'Los perros duros no bailan', de Arturo Pérez-Reverte
CESIDIO NIÑO.
“Mi amo creía que peleaba por él, pero se equivocaba. Siempre peleé por mí……soy un luchador nato. Nací mestizo, cruce de mastín español y fila brasileño. Cuando cachorro tuve uno de esos nombres tiernos y ridículos que se les ponen a los perrillos recién nacidos, pero desde aquello pasó demasiado tiempo. Lo he olvidado. Hace mucho que todos me llaman Negro”.
Cuando un lector se adentra a nadar en el mar de Pérez Reverte, y yo he nadado mucho por sus múltiples novelas y artículos, puede suceder dos cosas: te adentras o bien, sales del agua. Yo me he adentrado hasta no tocar pie, ya que la obra me ha fascinado en toda la amplitud de la palabra.
Este libro pasa a engrosar la lista de obras protagonizadas por animales como Soy un gato, Flusch, Memorias de una vaca , Fue él o Rebelión en la granja, y su lectura te atrapa desde la primera frase sin querer, ni poder dejar de leer las aventuras, desgracias y tristezas no solo de Negro, sino también de la humanidad “animal” que tenemos globalmente y que curiosamente el mago de Reverte fabula de forma soberbia para darnos cuenta de lo que hay hoy día en en nuestro entorno.
No hay diálogos en esta novela entre personas de carne y hueso, los actores que piensan y hablan son perros, de diferentes razas, tamaños, estratos sociales. colores. Y toda la historia da inicio cuando en un abrevadero al que caen residuos de una fábrica de anís van a beber los perros de la zona como lugar de ocio. Lugar de encuentro, conversación. Allí se comenta que hace días no se ha visto a dos perros que por lo común van allí y que casualmente uno de ellos es amigo de Negro. Todos los canes creen que hay algo detrás de esto y será el perro protagonista quien inicie esta especie de investigación con todo el drama que se avecina, porque es un drama en negrita, subrayado y en mayúsculas.
El instinto, la experiencia, la amistad, el honor, lealtad, el ansia de libertad y no sometimiento, llevará a Negro a seguir una tarea que los lectores viviremos con el alma al cuello. Podría enmarcarse esta novela dentro de las llamadas novelas negras con algún toque para que sea también divertida, que contenga pinceladas de ternura sin caer en el empalago, novela que mantiene un género de denuncia en muchos aspectos , tiene la tensión necesaria en todos los capítulos sin decaer, es sobrecogedora desde el inicio hasta el final. .Arturo Pérez Reverte en definitiva narra una historia en la que la clemencia para los inocentes parece que existe, pero lo que sí existe es que Negro con el resto de los perros en la novela ejecutaràn justicia para los culpables. Así debe ser. Y culpables en nuestra sociedad hay muchos y de muchas formas diferentes. Una magnífica y buena novela que se lee en un suspiro y te da pena acabar. Y te hace pensar. Muy, pero que muy recomendable.