Una excursión de verano (A Brief Excursion) (2017), de Igor Bezinovic – Crítica
Por Jaime Fa de Lucas.
Un grupo de jóvenes está de acampada en un pequeño pueblo de Croacia para disfrutar de un festival de música. Todo normal hasta que un día uno de ellos tiene la ocurrencia de ir a ver unos frescos medievales que hay en un monasterio y para ello convence a varios para que le acompañen. A partir de aquí empieza esa excursión de verano –dentro de la excursión que ya es la acampada– en la que Igor Bezinovic se limita a mostrarnos una caminata por el campo, sazonada con diálogos triviales y una irritante voz en off que apenas aporta algo. El trayecto se hace aburrido, agotador, soporífero, plúmbeo… faltan palabras.
Spoilers desde aquí… Bezinovic despliega ciertas referencias religiosas: son siete personas, hay bastante presencia del vino, el hombre que les lleva a los frescos parece un profeta –de hecho se menciona que es un “falso mesías”– y en definitiva, ya que el supuesto profeta parece desorientado, la posible visión de los frescos acaba convirtiéndose en un acto de fe. Todo esto suena bien, pero lo que aparece en pantalla no despierta ningún interés. Más allá de ese abanico de símbolos no hay nada; tenemos ladrillos, cemento, obreros, pero no hay edificio.
Cuando llegan a los frescos, en primera instancia Bezinovic sí que muestra unas pinturas de unos esqueletos, pero luego el protagonista asegura con la voz en off que no había nada. Esto importa o no importa. ¿Los frescos son equiparables a la figura de Dios? ¿Tiene algo que ver con la muerte? ¿Lo importante es tener fe, independientemente de lo que suceda al final? Nada de esto queda claro, aunque al espectador le va a dar igual porque seguramente a la media hora de metraje ya esté sumergido en su propia excursión hacia los reinos de Morfeo.