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Nando López: «Debatir con los lectores adolescentes, siempre es muy estimulante»

Por Horacio Otheguy Riveira

Cuando Nando López asiste a encuentros en los institutos, aprovecha al máximo el privilegio de mantener contacto con lectores adolescentes. Y cuando está a cargo de un grupo de adultos —que le contratan porque quieren adquirir herramientas para escribir literatura juvenil— una de las tareas que sugiere consiste en realizar una labor silenciosa, de las que no se leen en voz alta: «Escribir una carta del yo adulto al yo adolescente». Un ejercicio a modo de texto improvisado en el que siempre se dan descubrimientos personales profundos. Así se crea un fecundo diálogo que el propio profesor-escritor Nando López mantiene a diario consigo mismo al comunicarse con adolescentes que se sienten muy cercanos a través de su escritura. Y todo sucede con la convicción de que: «Aprendemos mucho juntos». He allí el misterio de su éxito, en el salto gigante y entrañable del diálogo de sordos habitual en una sociedad «entre quienes nos obcecamos por encontrar respuestas cuando ellos solo desean hallar salidas».

 

La Joven Compañía en La edad de la ira, 2017. Versión teatral de la novela homónima de 2011. (Foto: David Ruano).

 

El filólogo Fernando J. López entra por oposición al profesorado de Lengua y Literatura de la Escuela Secundaria. Es muy feliz tratando con sus alumnos conflictos de la vida cotidiana a través de la literatura. No hay ficción que se resista a la historia y a la avidez de conocimientos de chicos que viven intensamente la edad de la ira, pero también viven a tope el momento clave para expresar creativamente lo que se creía casi imposible. Pasado cierto tiempo el profesor se convierte en un escritor y dramaturgo prolífico, volcado en la habitual soledad del literato, así como también en la fecunda creatividad de obras pergeñadas a dúo, como la reciente Barro, al alimón con Guillem Clua, y en la de próximo estreno, Federico hacia Lorca escrita junto a Irma Correa.

Hoy firma Nando López, rebautizado como en familia y entre amigos, ahora al alcance de espectadores y lectores, ya que la reedición de sus obras son firmadas de este modo. «Señor López», «Llámame Nando». Un juego relajante para quien no cree en las etiquetas y evita el habitual festín de vanidades.

En un aeropuerto extranjero es sorprendido por una chica de 13 años portadora de uno de sus libros para que le escriba una dedicatoria, una firma, una seña de identidad de su autor favorito. Es una entre permanentes expresiones de afecto mutuo, grande el amor que pone en cuanto escribe y hace, a través de múltiples sesiones de conferencias/debates con adolescentes de los ambientes más diversos donde alumnado y profesorado oscilan entre ser dos bandos irreconciliables, y uno solo, compacto, luchando por sobrevivir al maltrato de las instituciones.

«En estos 10 años de escritor en constante contacto con profesores y alumnos, he comprobado cómo el Estado ha hecho todo lo posible por obstaculizar la libertad de enseñanza, la evolución de los más débiles, recortando presupuestos o imponiendo normas absurdas, ante este panorama es impresionante el esfuerzo que hacen muchos de ellos por salir adelante; estudiantes y profesores encuentran cauces para desarrollar propuestas potentes, esfuerzos considerables en una sociedad donde ambos están castigados por prejuicios muy injustos. En general se piensa que los docentes son funcionarios inamovibles, tercos, cerrados, y los adolescentes, tipos perdidos, insoportables. Sin embargo, yo encuentro a diario gente interesante y luchadora con un nivel sorprendente de cultura por parte de los chicos de ambos sexos. Es más, mi última novela Nadie nos oye, que va, entre muchos otros temas de la homosexualidad en el deporte, me la propuso un estudiante en uno de los encuentros… El dolor de crecer, el `adolecer´de estas personas, puja siempre por encontrar manos tendidas, aunque a menudo lo hagan a través del rechazo. En cuanto pierden el recelo y se sienten confiados con un interlocutor adecuado dan lo mejor de sí y se ponen a trabajar a favor de sí mismos con sorprendentes resultados».

