El naufragio de una obsesión: una lectura de Moby Dick y la locura suicida del capitán Ahab al hilo de la actualidad del procés
Por Mariano Velasco
Mientras disfruto de la impresionante recreación que del capital Ahab hace un todopoderoso José María Pou en el Moby Dick que dirige Andrés Lima en el Teatro La Latina de Madrid, se me viene inevitablemente a la cabeza un segundo libro, además del de Herman Melville. Se trata de El naufragio -y no es de extrañar, con semejante título-, la excelente crónica que ha hecho Lola García, periodista de La Vanguardia, sobre el procés independentista, que acababa de finalizar de leer justo el día en que asistí a la representación de esta versión teatral de la ballena asesina con texto de Juan Cavestany.
En su desmesurado esfuerzo por condensar el novelón de Melville en algo menos de hora y media de espectáculo teatral, Cavestany subraya con la ayuda de un imprescindible Pou, por encima de otras debilidades del ser humano, sobre todo una: la obsesión. Una obsesión llevada además a sus extremos, si hace falta hasta el suicidio, y con una irremediable carga de locura: “Yo no estoy loco, yo soy la locura enloquecida”, es una de la frases más memorables de este derroche de técnica interpretativa que nos regala Pou.
Pues bien, lo que Lola García nos cuenta en su libro sobre el procés es precisamente eso mismo: la historia de una obsesión y casi, casi también de una locura enloquecida. Hay curiosamente varias y muy oportunas referencias en el libro de El naufragio a metáforas marineras, territorio muy del agrado sobre todo del expresident Artur Mas, quien tenía colgado en su despacho de la Generalitat un timón con el lema “cap fred, cor calent, puny ferm, peus a terra” (cabeza fría, corazón caliente, puño firme, pies en el suelo), y quien recurrió en los inicios del procés, cuando ni él mismo era todavía capaz de calibrar que aquello comenzaba a tomar “rumbo de colisión”, a la imagen del viaje a Ítaca como alusión al anhelo de Ulises de regresar al hogar una vez vencidas todas las dificultades.
Aislado en su locura, dispuesto a llegar al suicidio y soñando una y otra vez con su propia muerte, el Ahab de Pou se enfrenta en solitario a todo cuanto le rodea, a su propio dolor y sufrimiento, a las tempestades, al mar embravecido e incluso a su propia tripulación con tal de acabar con su Leviathan particular, la terrible ballena blanca que un día le dejó tullido de cuerpo y alma. Habrá quien pueda pensar que en el caso del proceso independentista hablamos de un equivalente al capitán Ahab en la figura del hoy huido Puigdemont (¿soñaría el expresident con el exilio?), pero el relato de la periodista de La Vanguardia deja claro que uno de los matices que caracterizan precisamente a la “obsesión” independentista es justamente su carácter colectivo, una especie de marea incontrolable que acaba por arrastrar hacia la deriva a todo aquel que se sitúa en el camino. No hay más que seguir estos días el juicio a los dirigentes del procés para comprobar qué cantidad de “personajes” han acabado participando en la representación, con mayor o menor protagonismo.
Además, ese carácter de “fracaso colectivo” va mucho más allá en el trabajo periodístico de Lola García, porque si alguna virtud destaca por encima del resto en el relato de ésta es la extremada objetividad con que se afronta, apostando por una descripción de los hechos que no toma partido por ningún bando más que en lo evidente, y que acaba por dejar clara constancia de que todos actuaron rematadamente mal y contribuyeron, con su obstinada obsesión los unos y con su intransigencia los otros, a la caída hacia el abismo. ¿Qué queda hoy de aquel Gobierno del PP que tan firme y seguro de sí mismo parecía?
Consecuencia de su propia locura es en Ahab la absoluta ausencia de duda, una de las características más definitorias del personaje de Melville y que, lejos de hacerle parecer inhumano, contribuye a subrayar la paranoia de su exasperante personalidad. No ocurre así, y es tal vez la principal diferencia en nuestra comparación, con el carácter de un dubitativo Puigdemont (tomemos, ahora sí, al expresident fugado como ejemplo), cuyas arriesgadas decisiones, si bien fueron las que fueron, también pudieran haber sido justamente las contrarias, tal y como queda atestiguado en el libro. Se trata de un interesante matiz que acaba por otorgar grandiosidad a la literatura y por empequeñecer y volver vulgar, en cambio, a la realidad que Lola García nos narra.
Obsesiones en definitiva todas, con sus semejanzas y sus diferencias, que empujan a líderes políticos por un lado y a nuestro protagonista teatral por otro, a no medir las consecuencias que de ellas pudieran derivarse, y que hacen que tanto las de unos como las del otro acaben desembocando en un destino tan trágico como inevitable: el naufragio.
Moby Dick
Basado en la novela de
Herman Melville
Texto de Juan Cavestany
Dirección: Andrés Lima
Reparto: José María Pou,
Jacob Torres, Óscar Kapoya
TEATRO LA LATINA. DEL 8 DE FEBRERO AL 10 DE MARZO 2019
MARZO 29: Lorca
ABRIL 6 y 7: Granada
ABRIL 27: Córdoba
MAYO: Catarroja (4); Palencia (8) – León (9) – Avilés (10) – Cuenca (17) – El Ejido (25) – Ceuta (31)