'Vendrá la muerte y tendrá tu rostro', donde los cuadros dan voz a los difuntos
EVA FRAILE. BLOG DE LA REINA LECTORA.
Sostengo entre mis manos un libro de tonos azules, fríos. Contemplo el rostro que me observa desde la portada, con sus ojos fijos sobre los míos y un ligero resplandor en sus mejillas. Puedo suponer que se trata de ella, de Sara. Sara fue una gran pintora. De personalidad bohemia, siempre lo tuvo todo, menos lo que quiso tener. Ahora ella está muerta. El escritor ha decidido darle fin nada más comenzar la novela. ¿Por qué? Porque Sara tiene mucho más que decirnos ahora que antes.
Entonces llega Gonzalo. Gonzalo Quesada es un periodista refugiado en su monotonía cuyo hobbie se podría tildar de excéntrico. Rebusca en las esquelas de los periódicos muertes cuya historia reescribir. Busca un difunto que le parezca interesante y entonces, crea una historia imaginaria para él. Un día, el pálido rostro azul de Sara, se cruzó en su camino.
Ahora, los cuadros de Sara hablan por ella. El arte, en general, habla por ella. Porque Vendrá la muerte y tendrá tu rostro no es solo una novela policiaca y una novela existencialista, sino que también son dosis de eso que ha sido inherente al ser humano desde el principio de su existencia: el arte. La necesidad de crear y de expresarse. Así, tal vez Vermeer, Claudio Goldini o Goya nos encuentren durante la lectura. Quizás la voz, también difunta, de cantautores como Antonio Vegas nos sorprendan a lo largo del texto o plumas muy suyas, muy personales, como las de Paul Auster, también nos salgan al encuentro. Estamos, pues, ante una novela de distintos tonos de azul, todos ellos, unidos por un importante proceso artístico.
Y es que una novela así solo podría surgir de una pintura al óleo, quizás. Allá por COU, Jose Luis, su escritor, recibió un regalo muy especial. Un amigo le regaló un cuadro cuyo principal elemento era una vela. Esta vela, alegoría de la búsqueda, concluyó en el argumento que ahora el lector puede tener entre sus manos. Un argumento en donde la narrativa toma un protagonismo importante, pero, a pesar de la pausa que muchas veces una buena narrativa merece, el argumento es trepidante.
Un rostro de mujer nos conduce a lo largo de las páginas. Ella que ya no está entre los vivos, nos susurra desde los muertos a través de sus cuadros. Los cuadros que ella pintó incluyen irán desvelando los misterios de su muerte. Una muerte, que como buen libro policiaco, no tiene nada de arbitraria. Sara es la gran protagonista del libro a pesar de que ella misma apenas puede contarnos nada de su vida en persona. Sara, según nos relata el autor, son muchas mujeres a la vez. No fue la construcción de un momento único sino la conjunción de muchos personajes femeninos que le dieron forma. Y es que yo siempre he pensado que el papel más difícil en un contexto artístico es el de representar al muerto. Y si este difunto es además mujer, aún más. Sara ya no está entre las páginas para defenderse, solo sus cuadros… El papel más difícil.
Jose Luis, ¿cómo es mantener el papel de una mujer muerta como protagonista? ¿Cómo se consigue que ella nos hable a través de las pinturas? Creo que las preguntas se hallan respondidas dentro del libro. Un libro peculiar, sensacional, de años de escritura, que hará las delicias de todos los amantes de las letras (y de la música y por supuesto, de la pintura).
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