Feliz reencuentro con el Hamlet del Teatro Clásico de Sevilla
Por Horacio Otheguy Riveira
Del 13 al 26 de agosto estará en el Teatro Fígaro-Adolfo Marsillach la fantástica versión escrita y dirigida por Alfonso Zurro con escenografía de Curt Allen Wilmer, quien imprime a la acción una flexibilidad sumamente expresiva dentro de una dinámica escénica que aporta muchas luces sobre una obra en constante revitalización. El reencuentro para quien les aplaudió en 2015, no puede ser más reconfortante. Si, de por sí, Hamlet no cesa de interesar con su épica y existenciales conflictos tan contemporáneos, esta visceral puesta en escena incrementa su atractivo al desenvolverse con 9 notables intérpretes lanzados a un ruedo vertiginoso, a través de 6 espejos que permiten un constante fluir de encontradas emociones.
Una de aventuras con espadas y dagas, con traiciones de cuidado, crímenes de estado, intrigas palaciegas, y en medio un príncipe que llora la muerte de su padre, el rey, más aún cuando su madre rompe el luto casándose con su cuñado a menos de dos meses del trágico fallecimiento. Cuando el desolado joven recibe la visita del espíritu de su progenitor clamando venganza porque murió víctima del asesinato de su hermano, ya todo cambia para siempre en las apasionadas palpitaciones de quien se pregunta la esencia del «Ser o no ser», convencido de que «esa es la cuestión», y lo hace distribuyendo el clásico monólogo por diversos momentos, troceado, como balbuceado hasta que adquiere forma; fuera de la situación en el texto original, brilla de igual modo con luz propia, encendiendo escalofrío y ternura en el espectador:
Ser o no ser, he aquí la cuestión. ¿Que es más elevado para el espíritu, sufrir los golpes y dardos de la insultante fortuna o tomar armas contra el piélago de calamidades y, haciéndoles frente, acabar con ellas? Morir…, dormir; no más ¡Y pensar que con un sueño damos fin al pesar del corazón y al los mil naturales conflictos que constituyen la herencia de la carne! ¡He aquí un término devotamente apetecible! ¡Morir… dormir, tal vez soñar! ¡Si, ahí está el obstáculo! Pues es forzoso que nos detenga el considerar qué sueños pueden sobrevivir en ese sueño de la muerte, cuando nos hayamos liberado del torbellino de la vida.
En esta versión escrita por Alfonso Zurro se aborda la inquietud del protagonista desde la primera escena en que toma nota de las cosas que le pasan. En efecto, en una pequeña libreta siempre escribe, habla consigo mismo y deja constancia escrita: se aferra a un diario que al final, un instante antes de morir, entregará a Horacio, su único amigo, para que divulgue su historia. Aprovecha cualquier momento para escribir; sentado o de pie, en el suelo o junto a un espejo. Este príncipe tiene la sensación, sino la conciencia plena, de formar parte de la historia, y como tantos jóvenes, intenta encontrar respuestas dentro de sí mismo escribiendo, enlazando unas palabras con otras para que entre todas conformen alguna clase de destino menos angustioso. Y lo logra al morir, pues asegura finalmente que: «Lo demás es silencio». Al fin el silencio, la paz, después de un torbellino de emociones que, con fondo de aventuras palaciegas medievales nos llegan con la fuerza de un discurso que hacemos propio. No por contingencias histórico-sociales sino por indagar profundamente en la pertinaz soledad de descubrirse a uno mismo dentro y fuera de situaciones límite. En ellas Hamlet ha de tomar decisiones, ha de saber de sus más veleidosas u oscuras motivaciones por mucho que le cueste, por eso está tan acelerado, tan ansioso, en una representación constante de su personalidad con la que avanza a trompicones.
