Una de las primeras personas en comprar un libro de Jane Austen fue un príncipe
Por Alejandro Gamero (@alexsisifo)
Para un escritor, sobre todo si es primerizo, cada libro vendido, cada lector, cuenta. Pero si uno de esos primeros lectores es un príncipe, entonces debería resultar doblemente gratificante. Es lo que pasó con Jane Austen, cuya novela Sentido y sensibilidad fue comprada dos días antes de ser lanzada para el público en general, en 1811, por el hijo de Jorge III del Reino Unido, que con el tiempo llegaría a ser Jorge IV. El descubrimiento de una factura de compra por valor de 15 chelines confirma que un príncipe fue uno de las primeras personas interesadas por uno de los primeros libros de la que acabaría siendo una de las escritoras británicas más importantes del siglo XIX. Lo cuenta Alison Flood en The Guardian.
Jorge, que gobernó como príncipe regente desde 1811 debido a la enfermedad de su padre Jorge III y que no ascendería al trono hasta 1820, era un apasionado coleccionista de libros, de obras de arte y de muebles de orfebrería exquisita. Tenía fama de ser amante del lujo, y muchos le criticaron por ello, aunque en realidad casi podría considerársele un creador de tendencias en su círculo social. Con una intuición bastante avanzada a su tiempo de lo que los medios de comunicación podían hacer, se convirtió en copropietario del diario London Morning’s Post para que las noticias le favorecieran. Del mismo modo, trató de eliminar toda aquella propaganda que fuera en su contra. Además era un gran aficionado de la historia militar y de la literatura de su tiempo. El rey dejó a su pasó un largo trasto de facturas en las que pueden comprobarse cuáles eran sus gustos e intereses y entre las cuales Nicholas Foretek, estudiante de doctorado de la Universidad de Pensilvania, encontró la que hacía referencia al libro de Jane Austen. Fechada el 28 de octubre de 1811, pertenecía a una de las firmas favoritas del monarca, Becket & Porter.
El nombre de Austen llamó la atención de Foretek. Un par de días más tarde buscó la historia de publicación de Sentido y sensibilidad y descubrió que la factura indicaba que la compra había sido anterior a la publicación del libro. ¿Cómo llamó el debut literario de la escritora la atención de un príncipe? La estrategia de Austen consistió en pagar al editor Thomas Egerton, que normalmente trabajaba con títulos militares, para que se encargara de la distribución y de las ventas de su novela. Cuando el libro de Austen salió al mercado, su nombre no aparecía en la página del título. Siguiendo la costumbre literaria de entonces, Sentido y sensibilidad aparecía escrito «Por una dama». Mientras Austen se abrió camino en el mundo editorial con la ayuda de su hermano Henry, el príncipe regente socializaba con diversos escritores como Sheridan o Sir Walter Scott.
Fue una cadena de conexiones personales lo que probablemente hizo que el libro de Austen llegara a las manos del príncipe, sobre todo teniendo en cuenta que la comunidad no era excesivamente grande y que el mercado de libros estaba muy localizado. Egerton conocía a Becket y este a su vez abastecía al príncipe de libros. Lo gracioso es que, de acuerdo con la opinión general, Austen desaprobaba el estilo de vida de Jorge y lo censuraba. A pesar de ello, le dedicó su novela Emma cuando le pidieron que lo hiciera.
El paradero de la copia de Sentido y sensibilidad que perteneció a Jorge IV es el gran misterio de todo este asunto. Los archiveros de Windsor hace tiempo que le perdieron la pista. Se sabe que estuvo en Brighton al menos hasta la década de 1820, pero en la década de 1860 ya no había ni rastro de él.
Desde que la reina Isabel II lanzara el proyecto de digitalización de los archivos reales en 2015, investigadores como Foretek han descubierto sorprendentes vínculos entre la corte georgiana y la cultura angloamericana. En este caso, la factura de compra de Sentido y sensibilidad se suma a la información que se manejaba de Austen como prueba de la admiración del príncipe regente hacia la escritora. Pero al mismo tiempo nos muestra el recorrido que siguió un libro de la época desde el editor hasta el lector, pasando por el librero. Nos demuestra que dos siglos más tarde las cosas no han cambiado tanto.