¿Cuáles son los mayores contrastes entre adolescencia y sociedad?

La indiferencia de las Instituciones del Estado, y de allí los medios de comunicación mayoritarios que ignoran a los adolescentes y su proceso, como si nadie hubiese padecido el shock tremendo de crecer sin saber cómo. Es un proceso muy duro porque en las últimas reformas y ajustes educativos se ha ignorado tanto a los profesores como a los estudiantes a la hora de recortar o presuntamente mejorar. Nunca se les consulta.

¿El acercamiento a tus obras es una tarea individual, ajena a los programas de estudio?

Eso depende de los centros, cada uno crea su propia dinámica frente a programaciones que suelen estar obsoletas. Pero nada es blanco o negro, hay muchos aspectos a tener en cuenta. Mis obras para público juvenil-adulto —es decir, dirigidas a un público muy amplio, desde 14 años en adelante— tratan, dentro de un contexto de novela periodística de serie negra, temas como la homosexualidad, la transexualidad o la bisexualidad, y aparecen todas las fobias al respecto por parte de adultos y jóvenes, y para mi sorpresa, alguna vez sí que he sido censurado; por suerte es algo minoritario y, desde hace años voy a institutos y colegios de todo tipo donde se crean debates muy saludables.

¿Cuánto de saludables, por ejemplo?

Siempre lo son, igual cuando reaccionan con sus fobias espontáneamente o ante la dureza de algunos profesores que no comparten mi posición, o el entusiasmo de los chicos que siempre, en cualquier caso, reaccionan visceralmente, como es propio de su edad. Lo notable es que los hechos contradicen absolutamente los prejuicios con que nos manejamos los adultos.

¿Echas de menos la enseñanza?

Llevo muchos años de excedencia, y sí la echo de menos, disfrutaba mucho dando clase, pero me parece fantástica esta posibilidad de alternar la soledad del escritor con la posibilidad de entablar debates con mis lectores. Por otra parte las editoriales también están entusiasmadas con las ventas, así que me hacen encargos para elaborar nuevas novelas, y es muy difícil combinar una actividad con la otra, sobre todo porque el ritmo de los institutos es muy absorbente.

¿La actitud de los adolescentes es muy diferente según la extracción social?

Vivo sorprendiéndome y afirmándome en la inutilidad de las generalizaciones. Podemos encontrar actitudes generosas, muy progresistas en barrios muy modestos donde no llegan los movimientos culturales de la zona central de las ciudades y concepciones muy reaccionarias donde se establecen paradigmas de progresía. Tampoco es real que en los adolescentes prevalezca la violencia, pues aunque existe, especialmente entre familias con una agresividad tradicional, se dan grados de madurez intelectual fascinante.

Participas en encuentros con el público cuando haces teatro, y en Institutos con los lectores en relación a su narrativa. ¿Cuándo escribes?

Ese es el factor más complicado. Sobre todo al principio. Me costó aunar las dos necesidades, ya que el estado solitario del escritor se ve muy alterado con tanta vida social. Por ejemplo, pronto pasaré cinco días en Canarias y dos en Barcelona. En medio de tanta acción, el escritor se encuentra compelido a los trenes y los aviones, las habitaciones de hotel, haciendo malabarismos con el tiempo. Eso sí, tengo una ventaja: duermo muy poco y con eso me basta. Es una ventaja de la hiperactividad.

Barro. La Joven Compañía. Foto: David Ruano.

También te da tiempo para escribir con colegas. ¿Cómo fue la experiencia en la creación de Barro?

