Bizancio: el Imperio Romano de Europa
por Kika Sureda
Bizancio ha sido una civilización milenaria con gran influencia en los países del Mediterráneo oriental, Balcanes y Europa occidental a lo largo de la Edad Media. A lo largo del siglo VI hasta el XV, la civilización bizantina sufrió altibajos e integró elementos paganos, griegos, cristianos, romanos, antiguos y medievales. Nos dejó un gran legado artístico y cultural, además de aspectos fundamentales de gobierno como son un servicio diplomático, una burocracia civil y el poder político por parte de la mujer. La identidad imperial de Bizancio se hizo más fuerte gracias a la continuidad lingüística que le dieron los eruditos medievales vinculando la cultura bizantina con la antigua cultura griega. Así preservaron los textos matemáticos, filosóficos, astronómicos, geográficos, históricos y médicos. Los copiaban, editaban y comentaban a fin de conservarlos y transmitirlos. Las primeras ediciones de la Ilíada y la Odisea eran fruto del trabajo de estos eruditos, los cuales apreciaban de forma especial los poemas de Homero. Esquilo, Sófocles, Eurípides y Aristófanes fueron estudiados y sus obras aprendidas de memoria por varias generaciones que a su vez también estudiaban las obras de Demóstenes y Platón. De esta manera Bizancio atesoró un compendio importante de sabiduría pagana.
La creencia cristiana poco a poco reemplazó el culto de dioses paganos. Bizancio fue alimentando estas tradiciones con los primeros monasterios en el monte Sinaí y el monte Athos. Comenzó así la conversión al cristianismo de comunidades búlgaras, serbias y rusas.
Utilizando técnicas heredadas de los ingenieros romanos, los bizantinos construyeron acueductos, carreteras, puentes, fortificaciones y grandes obras como la iglesia de la Sagrada Sabiduría, Santa Sofía de Constantinopla, cuya cúpula es una joya arquitectónica. La estructura de la cúpula de Santa Sofía marcó ejemplo para muchas otras iglesias, que han querido reproducir la cúpula a pequeña escala. También ha sido fuente de inspiración de las mezquitas cubiertas. La Cúpula de la Roca de Jerusalén además del techo circular herencia de la arquitectura bizantina, también tiene mosaicos que recuerdan su origen, ya que Justiniano II envió artesanos bizantinos para tallar las teselas de piedra y cristal de colores.
Otra de las herencias que Roma dejó en Bizancio, fueron los sistemas legislativos y la tradición militar. Su sociedad vivía bajo el imperio de la ley. Había jueces que se formaban como tales, teniendo asignado un salario. La justicia era algo a lo que se recurría habitualmente para solucionar agravios.
Bizancio se consideraba el centro del mundo y creía que Constantinopla era el punto neurálgico que sustituía a Roma. Hasta el siglo VII, Bizancio constituía el Imperio Romano protegiendo Occidente. Si no hubiera contenido la expansión musulmana en el año 678, el islamismo se hubiera extendido hacia Occidente.
Nos llama la atención de Bizancio la cantidad de personajes y cultura que nos dejó. La devoción de las mujeres por los iconos religiosos puede ser uno de los motivos de su posterior exclusión de la jerarquía eclesiástica oficial. Este hecho se ha relacionado con la tradición bizantina de gobierno femenino.
Muchos han sido los objetos bizantinos repartidos por todos los museos europeos, de los cuales podemos disfrutar hoy día, los cuales nos recuerdan la belleza, riqueza y cultura de esta civilización, a pesar de los estereotipos de su gobierno tiránico ejercido por afeminados, eunucos, cobardes y corruptos totalmente obsesionados con simples rituales y una burocracia sin fin.