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Lluís Homar a cargo de cuatro personajes y una rebelión histórica

Por Horacio Otheguy Riveira

En 1896, María Guerrero estrenó en Madrid, Tierra Baja, de Àngel Guimerà (Tenerife, 1845-Barcelona, 1924), un clásico del teatro catalán donde el mundo rural de señoritos implacables: auténticos lobos que muchos desean y necesitan destruir para vivir en libertad, fuera de la cerrazón sumisa de la miserable tierra baja, y huir a la tierra alta donde todo se perdona y el amor es posible entre animales y a favor de la naturaleza salvaje, más sana y generosa que los hombres.

Una trayectoria difícil, que todos creen inalcanzable, y cuyo transcurso marca la pauta de una obra singular en la historia del teatro español con viva influencia de la literatura (Charles Dickens, Emile Zola…) y el teatro de Francia (Victor Hugo), Irlanda (Sean O´Casey), Alemania (Georg Büchner) o Italia (Giovanni Verga). Influencias directas o inconscientes, que flotan en el ambiente cultural de la época, segunda mitad del siglo XIX donde escritores y artistas se hacen eco de las penurias de la gente «de abajo» y se mezclan con la ira de líderes anarquistas como Prudhon y Bakunin, así como de los más perdurables filósofos, Marx y Engels, padres del manifiesto comunista, origen de las primeras revoluciones de 1848.

Desde aquel 1896 de Terra Baixa han pasado muchas revueltas, reformas, guerras civiles y dos guerras mundiales, así como no pocas revoluciones, aunque de éstas ninguna en España, de manera que ahora y en el teatro la historia se rebela, no se quiere quieta, contemplativa, y reaparece en 2018 cargada de futuro, porque esta Tierra Baja de lobos posesivos y castradores están los campos llenos, mientras se arrastran a sus pies hombres y mujeres que nada conocen de violencias ni arremetidas por vanos intereses. Hombres y mujeres pacíficos que cuando empiezan a asfixiarse su grito adquiere la fuerza de una bestia que ruge, lo quiere todo ya, y arrasa sin piedad.

Un intenso melodrama social con 12 personajes que esta versión reduce a los cuatro principales en manos de un solo actor. Pero lo hace marcando severas distancias con el monólogo al uso, tan extendido los últimos años; aquí un gran hombre de teatro desarrolla la función con tal dominio de recursos que no más empezar al entreabrir una puerta en el papel de la niña Nuria, ya estamos en faena y no nos alejaremos en ningún momento de aquel ambiente. Un gran hombre de teatro asume la dimensión de una pieza teatral con sucesión de escenas bien delimitadas en las que personajes siempre interesantes conducen la acción, sin narrador, con seres de carne y hueso que necesitan expresarse, que vienen de muy lejos a contarnos su historia: los pies sangrantes, barro en la cara, andrajos como vestidos…

La escenografía un tanto gélida del comienzo se va convirtiendo en el aire campestre necesario hasta ser naturaleza pura con su natural violencia y su no menos natural belleza enamorada de sí misma: de la inocencia de las víctimas de una prepotencia económica que continúa predominando en lo social, incluso cuando ya la economía de los señoritos ha decaído y necesitan arrastrarse para obtener recompensa y no morir.

La pequeña Nuri; Marta, la amante del terrateniente Señor Sebastià, y el pastor de ganado Manelic conforman el cuarteto sobre el que Lluís Homar elabora un trabajo de extraordinario vigor, espléndidamente acompañado por otros hombres valiosos del teatro catalán: el director Xavier Albertí y el autor y director Pau Miró, de quienes cada tanto vemos emocionantes funciones en Madrid, como por ejemplo la inolvidable puesta en escena que dirigiera Albertí de la obra de Harold Pinter, Tierra de nadie, con Lluís Homar y José María Pou; o Jugadores, escrita y dirigida por Miró con Jesús Castejón, Luis Bermejo, Ginés García Millán y Miguel Rellán.

En esta Tierra Baja el escritor adapta con Homar y le dirige. Albertí asesora en la dramaturgia y coilumina con David Bofarull, y junto a otros profesionales entre todos cuidan y enriquecen múltiples detalles reunidos con esmero para dar la sensación de que todo es así de tierra adentro, de áspero y tierno, como si viéramos el amanecer de vanas esperanzas y la noche de un hombre que llega con una luz para volver a poseer, noche a noche, año tras año, a una muchacha que domina y considera que le pertenece desde los 14 años, cuando miserable y sucia la encontró digna de ser adquirida por él, el hombre que lo tiene todo en muchos kilómetros a la redonda… hasta que entra en picado, y conoce por vez primera la amarga sensación de no ser nada, de no ser nadie…

Violentas posesiones, violentos silencios, violentísimas sumisiones y la búsqueda de una violencia resolutiva y liberadora. Tal el fértil argumento de la obra original, abreviada en lo esencial del argumento, pero desarrollada como una obra teatral integral, a tal punto que Homar interpreta a los cuatro personajes sin apenas rasgos externos, con el texto y pocos gestos, pero con un cuerpo y matices de voces que nos entregan todas las almas de tan grandes sucesos. En ningún momento se convierte en narrador, ya que la función exhibe sus raíces con claridad suficiente para deslizarse sin otra música que la de las palabras de los personajes en una puesta en escena minuciosamente fiel al drama original, y con un lenguaje castellano siempre fascinante que acaricia los oídos mientras expone situaciones límite que marcan a fuego la historia de la humanidad.

Por pocos días, sólo hasta el 7 de octubre, una experiencia teatral insólita, muy emocionante, tanto para quien conoce la obra como para quien se acerca a ella por primera vez. Lluís Homar maneja todas las situaciones con una profundidad asombrosa, haciendo suyo con enorme cariño un lenguaje escénico con incomparables sutilezas. Sensación general: la de haber entrado por completo, durante semanas, en un mundo lejano misteriosamente próximo.


 

 

TIERRA BAJA

Autor  Àngel Guimerà
Adaptación  Pau Miró – Lluís Homar
Dirección  Pau Miró
Escenografía y vestuario  Lluc Castells
Iluminación  Xavier albertí –  David Bofarull
Sonido  Damien Bazin – Lucas Ariel Vallejos
Música y voz  Sílvia Pérez Cruz
Caracterización  Eva Fernández
Asesor de dramaturgia  Xavier Albertí
Ayudante de dirección  Oscar Valsecchi
Ayudante de escenografía y vestuario  José Novoa
Coordinación técnica y técnico de sonido  Oscar Villar
Construcción de escenografía  Taller d’escenografia Jordi Castells – Pascualin Estructures y Escenografies Moià
Teatro De La Abadía. Hasta el 7 de octubre 2018

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