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«Fyre» de Chris Smith y «Fyre Fraud» de Julia Willoughby Nason y Jenner Furst – Crítica

 

Por Jaime Fa de Lucas.

Dos documentales que se centran en el desastre del festival de música llamado Fyre, organizado por Billy McFarland y Ja Rule para promocionar una app de contratación de talentos. Este festival prometía lujo y exuberancia a los jóvenes ricos que iban a asistir –con entradas que llegaban a los 250.000 dólares–, pero acabó convirtiéndose en una pesadilla.

Fyre, de Chris Smith, que se puede ver en Netflix, es el más completo. La primera hora es muy informativa y se desarrolla bien. Los entrevistados están bien elegidos y en ningún momento se pierde el interés. Pasada la hora de metraje, cuando se adentra en los detalles de la debacle, ofrece bastantes momentos cómicos y logra alguna carcajada. Su mayor mérito es que no sólo informa sobre el desastre, sino que habla del poder de las apariencias y las redes sociales y cómo éstas pueden construir una imagen que en muchos casos poco tiene que ver con la realidad. Quizá lo más preocupante de todo es que hay jóvenes que se doblegan ante esa imagen virtual que les meten en los ojos.

 

Fyre Fraud, de Julia Willoughby Nason y Jenner Furst, empieza con mal pie, pues hace una introducción pseudofilosófica que asume que el espectador aspira a ser las influencers y escucha la música de Ja Rule y quiere estar ahí con todas esas figuras populares. Y pone la guinda diciendo que el festival es algo «culturalmente relevante». Todo esto es muy cuestionable y muestra que este documental ya parte con ciertos prejuicios de base. El siguiente tramo también es desafortunado, ya que idealiza a McFarland –que en realidad es un estafador– y parece que está más preocupado por desarrollar una biografía amable del tipo, que por hablar del festival en sí. En general, es un documental disperso cuyo título simplemente busca parasitar al de Netflix. Un título más apropiado sería «Biografía de Billy McFarland y exploración sobre los millennials». De hecho, lo más interesante es su análisis –breve pero agudo– de las redes sociales y la psicología de los millennials. Cabe destacar que cuenta con una entrevista al propio McFarland, pero ésta apenas tiene valor, puesto que el hombre es un mentiroso compulsivo y no podemos saber si sus respuestas son fiables.

 

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