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Scary Mother (2017), de Ana Urushadze – Crítica

 
Por Jaime Fa de Lucas.
Multipremiada obra georgiana en la que una escritora –y madre aterradora, Scary Mother– sufre turbulencias en su vida personal después de escribir un libro que levanta polémica en su entorno familiar debido a su sordidez y a la posibilidad de que los pasajes más siniestros sean de inspiración autobiográfica. Aunque se trata del debut de Ana Urushadze en el largometraje, más bien parece la obra de una directora veterana que controla el medio a la perfección –algo tendrá que ver su padre, Zaza Urushadze, director de la interesante Mandarinas–.
La protagonista se llama Manana, nombre sacado de Manananggal, una criatura monstruosa de la mitología filipina. Manana se presenta como una figura fantasmal, recluida para escribir su libro, mientras que el marido parece alguien superficial que en lugar de preocuparse por su interior se preocupa por su exterior. Tras una escena deslumbrante en la que Manana lee en voz alta del libro –muy sugerente el texto–, la familia se queda atónita e inmediatamente rechaza la creación. A partir de aquí empieza la caída en picado –o la elevación– de la protagonista.
Hay que quitarse el sombrero ante la atmósfera que genera la fotografía de Konstantin Esadze y la capacidad de Ana Urushadze para que la intensidad de la película no decaiga en ningún momento, una intensidad que además es bastante alta y que se adereza con algunos toques de humor. En este sentido, el as en la manga que guarda Scary Mother –aviso de spoiler– es que el libro está sin terminar y la protagonista lo va completando según se desarrolla la película. Esto da bastante impulso a la historia y añade una capa más de significado pues se despliega un tejido metaficcional bastante complejo en el que el desarrollo del libro, la película y la vida de la protagonista se entrelazan.
La vida de la autora influye tanto en el libro como el libro en la vida de la autora, hasta el punto de que ambas cosas se convierten en lo mismo, fusionándose en un único proceso. Además de plantear cuestiones sobre la creatividad, en concreto, sobre la relación entre la vida del autor y su obra, también se reflexiona sobre la figura femenina y el choque entre sus ambiciones artísticas y su vida doméstica. El propio título, Scary Mother, refleja cómo su familia ve a Manana, ya que su marido y sus hijos sólo son capaces de percibir su lado familiar y doméstico, ignorando lo que sucede en su interior a nivel intelectual. Se habla de una “madre” pero no de una “escritora”.
En una dirección similar, es interesante el contraste entre el marido, un hombre que no apoya la dimensión intelectual de su mujer, y el amigo, que sí la apoya. Después de llevarse negativas de todas las editoriales, el amigo le regala una imprenta para poder publicar el libro y ella empieza el acto sexual, pero éste no se consuma. Esto demuestra que la pasión del amigo sólo es intelectual: no le interesa tanto la autora como la obra. El marido sólo se preocupa por ella a nivel superficial, pues rechaza la obra. Así, se muestra que ninguna de las dos visiones masculinas es totalmente abarcadora, ninguno de los dos hombres es capaz de aceptar a Manana en toda su complejidad.
Observaciones/destellos:
– La escena en la que Manana lee del libro es magistral. El travelling hacia atrás de la cámara que va desvelando a la familia, el tono de voz que le da Nato Murvanidze y la perversidad del texto logran una sensación profundamente oscura e intensa.
– Genial cuando el padre se pone las gafas para ver cosas en los azulejos, reforzando así la conducta aparentemente disparatada de su hija –humor y reafirmación en un solo gesto–.
– Genial el plano con la bañera y la imprenta que refleja sutilmente el contraste entre el mundo interior y exterior de la protagonista.
– Quizá la mejor escena de Scary Mother sea el monólogo final del padre, con un enorme Avtandil Makharadze recriminando a una Manana ya desatada y reforzando el contenido metanarrativo de la obra.
 

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