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“Todos me deben algo”: una historia criminal

Por Susana Inés Pérez

Aún quedan tres funciones de Todos me deben algo en La Escalera de Jacob. Basado en un cuento del escritor brasileño Rubem Fonseca, este monólogo de la Compañía Nuevo Teatro Fronterizo lleva la marca indiscutible de José Sanchis Sinisterra, que, en su línea, ha realizado un trabajo de dramaturgia genial y se ha encargado también de la dirección de escena.

Todos me deben algo es el relato en primera persona de un criminal ambicioso y sin escrúpulos, que, lleno de odio hacia los ricos y poderosos, decide cobrarse lo que considera que debería ser suyo. Jordi Buisán protagoniza este espectáculo unipersonal y brilla con luz propia. Con tan solo una mesa y aprovechando el espacio escénico al máximo, consigue transmitirnos la indiferencia del criminal e incluso asustarnos; el actor juega con los espectadores, cada pausa y cada silencio tienen un significado, nos incomoda la expresión de su cuerpo, su mirada y su sonrisa. Comienza el espectáculo apaleado, corriendo escaleras abajo, una música repetitiva invade la sala y, con ella, una ansiedad latente. Nosotros también somos sus víctimas.

Buisán, solo frente al público, nos presenta un buscavidas, un personaje violento y complejo, a veces incomprensible; un individuo escurridizo, peligroso, un tanto ridículo, un psicópata que es capaz de violar, engañar y matar e irse a la playa al día siguiente. Se trata de un personaje cuya masculinidad está a flor de piel tanto en su narración como en su cuerpo. Desde el momento en que guarda un guante en su bragueta, marca su territorio, muestra sus armas a la hora de someter y poseer a la mujer, pone de manifiesto que se guía por sus impulsos e instintos más bajos, en un mundo de sangre y fluidos.

Por otro lado, el relato de sus crímenes revela una crítica importante a una sociedad clasista, rígida y carente de espíritu solidario o empatía, ante la desigualdad y la distribución de las riquezas. Aunque no se justifica la existencia o evolución del personaje criminal, el desarrollo de las acciones nos invita a reflexionar sobre las posibles causas o motivaciones de sus actos, su comportamiento y su razonamiento, así como en posibles soluciones. ¿Sería posible la rehabilitación de un individuo de estas características? En este sentido, el desenlace es bastante pesimista.

Según Buisán, Todos me deben algo es un espectáculo “perturbador”. Yo añado que es una obra dura, con una mirada siniestra y, a veces, grotesca y sádica, que analiza los recovecos del criminal y muestra su alma, es teatro en estado puro. Lo sabemos porque somos capaces de reír en determinados momentos, cuando la verborrea y los versos del protagonista o su supuesto enamoramiento disipan las situaciones terribles que se nos narran, porque sentimos miedo y nos cuestionamos nuestra implicación y nuestra propia naturaleza.

Merece la pena ver el magnífico trabajo actoral de Buisán, que se fusiona con la luz y los pocos elementos en escena, adaptando el ritmo de su discurso a las inquietudes del espectador. Sin duda, una de las joyas de las pequeñas salas madrileñas.

 

Dramaturgia y Dirección: José Sanchis Sinisterra

Intérprete: Jordi Buisán

Compañía: Nuevo teatro fronterizo

Más información y entradas: https://www.laescaleradejacob.es/evento/721/todos-me-deben-algo

 

 

 

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