«Los años de la fertilidad», de Emilio Rivas, una aventura escénica muy personal

Por Horacio Otheguy Riveira

A partir de sostener que «La palabra es un animal sagrado», se suceden secuencias sobre un suelo blanco muy amplio, tanto como el escenario de la sala Max Aub de las Naves de Matadero. El animal, sin sacralizar, es el lamento y el ladrido de un perro brotando de la garganta de un hombre, Emilio Rivas, el autor-director de esta ceremonia que procura hallar alguna clase de luz atravesando áreas complejas y también muy elementales, casi costumbristas. Tras el sonido perruno, una pareja asume diversas tensiones, mientras Rivas va y viene, generalmente como personaje inaprehensible, casi siempre mudo en escena, pero muy palabrero en off, ya que las voces, las palabras, los sonidos se sacralizan y también se dejan desprotegidos porque la búsqueda avanza y retrocede, aunando un exceso de palabras entrechocadas, a ratos poemas libres, a ratos discursos de andar por casa, a veces pensamientos en voz alta.

La del amor

La de los sueños

La de la biología

Las batallas más importantes se viven a una determinada edad: Los años de la fertilidad.

  Emilio Rivas

El autor y director nacido en Cádiz, ha expuesto su peculiar teatralidad en Valencia y Madrid con algunos espectáculos que paradójicamente se resisten a serlo; por ejemplo el llevado a cabo en barrios madrileños desfavorecidos y en otro barrio de Valencia, «Take a Walk», a pie de calle treinta espectadores le seguían, escuchándole a través de auriculares, «así les invitaba a recorrer su propio laberinto».

En esta exposición singular de Los años de la fertilidad se apuntan también referencias a extrema pobreza en otro barrio de Madrid, «donde vivíamos en 19 metros cuadrados en una zona donde nadie recogía la mierda de sus perros y todos tenían perros». El dolor, el enfrentamiento de un hombre y una mujer y el gozo sexual poco después, con una idea realmente sobrecogedora, pues se colocan separados, cada uno en un extremo del escenario, semidesnudos, interpretando la gimnasia entusiasta de diversas posiciones eróticas hasta alcanzar el orgasmo. Siempre lejos, sin tocarse, simbolizandola soledad compartida en el placer más íntimo de los miembros de una pareja.

Muchas secuencias invitan a la reflexión a través de una ambientación sorprendente, juego de luces y proyecciones cinematográficas como la de los pechos de una joven que respira lentamente, como dejándose poseer por la voz del autor que le dedica un largo poema de amor… a los senos que le inspiran y tal vez exciten.

Una gran variedad de situaciones para que cada espectador se identifique o reflexione, se emocione o se empiece a aburrir, a cansar, para de pronto volver a reaccionar con interés: «Esta pieza escénica creada en residencia en Naves Matadero toma la fertilidad como un concepto biológico pero también filosófico. La posibilidad de crear vida va paralela a la capacidad de entregar al mundo lo mejor que uno tenía. Si no podemos tenerlo todo, ¿qué estamos dispuestos a perder?».

 

Emilio Rivas construye y deconstruye impulsos emocionales y reflexiones a través de un teatro poético con estructura surrealista, entre símbolos y lugares comunes en los que intenta expresar sus «Años de fertilidad» con su buena dosis de fracaso y mortandad: «Algo habré hecho mal porque estoy muerto».

Escucho la radio, y es mentira. Camino por la calle, y es mentira. Atravieso Sol, y todo es mentira. Me toco la cara, y es mentira… Es curioso que asistamos a piezas escénicas con la ambición de ver algo que sea verdad”. 

 

Dirección y textos: Emilio Rivas
Creación: La ofrenda
En escena: Diego Bagnera, Ana Petite, Emilio Rivas, Mikel Flores Sancho/Clara Munilla Padilla, Atticus Dog
Dirección técnica: Roberto Baldinelli
Producción ejecutiva: Ángela Santos Fernández
Asistencia sonido/vídeo: David Tiedra Figura

Coproducción: Emilio Rivas / La ofrenda y Naves Matadero – Centro Internacional de Artes Vivas

 

Funciones a las 20,30 horas, los días 10 a 13 enero

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