Los espejos ideados por Curt Allen Wilmer dan una dimensión cinematográfica muy especial porque permiten descubrir ángulos de acciones, gestos, luchas, que en cada visión enriquecen su humano paisaje. Además se une a la concepción del suelo, con telas de diversos colores, cada uno símbolo y acción precisos, sobre el cual los personajes se nutren de un teatro dentro del teatro, entran y salen de escena como de una pista circense donde peligran acrobáticas emociones. Y sobre todo ello, un vestuario cargado de simbólicas ráfagas de teatralidad entre la sutileza y el desparpajo hasta dar con el saludo final donde todos visten de negro. Luto eterno para un grupo de familia destruido por la avaricia y la corrupción. En esta adaptación no llega el valiente noruego Fortimbrás a salvar a Dinamarca del horror (y de paso lograr lo esencial: recuperar tierras que su padre perdió). Todo acaba con la gran matanza final ideada por el rey Claudio, y finalmente desbordada. «Lo demás es silencio».
Los textos que faltan, las escenas eliminadas, los personajes a veces desdibujados o apenas esbozados… forman parte de una elección de la puesta en escena que funcionan adecuadamente para el resultado final. Cuanto podemos echar de menos ya se integra en el debate sempiterno de una obra que resiste toda clase de versiones, infinitas, esta es una de esas jugada con gran intensidad por una excelente Compañía que deberíamos recibir más a menudo en Madrid. Desde Sevilla con amor, un Hamlet admirable con gran labor de equipo, pues alrededor del denodado esfuerzo de Pablo Gómez-Pando en un extenuante trabajo físico (de lenguaje no verbal y texto muy denso), todos los integrantes dan una gran calidad interpretativa característica, por otra parte, del Teatro Clásico de Sevilla, del que esperamos ver lo antes posible su muy aplaudida versión de Luces de bohemia, de Valle Inclán/Alfonso Zurro/Curt Allen Wilmer.
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A partir de la traducción de: Leandro Fernández de Moratín
Producción: Juan Motilla y Noelia Diez
Diseño de escenografía y vestuario: Curt Allen Wilmer (AAPEE)
Diseño de iluminación: Florencio Ortiz (AAI)
Música, espacio sonoro: Jasio Velasco
Lucha escénica: Juan Motilla
Realización vestuario: Rosalía Lago
Construcción escenografía: Mambo, Teatro Clásico de Sevilla
Ayudante de dirección y regiduría: Pepa Delgado
Ayudante de vestuario: Eva Moreno
Ayudantes de escenografía: Eva Moreno y Mar Aguilar
Tinte y ambientación tejidos: Taller María Calderón
Diseño gráfico: Manolo Cuervo
Fotografía: Luis Castilla
Maquillaje y peluquería: Manolo Cortés
Equipo técnico: Tito Tenorio, Antonio Villar, Rafael Calderón
Distribución y comunicación: Noelia Diez
Pablo Gómez-Pando: HAMLET
Juan Motilla: CLAUDIO
Amparo Marín: GERTRUDIS
Rebeca Torres: OFELIA
Antonio Campos: HORACIO
Manuel Monteagudo: POLONIO/ SEPULTURERO
Manuel Rodríguez: OSRIC/ SOMBRA REY/ CÓMICO
José Luis Bustillo: ROSENCRANTZ/ MARCELO/ CÓMICO
José Luis Verguizas: LAERTES/ GUILDENSTERN/ CÓMICO
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Espectáculo galardonado con:
– Premio MAX 2017: Diseño Espacio Escénico
– Premio del Público. Festival Olmedo Clásico 2017
– 8 Premios Lorca 2016: Mejor Espectáculo, Dirección, Adaptación, Actor, Actriz, Escenografía, Vestuario, Iluminación
– 6 Premios Escenarios 2016: Mejor Espectáculo, Dirección, Adaptación, Escenografía, Actor, Iluminación
– 3 Premios ADE 2016: Dirección, Escenografía, Iluminación
– Mejor Espectáculo. Feria de Teatro Palma del Río 2016
– 6 Nominaciones Premios Max 2016: Mejor Espectáculo, Dirección, Escenografía, Actor Protagonista, Actor Secundario, Vestuario
– Premio 2015 a las Artes Escénicas. Canal Sur
– Recomendado por la Red Española de Teatros
En coproducción con el Festival Internacional de Teatro Clásico de Almagro y el Festival de Niebla
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Teatro Fígaro-Adolfo Marsillach, del 13 al 26 de agosto.
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