El talento y la vida de Frida Kahlo, al desnudo
AASHTA MARTÍNEZ.
Pocos personajes resultan tan poliédricos como Frida Kahlo. Y una de las últimas facetas de la pintora fue descubierta hace pocos años. Muchos fueron los que quedaron sorprendidos al saber que, además de pintar maravillosamente bien, la mexicana fue también fotógrafa. Y el resultado de ese hallazgo quedó plasmado en el libro Frida Kahlo, sus fotos (Ediciones RM), reeditado recientemente y convertido ya en un best seller que ha sido traducido a siete idiomas.
Cuando Frida murió en 1954, Diego Rivera decidió donar la Casa Azul al pueblo de México para formar ahí un museo que celebrase la obra de Frida. Poco después, Rivera pidió al poeta Carlos Pellicer que convirtiera la casa en un museo para que los mexicanos pudieran visitarla y admirar la obra de la artista. “Tras la selección de objetos para su exhibición, una ingente cantidad de documentos (ropa, dibujos, cartas y más de seis mil fotografías que Frida reunión a lo largo de su vida) se guardaron en los baños convertidos en bodegas. Este formidable acervo estuvo oculto por más de medio siglo”, aseguran los editores de esta singular obra.
El impresionante libro, que incluye más de 500 fotografías del archivo del Museo Frida Kahlo seleccionadas por el fotógrafo y editor Pablo Ortiz Monasterio, desvela, entre otras cosas, los gustos e intereses de la artista. “Refleja de manera clara los intereses que tuvo a lo largo de su tormentosa vida: la familia, su fascinación por Diego y sus otros amores, el cuerpo accidentado y la ciencia médica, los amigos y algunos enemigos, la lucha política y el arte, los indios y el pasado prehispánico, todo ello arropado con la gran pasión que tuvo por México y lo mexicano”, asegura Ortiz en el libro.
Asimismo, Ortiz señala que el interés de Frida por la fotografía surgió temprano en su vida motivado quizá por el cariño y admiración que sentía por su padre Guillermo, fotógrafo de origen alemán. Cuenta que “en su casa siempre hubo una cámara”, con la que se registraban, entre otras cosas, los momentos importantes, los lugares pintorescos o las reuniones con los amigos. Y apostilla que en ese conjunto de fotos «se puede escuchar la voz de Frida que susurra ‘que viva la vida». Sin duda, una buena oportunidad de acercarse a otra vertiente artística de una mexicana sin igual.