Nunca lo había hecho. Funcionó muy bien junto a Guillem Clua. Apenas nos habíamos tratado cuando nos hicieron la propuesta. Nos lo propuso el director José Luis Arellano, quien realizó la puesta en escena del texto. Estuvimos de acuerdo desde el comienzo que debíamos convertir en teatro la caudalosa documentación sobre la Primera Guerra Mundial. Fue muy satisfactoria la experiencia porque además dio lugar a una buena amistad. Por otro lado ambos habíamos tenido éxito en La Joven Compañía con otros textos y nos sentíamos muy a gusto asistiendo a talleres previos y a ensayos. Es maravilloso descubrir el talento de esta gente que va madurando, evolucionando con los años de un modo increíble. Luego también es muy gratificante escuchar a los espectadores en los Encuentros con el público. En uno de estos, una chica dijo que era la segunda vez que veía «Barro» porque la primera vez había llorado tanto que no pudo captar lo mucho que ofrecía el espectáculo. Se consiguió la empatía de los jóvenes espectadores hacia los jóvenes soldados atrapados en la barbarie de una guerra con la que comenzó a tomar forma la Europa que conocemos hoy.

En marzo se estrena otro texto elaborado a dúo, esta vez con Irma Correa, Federico hacia Lorca.

Muy distinto el contexto y la estructura que escogimos con Irma, con quien también resultó muy fácil entenderse. Este es un texto mucho más libre, abarca desde la juventud a la muerte de Federico aprovechando algunos de sus textos, pero hay bastante de nuestra parte en un desarrollo en parte poético y surrealista, según algunas de las pautas que le interesaron a Lorca en determinados momentos. Esta vez dirige Miguel del Arco, que debuta con esta puesta en escena en La Joven Compañía. He visto algunos ensayos y estoy muy emocionado.

¿Habrá teatro con texto en solitario?

Sí y no. A medias. En abril en los Teatros Luchana se estrenará mi última obra en solitario, Nunca pasa nada, dirigida por Eva Egido, una pieza escrita desde un taller con los actores. Son muy jóvenes, pero con amplia experiencia ya en teatro, cine y televisión. Partimos del objetivo de llevar a cabo una obra que hablara en torno a la amistad, pero con claro protagonismo de los que tienen veintipocos. Pero antes estará cuatro días en el Teatro de La Comedia de Madrid un espectáculo dirigido por Ainhoa Amestoy. Ya ha realizado bastantes funciones en otras comunidades desde que se estrenó en el Festival de Almagro con muy buena acogida el pasado verano, y le espera una larga gira: Desengaños amorosos. En este caso soy autor de una versión libre de las novelas de María de Zayas, una escritora muy valiosa del Siglo de Oro, donde se adelanta en el tiempo con planteamientos que hoy nos resultan muy cercanos.

Portada de Ediciones Antígona.

[…] OCTAVIO
¿Apresurar? Pero si ha ya un año que empezaron a contar
los días de vuestra crueldad…
NISE
No es esto crueldad, sino cautela. Solo debe entregarse el corazón a quien demuestre que sabrá recibirlo.
OCTAVIO
Y yo sabré, mi hermosa Nise. Que muchas pruebas os he
dado de que todos los mares cruzaría por vos.
NISE
Pocas pruebas son esas para tantos mares.
OCTAVIO
¿Admitiréis, al menos, que probé mereceros?
NISE
No seáis presuntuoso.
OCTAVIO
Permitidme entonces que sea impaciente.
NISE
¿Impaciente? (Fingiéndose ofendida.) ¿Tanto os ha aburrido
mi compañía en estos meses?
OCTAVIO
(Azorado.) Al contrario. Si no, no hubiera hecho tantos
esfuerzos por visitaros día tras día en vuestro palacio.
NISE
(Simulando estar aún más molesta.) ¿Esfuerzos hacéis?
OCTAVIO
(Más nervioso.) Me confundís.
NISE
(Falsamente indignada.) ¿Ahora también os confundo?
OCTAVIO
(Al borde del tartamudeo.) No, solo digo que… Yo solo…
NISE
Hablad, por dios, que con tanto titubeo parece que estuvierais
ante la mismísima Atenea.
OCTAVIO
Esfuerzo llamo a llegar cada día hasta esta villa en las
afueras, lejos de la ciudad.
NISE
¿Y decís que cruzaríais por mí todos los mares cuando os
cansa cruzar un par de plazas? […]

