

Producción y distribución: Mixta por el teatro

Prensa: Daniel Mejías/Jorge Ochagavía

Producción ejecutiva: Marcos Orengo

Estrenada con éxito en 2018, continúa en Teatros Luchana, segunda temporada 2019. 

 

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