Combate abierto contra Un enemigo del pueblo que está entre nosotros, mejilla a mejilla
Por Horacio Otheguy Riveira
Una aventura teatral de gran interés con actores de muy aplaudida trayectoria que retan al público a intervenir a conciencia entre conflictos atemporales que hoy en día nos atañen profundamente. Un examen de ética mientras fluye nuestra propia vida al calor incomparable de la noble energía del teatro. Mientras el doctor Stockmann se ve obligado a luchar contra la codicia de su hermano, el alcalde del pueblo, Israel Elejalde es el actor y el médico a la vez, rebelado a conciencia en la defensa de la verdad: “A veces, estar solo te hace ser el más poderoso”. Una heroica soledad frente a la corrupción y sus masivos apoyos “populares”, que fue una revolución teatral en el 1882 de Ibsen, y que tras dos guerras mundiales, en algunos países continúa repitiéndose como si nada hubiera pasado.
Vuelta de tuerca en la que la ficción y la realidad cotidiana generan un inquietante espectáculo con participación activa de un público que ha de votar en un ambiente de libertad en el que también es manipulable como lo somos todos en el autoritario marco cotidiano de nuestro sistema democrático.
Innovadora apuesta con un reparto estupendo en el que Irene Escolar es la dulce alcaldesa inquebrantable en su capacidad manipuladora, más carismática que en la obra original donde se da el perfil de un hombre ambicioso y malvado, y en definitiva, es ella mucho más temible con sus buenas maneras, su encantadora forma de llevarnos a todos a su miserable redil. Con Israel Elejalde logran una escena final conmovedora, la más clara en la disposición de planteamientos diversos, y la más emotiva entre la implacable autoridad y el hombre que no dejará de luchar por el cierre del balneario que da vida y dinero al pueblo, un balneario con aguas contaminadas que va minando la salud de una población incapaz de pensar por sí misma y decir ¡Basta!
El pueblo (y el público en la función a la que asistí) demoniza al hombre que dice la verdad y abomina del sufragio universal que decide en contra de sí mismo. ¿Cuál es el verdadero enemigo? ¿Hasta dónde llega la manipulación del ciudadano a través de los grandes medios de comunicación financiados por la clase dirigente, el mundo financiero…? Muchas preguntas —algunas con evidente respuesta— bajo luces blancas, sin efectos especiales, y en torno a simbólicos grandes globos y un epílogo muy sugerente…
Nao Albet es el levantisco revolucionario que va a por todas, irritando a diestra y siniestra, y que junto a su socio, Óscar de la Fuente, caerá en el vértigo de pactar prebendas con el poder y callar su animosa protesta. Dos personajes tópicos que trascienden los lugares comunes con la ligereza de toda la puesta en escena, aparentemente relajada y espontánea, pero que guarda aspectos muy profundos de una convivencia contaminada aquí y ahora, en una España que se resiste a romper con la larga tradición de abuso de poder.
En la cúspide, un hombre observa y actúa, es el clásico “buena gente”, reposado en busca de constante moderación, una perfecta excusa de pacifista empeñado en que no se altere ni perturbe en vano a las autoridades. Francisco Reyes asume este papel de dirigente sindical con escalofriante frialdad: el hombre bisagra que consigue que todo siga igual… aunque parezca lo contrario.
Los espectadores llenan la sala y participan activamente, no sólo votando SÍ o NO, a manera de varios referéndum, sino también micrófono en mano desde su butaca en la recta final de la función. En cualquier caso se agitan reflexiones, se motiva, se provoca y en algún caso se incomoda. Los intérpretes son ellos mismos y sus personajes, y cada tanto el hipnótico poder del teatro nos alcanza a todos golpeando en zonas certeras, en emociones latentes. Es la precisa Ágora escénica que se propuso el director Àlex Rigola.
Un portentoso fantasma anda suelto
Henrik Ibsen lleva ya 112 años muerto en Noruega, y su gozoso fantasma recorre mundo con una de las agendas más apretadas, siempre a cuesta de varias obras maestras representadas en diferentes idiomas y diversas concepciones escénicas: Casa de muñecas, Juan Gabriel Borkman, Hedda Gabler, Peer Gynt, El pato silvestre, y desde luego Un enemigo del pueblo, estrenada en Oslo en 1882.
Se ha corrido la voz de que Henrik Ibsen visita todas las tardes el Pavón Teatro Kamikaze desde que en su nombre se ha realizado este montaje escrito y dirigido en versión libre por Àlex Rigola. Lo ha visto desde los laterales, en primeras y últimas filas, en el piso alto, y también desde el proscenio, observando las reacciones del público y la de los excelentes actores que le tienen fascinado. Nunca vio nada igual. El asunto es vox populi entre los creyentes de que no estamos solos, de que los espíritus nos acompañan con sus luces y sus sombras, sus angustias y esperanzas, y el resultado resulta de lo más gratificante para los amantes del teatro como una de las artes más impetuosas y a la vez rigurosamente exigentes.
Un enemigo del pueblo (Ágora), es —como el subtítulo indica—, lugar de diálogo y discusión que así se llamaba en plaza pública en la antigua Grecia, centro neurálgico de un modo teatral de provocar renovadas preguntas rompiendo la cuarta pared, con intervenciones de los espectadores. En definitiva, una experiencia gozosamente polémica muy bien interpretada por un quinteto bien nutrido de talento.
La pregunta del millón es si al genial noruego le parece bien, si le gusta este tinglado en el que no se representa su obra tal y como la escribió. Hasta ahora no ha querido contestar esa pregunta. Mira muy serio a su interlocutor y sigue su camino… con una sonrisa. Eso sí, vuelve al día siguiente y nunca abandona la sala antes del final. Señal de que si pudiera hacerse oír, aplaudiría. Señal de que disfruta con que un siglo después, su primera gran denuncia en la historia del teatro de la corrupción en el autoritarismo surgido de una democracia siga dando de sí, provocando inquietudes, sembrando indignaciones…
Estrenada en España en 1893, la última representación fue en 2007, producida por el Centro Dramático Nacional. Versión de Juan Mayorga y dirección de Gerardo Vera. Intérpretes: Francesc Orella como el doctor Stockmann, y Enric Benavent en el papel de su hermano, el Alcalde. También estaba presente en el reparto Israel Elejalde junto a Elisabet Gelabert, Olivia Molina, Chema de Miguel, Rafael Rojas y el ya fallecido hispanouruguayo Walter Vidarte. La música, original de Luis Delgado, obtuvo el “Premio Max a la Mejor Música para Espectáculo Escénico”.
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UN ENEMIGO DEL PUEBLO
De | Henrik Ibsen |
Versión libre y dirección | Àlex Rigola |
Dramaturgista | Ferran Dordal |
Intérpretes | Nao Albet, Israel Elejalde, Irene Escolar, Óscar de la Fuente y Francisco Reyes |
Dirección de producción | Jordi Buxó y Aitor Tejada |
Producción ejecutiva | Pablo Ramos Escola |
Escenografía | Max Glaenzel |
Iluminación | Carlos Marquerie |
Diseño gráfico | Patricia Portela |
Comunicación | Pablo Giraldo |
Ayudante de dirección | Alba Pujol |
Asistente a la dirección y a la producción | Lucía Díaz-Tejeiro |
Una producción de El Pavón Teatro Kamikaze |
El Pavón Teatro Kamikaze. Desde el 29 de agosto al 7 de octubre.