‘Sueño’, de Haruki Murakami
Por Víctor González (@chitor5)
Algo muy malo tiene que ocurrir para que de la combinación Haruki Murakami y Libros del Zorro Rojo no salga un libro maravilloso. Y como eso no ha pasado ha vuelto a salirles, en la estela de aquel Asalto a las panaderías que reseñé aquí hace ya unos meses. En este caso vuelven a la carga con Murakami con otro relato ilustrado por la ya mítica Kat Menschik y traducido también por otro nombre habitual en los libros de Murakami en español, Lourdes Porta. En este caso hablamos de Sueño.
Seguramente me repita pero no puedo pasar sin destacar la calidad de estos libros. Bien cuidados, perfectamente editados, sin una sola errata y encima desprendiendo un olor increíble. Si los textos de Murakami ya de por sí merecen la compra, sumarle a ellos las ilustraciones de Kat Menschik y la genial cobertura de Libros del Zorro Rojo hacen de ello una compra obligada.
En este relato, escrito por el japonés en 1990 y publicado por Libros del Zorro Rojo en primera edición en noviembre de 2013, Murakami nos pone delante de una narradora que cuenta su propia experiencia. Y como es normal en él esta experiencia tendrá poco de común. En ella la narradora cuenta que no puede dormir. Retrotrayéndose al pasado, asocia este momento a otra época pasada en la que estuvo también unos días sin poder dormir. Pero esta vez es distinto. Una noche se acuesta, tiene una especie de parálisis del sueño en la que ve una figura mojándole los pies sin ella poder moverse y, cuando por fin puede, se da cuenta de que ya no tiene más sueño. Ni en ese momento ni nunca. Todo ello la llevará a plantearse sus hábitos (ama de casa con hijo y marido que solo sale para comprar o ir a la piscina), la convivencia con los suyos e incluso su vida. No dormir la llevará a encontrar aspectos ocultos de su vida que parece que solo salen a la luz, en contraste, con la oscuridad de la noche. Esas noches en las que hasta ese momento dormía ahora son un lugar en el que encontrar placeres ocultos como leer una buena novela (Anna Karénina, de Tolstoi), hincharse a chocolate o tomarse unas cuantas copas de brandy. Todo lo que ya dejó por tener una vida adulta.
Pero esa vida adulta se desmorona por la falta de sueño. Ya no sabe si realmente ama a su marido, ni siquiera si le cae bien. No sabe si, incluso, se cae bien a sí misma. Todas esas horas libres, todas esas horas sin descanso (que no parecen pasar factura a su vitalidad, al contrario) hacen que su mente viaje como un rizoma por todos los rincones olvidados de su vida, de lo que ella realmente es. No dormir para despertar.
Y así, poco a poco, pasando los días, se abre a una nueva vida. Tiene más energía, sale en coche o a dar paseos por la noche mientras todos duermen; compra, come y bebe chocolate y brandy a escondidas; se distancia cada vez más de los suyos. Y todo para acercarse a ella misma. El final, como todo lo que ocurre con Murakami, es totalmente abierto, porque en realidad la clave de la literatura de Murakami, ya sean cuentos o novelas, con sus frases cortas y su escritura aparentemente sencilla, es vivir el conflicto que siempre hay por sorpresa en sus personajes, vivir el cambio, ser partícipes de cómo alguien deja de ser nadie. Aunque solo sea por un rato. Lo mismo que te puede ocurrir a ti, que en realidad te ocurre, cuando abres uno de sus libros.