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"Puntos suspensivos" en el Teatro Lara: tres mujeres y un destino 

Por Susana Inés Pérez

Puntos suspensivos se estrenó el pasado 21 de agosto en la Sala Lola Membrives del Teatro Lara y permanecerá en cartel hasta el 9 de octubre.Un título sugerente, tres actrices y un decorado minimalista. La obra, escrita y dirigida por Esther Santos Tello, explora el universo femenino y las emociones, a partir de las conversaciones entre tres mujeres muy diferentes que coinciden en la sala de espera de un hospital.


Sofía y su hermana Mara (Rosalía Castro y Rosa Torres) esperan noticias de su madre, que ha intentado suicidarse. Violeta (Lucina Gil) acompaña a su marido, que ingresó hace meses por un accidente de tráfico. La última lleva consigo una planta, que riega de vez en cuando, y una bufanda enorme, que va tejiendo, símbolos de la esperanza y el paso del tiempo. La lluvia cae, limpiando todo a su alrededor, y las tres se van conociendo, sincerando, confesando y abriendo ante el espectador, desvelando sus recuerdos y vivencias del pasado y sus preocupaciones y planes de futuro; empatizan, se entienden, comparten opiniones sobre el feminismo, la prostitución, la maternidad y la vida, se nutren de las desgracias, propias y ajenas, y reflexionan sobre este encuentro fortuito. Y es que, como bien dice Sofía, quizá no sea una situación extraña, quizá simplemente sean humanas.

El espectáculo combina momentos hilarantes con filosofadas, risas que preceden al llanto, y deja claro que las apariencias engañan. Las conversaciones fluyen con naturalidad: de la más pura banalidad pasamos a los más profundos miedos. Violeta teme despertarse y prefiere dormir y olvidarse de sus circunstancias; así lo expresa en la que seguramente sea la intervención más impactante y emotiva de la representación. Por otro lado, diálogos divertidísimos, juegos de niños: Mara no cree que su hermana Sofía sepa cambiar un neumático y todas insisten en que haga una demostración; Violeta comienza una conversación telefónica un tanto sospechosa en medio de una pelea entre las dos hermanas y le dice a su interlocutor que no le pilla en buen momento…

Las tres mujeres descubren que Almería y París son lugares importantes para las tres y el tiempo se detiene mientras bailan y cantan La vie en rose. A excepción de esta escena, el espectáculo pierde algo de fuerza y significado cuando recurre a tópicos de optimismo exacerbado; por ejemplo, cuando las tres mujeres enumeran las razones que, según ellas, hacen que la vida merezca la pena. Se trata de una escena bella elaborada a partir de un recurso poco eficaz y/o novedoso. Aun así, una escena bella, al fin y al cabo.

No les voy a decir más. Merece la pena ver esta obra, que traza, sin esfuerzo aparente, lugares comunes, confluencias entre personalidades, redes invisibles entre las vidas de las protagonistas. Palabras y emociones a flor de piel. Santos Tello es una ávida observadora de la realidad y se nota. Asimismo, las tres actrices protagonistas aportan a sus personajes la singularidad y complejidad que requieren y su magnífico trabajo avala este montaje. En este sentido, destaca la iluminación, que potencia la expresión facial de las protagonistas, transmitiendo matices de los personajes que, de otra manera, pasarían inadvertidos. No es fácil mantener al público en vilo durante una hora y cuarto y ellas lo consiguen de sobra. Cuatro sillas para tres puntos suspensivos, para tres personajes que terminarán por ganarse el cariño del espectador, y un final inesperado.

 
Más información y entradas aquí: https://www.teatrolara.com/programacion/puntos-suspensivos/
 

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