Sexo y violencia en el deporte juvenil

Muy rica la trayectoria pasada, presente y futura de un hombre de letras y de teatro de inagotables recursos, también coordinador de una Colección de textos clásicos para Institutos, así como de narraciones y textos dramáticos para adultos e incluso para niños de 10 a 12 años. Pero ya habrá ocasión de volver sobre sus creaciones a medida que vayan dándose a conocer. De momento, Nando López se despide y al verle partir me parece que le sigue de cerca, silenciosamente, mucha gente agradecida: sus numerosos personajes que recorren páginas y escenarios, felices de poder expresarse. No son seres convencionales, adscritos a una doctrina ni a un régimen de ideas o de costumbres, son individuos en los que adolescentes y adultos se pueden identificar. Personajes agradecidos porque su existencia sirve como válvula de escape ante las muchas cerrazones y violencias de una sociedad en la que se enfrentan con gran estrépito: el deseo de avanzar y el de retroceder.  Progreso y Retroceso. El Progreso resiste, gana pequeñas victorias en el día a día, gracias a la lucha denodada de mucha gente que no sale en los telediarios ni en los periódicos de gran tirada, pero ahí están. Personajes de Nando López surgidos entre quienes a su vez le leen y aplauden emocionados. Todos agradecen el punto de encuentro consolidado entre generaciones que necesitan entenderse más que nunca. Padres e hijos, profesores y estudiantes, adolescentes consigo mismos y con lo que les rodea.

Nando López se marcha andando a paso ligero, seguramente procurando estructurar en su mente las muchas ideas que fluyen, que se dislocan y rearman, voces entre las que abundan las preocupaciones sobre la compleja adolescencia, como en su última formidable novela, Nadie nos oye (Loqueleo): una obra para público juvenil y adulto, a partir de 15 años. Un thriller intensoen torno a la muerte violenta de un muchacho de 17 años en el álgido mundo del deporte juvenil. Una novela de envolvente interés narrada a dos voces: Emma, la psicóloga del club, y Quique, un compañero de la víctima. Una novela muy allegada al devenir de conflictos de los adolescentes que la protagonizan, escrita de tal manera que los adultos pueden seguirla con gran interés, reviviendo épocas quizás no tan lejanas…

(…) —Si el asesino…

—Los asesinos —me corrige—. La hipótesis más probable es que fueran. al menos. dos personas.

—Está bien. Si los asesinos hubieran sido del club, debería haber algún antecedente que explicase ese estallido de violencia.

—Se han encontrado cantidades significativas de alcohol en la víctima. Quizá sus atacantes también estaban bajo los efectos de la bebida.

—Podría, sí, pero no creo que fuera una causa suficiente. Si realmente se conocían, ese ataque de violencia se tuvo que ir larvando durante más tiempo. La saña con la que lo agredieron resulta difícil de explicar como algo espontáneo en un entorno como este.

(…) [Andrea, la inspectora de Policía] Me tiende una tarjeta con su teléfono y su e-mail y se despide de mí dejándome llena de dudas, y peor aún, de responsabilidad con la sensación de que ahora sí que no puedo cruzarme de brazos, porque en esta investigación no se trata solo de cerrar un caso, ni siquiera de reivindicar la justicia que merece la víctima, sino también de luchar por la supervivencia del sueño de mi mejor amigo. Un club que puso en pie para dar esperanza y opciones a los adolescentes que lo rodeaban y que ahora se ha convertido en el escenario de un crimen macabro que nos recuerda el lado más inhumano de nuestra realidad.

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También en CULTURAMAS:

«La edad de la ira» en palabras del autor

«La edad de la ira», espectáculo teatral

Acerca de Amores Diversos y Pánico

De mutuo desacuerdo con Toni Acosta

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