Vivimos en una época en donde nos debatimos entre la fatiga y la productividad, dos realidades cuyo vínculo es tan evidente que quizá hemos dejado de advertirlo. Por todos lados se impone la exigencia de hacer más, producir, rendir, tener tiempo para todo y poder con todo pero, nos sentimos cansados, rebasados, deseosos secretamente de frenar ese frenesí.En este contexto, podría parecer contradictorio conocer las recomendaciones de Nikola Tesla para incrementar la energía personal. ¿Queremos más energía para sentirnos aún más cansados?
No precisamente. Como sabemos, Tesla fue un gran visionario, no sólo en la ciencia, sino también para algunas de las cuestiones más profundas de la propia vida. Sus preocupaciones se extendieron a la aparente imposibilidad del ser humano de vivir en paz o realizarse.
A ese espíritu pertenecen los consejos que compartimos. Más que invitarnos a incrementar nuestra energía ciegamente, Tesla también nos propone reflexionar sobre los objetivos que buscamos al pretender hacerlo. ¿Queremos más energía para pelear más con nuestro prójimo? ¿Queremos más energía para acumularla pasivamente en nuestros cuerpos? ¿O queremos más energía para persistir en ese proyecto amplio que llamamos vida plena?
Los fragmentos en que se apoyan estos consejos provienen de diversos escritos que Nikola Tesla dedicó al tema la energía, vista desde un enfoque físico, humano, social y reflexivo.
 
Incrementa tu masa muscular
Este primer consejo de Tesla es tan elemental que, por un momento, podría parecernos ajeno al gran científico. Sin embargo, justo en su simpleza se encuentra su genialidad, pues a partir de un razonamiento físico, Tesla nos demuestra que aumentar nuestra masa muscular es el primer paso para aumentar nuestra energía.
Imaginemos un tren de, digamos, cien locomotoras en marcha y supongamos que, para aumentar la energía de la masa en movimiento, se añaden cuatro locomotoras más al tren. Si estas cuatro se mueven a la misma velocidad a la que el tren va, la energía total se incrementará cuatro por ciento; si se mueven a tan sólo la mitad de esa velocidad, el incremento será de sólo uno por ciento; si se están moviendo al doble de esa velocidad, el aumento de la energía será de dieciséis por ciento. Este simple ejemplo muestra la mayor importancia de agregar masa a una velocidad superior.
Al hablar de incrementar la masa en el caso del ser humano, Tesla pensó en “un equilibrio adecuado entre mente y cuerpo”, esto es, en términos muy concretos, en adoptar los hábitos de vida necesarios para mantener un nivel de masa muscular óptimo y detonar las reservas de energía que nuestro metabolismo tiende naturalmente a acumular.
Tesla estaba en contra de los estimulantes –como las bebidas alcohólicas o el café, y actividades sociales como las apuestas o incluso los negocios– que quizá nos activan por un momento pero después nos aletargan y, a cambio, propuso hábitos como el ejercicio físico moderado, la dieta vegetariana y la contemplación del arte para poder gozar más bien de un incremento sostenido de nuestra energía personal, duradero a lo largo de nuestra existencia.
 
Reduce la fricción
Sea que lo consideres desde un punto de vista físico o metafísico, la fricción sólo provoca un gasto inútil de energía y materia. “La fuerza que retrasa el movimiento progresivo del ser humano es en parte de fricción y en parte negativa”, escribió Tesla, quien con cierta inspiración budista advirtió los retrasos innecesarios que surgen al oponer resistencia al curso natural de la vida.
Las fuerzas de resistencia carecen de una dirección concreta, tal como sucede con la ignorancia, la estupidez o la imbecilidad; las fuerzas negativas, al contrario, sí tienen una dirección definida, como ocurre con los profetas, la locura, las tendencias autodestructivas y el fanatismo religioso.
En este fragmento, Tesla pensaba sobre todo en los efectos sociales de dicha fuerza negativa, que, dicho con brevedad, se condensan en una sola palabra: guerra. Para alcanzar la paz, el inventor consideró que basta con “tornar toda es fuerza negativa en la dirección correcta y reducir la fuerza de fricción”.
Esta propuesta es enunciada también con tanta sencillez, que podría parecer ingenua. Sin embargo, basta reflexionar tan sólo un poco para darnos cuenta de la lucidez y facilidad con que Tesla comprendió la raíz de los problemas del ser humano: su resistencia al cambio, su empeño en conservar las condiciones conocidas en momentos en que la propia existencia ha traído un panorama completamente nuevo.
 
Trabaja de verdad
Tesla no imaginaba, como podríamos suponer, las largas jornadas de trabajo en que viven muchísimas personas en todo el planeta, desde el ejecutivo que vive conectado 24/7 hasta el obrero que dedica más de 12 horas a una misma labor. Para Tesla el trabajo es, paradójicamente, fuente de energía y no, como sucede ahora, causa de agotamiento.
En la idea del científico, por supuesto, el trabajo es una realidad distinta a la que nosotros estamos habituados a pensar. Se trata más bien de una actividad que nos estimula, en donde podemos volcar lo mismo nuestro ingenio que nuestras habilidades, nuestro tiempo y nuestro esfuerzo y, quizá, nunca cansarnos; por la sencilla razón de que ese trabajo nos motiva.
Tesla es en este aspecto un tanto renacentista, pues en su propuesta se encuentran ecos de esas vidas que a veces tanto admiramos de personas que, como Leonardo Da Vinci o Ada Lovelace, o como el propio Tesla, nos sorprenden por la genialidad de sus conocimientos, por su creatividad sin límites, sus obras y los logros que consiguieron.
Pero muchas veces no reparamos en que, en general, se trató de cursos de existencia en los que dichos genios no dejaron de trabajar, en ningún momento de su vida. Y darnos cuenta de ello es comenzar a pensar también que es posible entender el trabajo desde otra perspectiva.
“El poder de motivación significa trabajo. Incrementar a fuerza de aceleración del movimiento humano significa, entonces, trabajar más”, escribió Tesla.