Dogman (2018), de Matteo Garrone – Crítica
Por Jaime Fa de Lucas.
Nuestro Dogman es un peluquero de perros que vende droga para salir adelante y que, debido a su carácter bonachón, acepta sin rechistar las peticiones de un «amigo» cuyo comportamiento es violento y delictivo. Esto le lleva a una situación bastante complicada. Matteo Garrone utiliza el título para hacer referencia al protagonista en dos sentidos: un hombre al que le gustan los perros y trabaja con ellos, pero que a su vez es una especie de perro para el delincuente, ya que hace todo lo que le dice.
Spoilers desde aquí… El protagonista, maravillosamente interpretado por Marcello Fonte, paga las consecuencias de su pasividad y su dejarse llevar ante los designios del delincuente. No obstante, más adelante cambian las tornas, y tras varias escenas cargadas de simbolismo –jaula, collar, brazos alrededor del cuello del protagonista–, el delincuente pasa a ser el perro, pero no como sujeto sumiso y obediente, sino como alguien que necesita ser controlado porque su conducta salvaje perjudica a la sociedad. En este sentido, tendríamos dos «dogman», uno sumiso y otro salvaje.
Garrone crea varias escenas inteligentes y sutiles para expresar las diferentes ideas que aparecen en Dogman. Una de las más destacadas es el contraste que existe entre la relativa impunidad con la que se pasea un delincuente al que todo el mundo teme y la respuesta de rechazo que recibe el protagonista por parte del barrio tras ser acusado de un delito que él no ha cometido. El fuerte se impone al débil, el miedo es más poderoso que la bondad.
El principal problema de Dogman es que requiere un salto de fe por parte del espectador. ¿Es creíble que un individuo prefiera ir a la cárcel, dejando a su hija sin padre, antes que delatar a un delincuente? Por muy apático e indolente que sea el protagonista y por mucha lealtad –canina– que quiera demostrar ante su supuesto amigo, no es nada verosímil. Por desgracia, todo lo que sucede después de la cárcel está fundamentado en esto y debilita ligeramente el impacto final.