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Anastasia: un musical con un deslumbrante envoltorio que no oculta su profundo contenido

Por Mariano Velasco

Cómo convertirte en la persona que no recuerdas que una vez fuiste. Ese es el gran reto que se le plantea a la joven Anya cuando se le ofrece la posibilidad de viajar desde San Petersburgo (ya convertida en Leningrado) hasta París para encontrarse con el que todavía no sabe si es o no su verdadero pasado. Dicho esto, y dada la complejidad de tal planteamiento, es difícil hacerse a la idea de que se trate del argumento de una película de animación infantil o, en el caso que nos ocupa, del musical basado en aquella que actualmente triunfa en el Teatro Coliseum de Madrid: Anastasia, el musical. (https://www.anastasiamusical.es/)

Pero resulta que sí, que esta versión musical de Anastasia no es -y su antecedente de animación tampoco- un espectáculo edulcorado, infantil y ñoño, como tal vez podría pensarse a bote pronto, sino más bien todo lo contrario. Porque bajo esa preconcebida capa de superficialidad, que bien pronto se desvanece en cuanto se escenifica el impactante estallido de la revolución bolchevique y se desencadena la tragedia, se nos revela una historia fascinante que tiene casi de todo, y que consigue con creces el objetivo de llegar a ser un espléndido espectáculo para todos los públicos, gracias a una perfecta combinación de un deslumbrante envoltorio con un contenido tan profundo como elaborado y trascendente, amén de unas magníficas canciones y un sobresaliente reparto.

El argumento, que mezcla historia y leyenda, resulta de sobra conocido: todo comienza en el San Petersburgo de 1907, donde la pequeña Anastasia recibe de su abuela, la emperatriz viuda, una caja de música como recuerdo antes de marcharse esta a París. Unos años después, se desarrollarán los acontecimientos históricos que culminan con la revolución bolchevique, el asalto al palacio imperial y el ajusticiamiento y muerte de toda la familia Romanov.

¿Toda? Aquí es donde empieza la leyenda que a pesar de las evidencias históricas ha circulado durante décadas y que al final ha dado como resultado el argumento de este musical. A partir de esa posibilidad, la de que un miembro de la familia  imperial haya sobrevivido, se traza todo un juego de recuerdos y olvidos, de mentiras y verdades, repartidos a lo largo de una historia de guerras, amor, odio, revoluciones, remordimientos y de un fascinante recorrido existencial en busca de la propia identidad y, al fin, de la capacidad del ser humano de elegir entre la riqueza o la verdadera felicidad.

Y a tan magnífica historia habrá que añadir, como ya hemos dicho, el no menos fascinante envoltorio. En tal sentido, es obligado destacar la cantidad de escenas que dejarán boquiabierto al espectador gracias a una sobresaliente escenografía acompañada de unos efectos cinematográficos sencillos pero realmente efectivos, basados casi siempre en dotar de profundidad a cuanto sucede sobre el escenario, todo ello aderezado con un impresionante trabajo de vestuario.

Por si todo lo dicho fuera poco, la pareja protagonista brilla a un nivel excelente, Jana Gómez en el papel de Anya/Anastasia e Íñigo Etayo en el de su fiel Dimitry, sobre todo por la calidad de sus voces, y están perfectamente secundados por la pareja cómica de Javier Navares (Vlad) y Silvia Luchetti (Condesa Lily), que aporta simpatía, picardía y mucha gracia a las escenas que así lo requieren.

Una sorpresa más es la engañosa frialdad del personaje Gleb, al que Carlos Salgado otorga, además de la potencia de su voz, una más que atractiva complejidad humana, dando vida a un tipo duro y muy rico en matices, agobiado por el choque entre la obligación de cumplir con su deber y la humanidad que todavía le corre por las venas y que nos deparará alguna que otra sorpresa.

Descubriremos por último, ya avanzada la representación, que no siempre resultan necesarios los efectos cinematográficos para dotar de magia al número en cuestión. Así lo comprobamos durante el pequeño paréntesis que supone la representación de El lago de los cisnes, en la que se apuesta más por el siempre  resolutivo efecto del teatro dentro del teatro, y durante la cual tal vez lleguemos a adivinar que el hechizo que parece haber caído sobre Anastasia, como le ocurre a Odette en la composición de Tchaikovsky, no se romperá cuando la princesa se encuentre con su verdadero pasado sino, solo y únicamente, cuando se atreva a afrontar por fin el futuro.

Anastasia

Teatro Coliseum de Madrid

Dirección: Darko Ttesnjak

Reparto: Jana Gómez, Íñigo Etayo, Carlos  Salgado, Javier Navares, Sivia Luchetti, Angels Jiménez


 
 
 

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