Pol Monen: «Mis amigos tienen una masculinidad bastante más sana que los personajes de la película»
Nuestro compañero Álex Ander ha podido entrevistar al actor Pol Monen, quien tiene en cartelera la película «Tu hijo», que protagoniza junto a José Coronado y que está cosechando muy buenas críticas.
ÁLEX ANDER.
Hay actores que aparecen y desaparecen del mapa del cine patrio como por arte de magia. Otros, trazan su carrera sin prisa pero sin pausa. Es el caso de Pol Monen (Barcelona, 1994), que lleva varios años encadenando proyectos en cine y televisión, y que ya sabe lo que se siente al estar nominado al Goya al mejor actor revelación (por su papel en el drama romántico Amar). En las distancias cortas, resulta encantador y sensible. Incluso algo tímido. Pero se muestra elocuente y con ganas de hablar cuando toca defender su última película, Tu hijo —un impactante thriller dirigido por Miguel Ángel Vivas, donde el catalán comparte protagonismo con José Coronado—.
En la cinta, estrenada en las salas de cine el pasado viernes, Monen da vida a un joven universitario que recibe una brutal paliza a la salida de una discoteca sevillana que le deja en estado vegetativo. “Es un chico que ha recibido una educación bastante tradicional por parte de su familia. Lo acaba de dejar con su novia y lo está pasando bastante mal. Y la paliza hace que el personaje de mi padre [Coronado] busque saber lo que me ha pasado”, explica el actor.
El violento y seco largometraje toca temas delicados como la sed de venganza, los abusos sexuales o la incomunicación entre padres e hijos en la actualidad. Asuntos que, como el propio intérprete reconoce, no resultan del todo ajenos a los jóvenes de su generación. “Tengo una relación bastante cercana con mis padres, aunque tenga mis secretos y no lo sepan todo”, confiesa sin reprimir la sonrisa. “Conocen mucho. Saben con quién voy y ha sido así casi siempre. Pero entiendo que no es lo general. Creo que hay una brecha generacional bastante importante hoy en día en muchas familias”.
¿Cree que los chicos con los que se mueve habitualmente están concienciados sobre la lucha feminista y ciertos movimientos activistas como MeToo? Monen se toma unos segundos para responder. “Me gustaría decirte que sí, porque me muevo en un ambiente bastante artístico. Mis amigos tienen una masculinidad bastante más sana que los personajes que aparecen en esta película”, dice con cierta cautela.
De sus palabras se desprende un profundo respeto por las reivindicaciones feministas. Y muchas ganas de seguir aprendiendo a diario. “No es una tontería, ni algo que debería ser considerado una moda o algo pasajero. Creo que ha venido para quedarse. Nos va a venir muy bien a los hombres para quitarnos de la cabeza esa idea de la masculinidad tóxica que aprendemos desde pequeños, y que tiene que ver más con la agresividad, o con doblegar y dominar al otro”, reflexiona. No en vano, considera que, como hombre, el silencio ante ciertos abusos le haría cómplice.
A pesar de su autoconfesada impaciencia, Monen está sabiendo llevar con temple la complicada (e inestable) carrera de actor. Sorprende la inteligencia y el aplomo con que responde a todo, a pesar de su edad. Y, por encima de todo, mantiene los pies sobre la tierra. Piensa que nunca se puede bajar la guardia y que la suya es una profesión muy vocacional. “Todo el que quiera dedicarse a esto debe tener las cosas muy claras para aceptarlo cuando no hay tanto trabajo. Eso, y trabajar lo máximo posible para ser un buen actor. En esas ando yo”, espeta.
Monen siempre fue un chaval curioso. De pequeño le chiflaba leer y escribir, pero también actuar —debutó cuando tenía nueve años, haciendo de figurante en La mala educación de Pedro Almodóvar—. Su familia le buscó un colegio donde poder cursar el bachillerato de artes escénicas, y se matriculó en la carrera de Periodismo cuando tenía dieciocho años.
No le sedujo la carrera y se dio cuenta de que su verdadera vocación iba por otro lado. Supo que tocaba trabajar duro y que la capital española —a la que se mudó con diecisiete años— iba a brindarle más oportunidades que su Barcelona natal. Al menos, de momento: “Madrid es una ciudad muy divertida, que te acoge con los brazos abiertos. A los dos meses de llegar, ya tenía un montón de amigos”. Un flechazo recíproco. Madrid también adora a un actor como él, que parece predestinado a liderar la nueva hornada de guapos con talento del cine patrio.