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Una pizarra, dibujos y muchas palabras, dolor y empatía en«Tierra de tiza»

Por Horacio Otheguy Riveira

La creatividad cabalga entre fantasías y una recreación de lo cotidiano. Así sucede con artistas como la escritora Vanessa Montfort y el director Roberto Cerdá. Sorprendentes obras ya nos han ofrecido en esta línea. Esta Tierra de tiza es un cruce extraño porque parece dominarles el tema, como si se ruborizaran ante la maldición de los desahucios, pergeñada por las grandes fortunas en alianza con los políticos corruptos. Las víctimas son millones de personas del llamado primer mundo que ya no cogen el metro para ir al teatro ni tienen energía para disfrutar del conocimiento en las bibliotecas públicas, ausentes desde hace mucho tiempo de las librerías. Son personajes que se empeñan en sobrevivir con los rudimentarios instrumentos del aire malo que se respira, ya que sus pérdidas económicas suelen ir acompañadas de rupturas sentimentales, familias rotas, enfermedades que les recorren como criaturas codiciosas que les devoran por dentro.

Ante este panorama, Montfort compone situaciones dramáticas con mucha fuerza, como el impactante cuadro sin palabras protagonizado por Rosa Manteiga, otra de humor entre el falso médium de la tele y una desbocada televidente (Pedro Almagro y Rebeca Matellán), o un político tarado (Ramón Ibarra) dirigido en cada gesto y eufemismo por una secretaria que en realidad es la voz prolija e implacable del sistema que ha de defenderse caiga quien caiga (Rosa Manteiga). Son algunas de las secuencias más interesantes, aunque todo lo que transcurre en hora y cuarto tiene su cuota de arraigo emotivo y de reflexión política. Las llevan adelante intérpretes espléndidos, incluida la artista plástica Julia Eme que dibuja y escribe en la pizarra y de pronto nos mira y nos da una tiza, se acerca, silenciosa, felina quizás, cercana y a la vez con una cierta rabia algo distante. Ella no habla, pero expresa mucho con todo su cuerpo aportando formas humanas, mensajes lúcidos.

Todos comprometidos entre la eficaz literatura dramática y el teatro realista cuando no del absurdo, moviéndose en terreno vedado: el de la angustia social que no puede teatralizarse del todo, que al exhibir personajes bajo la barbarie cotidiana, la mugre de una sociedad que prospera en minoría sobre millones de seres desamparados, muestra también una impotencia que obliga a hacer partícipes a los espectadores.

Esta Tierra de tiza ha sido escrita para el Royal Court de Londres, estrenada por primera vez en el marco del Open Court Festival en 2013.

Cuando creemos que estamos ante un espectáculo de escenas cortas hilvanadas con el mar de fondo de la crisis, nos sorprenden con un viaje casi imposible por nuestra propia visión de la realidad. Los intérpretes dejan el escenario al final y no vuelven para agradecer los aplausos, lo que llamamos el saludo final no existe, nos dejan con la pizarra y un montón de tizas: silencio, no nos movemos, de pronto alguien se anima, lanza su queja, su protesta, otro pone un signo de interrogación, y el de más allá, dos signos de admiración; el último gesto es el de una señora que dibuja un corazón, y lo rellena con la misma tiza, como si en ese contenido pudiera hallar la palpitación imprescindible, como si la ausencia de amor lo dijera todo; así la función es a su vez buena suma de dolencias para aproximarnos entre todos a la compleja relación causa-efecto en un mundo que parece dominado por los mafiosos de la existencia en todos los órdenes donde exista alguna influencia socioeconómica. O no… Tal vez haya más cosas… Las tizas pasan a nuestras manos, también la calidad humana de los intérpretes que nos han ofrecido escenas y personajes de entrañable trascendencia.

Vanessa Montfort (El hogar del monstruo 1 y 2) escribe narrativa y teatro con una muy atractiva carga de imaginación y realismo, dos ámbitos que a menudo se oponen pero en ella encuentran cabida adecuada, y otro tanto se puede decir del talento del director Roberto Cerdá (ÉxodoLa villana de Getafe). Generosa unión en una propuesta diferente en la que el público tiene la última palabra.


181GRADOS TEATRO
Intérpretes (por orden de intervención): 
Rebeca Matellán, Ramón Ibarra, Pedro Almagro, Rosa Manteiga y Julia Eme
Texto: 
Vanessa Montfort
Producción: 
Hermanos Moreno, R. Ulloa, Eva Meseguer y 181grados teatro
Distribución: 
Territorio Violeta
Prensa y comunicación: 
Miguel Álvarez
Fotografía y diseño gráfico: 
marcosGpunto
Construcción de escenografía: 
Amaya Cortaire
Composición musical: 
Mariano Marín
Asesora de movimiento: 
Marta Gómez
Diseño de iluminación: 
Kike Chueca
Espacio escénico: 
Roberto Cerdá y Susana de Uña
Mesa de dirección: 
Tolo Ferrá, Martín Cano y Eva Meseguer
Dirección: 
Roberto Cerdá
TEATRO CUARTA PARED. Del 25 de octubre al 10 de noviembre, de jueves a sábado a las 21h.
GÉNERO: Teatro.  PRECIO: 14€  DURACIÓN APROXIMADA: 75min.

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